Crítica: Hairspray Live! (2016)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

5 atómicos: excelenteUSA, 2016: Maddie Baillio (Tracy Turnblad), Harvey Fierstein (Edna Turnblad), Dove Cameron (Amber Von Tussle), Kristin Chenoweth (Velma Von Tussle), Ariana Grande (Penny Pingleton), Jennifer Hudson (Motormouth Maybelle), Garrett Clayton (Link Larkin), Derek Hough (Corny Collins), Martin Short (Wilbur Turnblad)

Director: Kenny Leon & Alex Rudzinski – Guión: Zack Bernstein, Harvey Fierstein, Thomas Meehan & Mark O’Donnell, basados en el filme de 1988 escrito por John Waters

Trama: Baltimore, 1962. Tracy Turnblad es una rolliza adolescente que sueña con aparecer en El Show de Corny Collins, un programa de televisión que se emite diariamente y es conocido por lanzar nuevos artistas a la fama. Pero la apariencia de Tracy no la hace ideal para el show y, cuando en éste se produce una vacante, es reclutada simplemente porque la productora quiere una competidora menos para que su hija, Amber Von Tussle, gane sin problemas el concurso de Miss Teenage Hairspray, el cual se llevará a cabo en unas pocas semanas. Mientras Tracy toca el cielo con las manos, pronto su amistad con los morenos del barrio la llevará a tener problemas con los racistas de turno – incluyendo a la productora Velma Von Tussle – y Tracy, en toda su ingenuidad, comenzará una movida por la igualdad de derechos civiles de la gente de color, impulsando a que el elenco de El Show de Corny Collins sea multirracial. Pero aún con todo el apoyo de la comunidad afroamericana – y de su líder, Motormouth Maybelle – la opinión reaccionaria se levanta como un obstáculo insalvable… algo que Tracy está decidida a cambiar a toda costa.

Arlequin: Critica: Hairspray Live! (2016)

[Motormouth Maybelle, dirigiéndose a su hijo que se ha enamorado de una blanca]

– Sólo los tontos le dan la espalda al regalo que significa el amor. Sin embargo este mundo está lleno de tontos, así que prepárense para todo tipo de cosas feas, fruto de la estupidez.

Odio los musicales, en especial los de Andrew Lloyd Webber. O la historia es ñoña (Cats!) o son banales excusas para insertar con calzador un hit y hacer una tonelada de canciones de relleno completamente olvidables – es el hit (como Memories) lo que le salva las papas del fuego a la obra y lo que la gente va a ver, aunque el resto no esté a la altura -. Para mí los únicos musicales que existen son Cantando Bajo la Lluvia, El Violinista en el Tejado, Mamma Mia! y alguno que otro mas, que tienen toneladas de momentos emocionantes y canciones memorables. No se mataron para crear un jingle pegadizo; hicieron todas las canciones pegadizas.

Si uno lo considera desde ese punto de vista, la versión musical de Hairspray es una de las mas anónimas. No hay un tema que te pegue y salgas tarareando del cine / teatro / lo que fuera. Sin embargo es una producción tan llena de energía que te infla el pecho y salís rebosante de optimismo. Es ridícula, irreal, pasada de rosca … pero es deliciosa.

Resulta increíble que el rey del mal gusto, John Waters, haya dado a luz una obra tan potente. Porque en toda su bobada, su ingenuidad, su optimismo a mil el tipo ha intercalado cosas importantes que el musical se encarga de resaltar. La discriminación – de cualquier tipo, estética o racial – sigue siendo un tema candente (mas en estas épocas donde resurgen los reaccionarios y brota el odio) y la obra la combate con altura, dando a luz una medicina empalagosa pero que te queda en el organismo.

Si Hairspray era la obra mas accesible de la rebuscada (y kitsch) filmografía de Walters, la versión musical es la idealización de la misma. Es mostrarnos que en épocas que los norteamericanos idolatran (los principios de los 60, antes de la mugre de Vietnam y Watergate, antes de masacrar la inocencia americana… que en realidad nunca existió, porque esa época de coches brillantes de cola espacial y peinados engominados escondía toda la podredumbre de tratar a la mitad de la población – la gente de color – como si fueran animales) escondían cosas turbias, pecados que hoy tapan bajo la alfombra y que en su momento Martin Luther King y Malcolm X pelearon por destapar y equilibrar. Es posible juzgar a Hairspray como la banalización del racismo; para mí, en cambio, es una deliciosa manera de meter – de manera camuflada – un mensaje contra el racismo como tema central de una obra musical mainstream que además es ultra optimista y súper taquillera.

Esta versión live viene de la mano de la NBC, que de un tiempo a esta parte se le ha dado por recrear musicales famosos en vivo. Y si mal no me equivoco, nadie los ha podido digerir (incluyendo los producidos por su rival Fox, que se prendió a la movida), comenzando por La Novicia Rebelde (tildada de sacrilegio) hasta versiones insatisfactorias de Jesucristo Super Star y Grease, las cuales quedaron opacas a la sombra del original.

Pero acá con Hairspray la historia es distinta. Primero, porque el film del 2007 – basado en el musical – estuvo ok y tenía el drama del elefante suelto en el bazaar – léase, John Travolta haciendo horriblemente de Edna Turnblad – que arruinaba el grueso del esfuerzo. Acá directamente tomaron al grueso de un elenco curtido en la obra y lo pusieron en el plató del estudio de televisión. Seguramente no habrá nada mas alejado de la performance memorable de Divine que Harvey Fierstein – feo y con una inimitable voz rasposa -, pero el tipo se hace enseguida con el rol que hizo durante años en Broadway. La razón es simple: no sabe cantar pero sabe actuar, y esa voz aguardentosa tiene una gracia terrible para los remates.

Y mientras que en otras performances la presencia de Fierstein era la carta ganadora, acá los productores eligieron un elenco de estrellas que termina por sepultar al delicioso Harvey. Primero está la novata Maddie Baillio, que tiene una gracia sublime y una voz maravillosa. Se mueve como los dioses e irradia carisma por todos lados (para la trivia hay cameos de las Tracy Turnblad originales del cine y del teatro, Ricki Lake, Marissa Jaret Winokur y Nikki Blonsky). Segundo, Dove Cameron, una estrellita Disney con gracia y gran voz que viene anotando porotos hace rato y hace de la antagonista Amber Von Tusle. Pero las palmas se las llevan las tres mas talentosas: Kristin Chenoweth (yo no pensé que tenía tanto talento ni que cantaba tan bien), Ariana Grande (suprema comediante, exquisita cantante, con una gracia y carisma que puede llenar una docena de estadios) y Jennifer Hudson. Quizás la Hudson no dé el physique du rol de Motormouth Maybelle, la dueña de una tienda de discos para morenos en la época y que uno se imaginaría enorme y voluptuosa al estilo de Queen Latifah, la cual ocupó el papel en el filme del 2007 -, pero abre la boca y tira los muros abajo. Y cuando se despacha con su canción contra la discriminación (I Know When I’ve Been), no queda ni un ojo seco en la sala (ni en el escenario). Lo suyo es tan emocionante que ya deja de ser canción para transformarse en un himno.

Sí, hay desprolijidades y problemas de sonido, pero a mí Hairspray Live! me encantó. La encontré desbordante de un optimismo infeccioso, de buena onda, humor y sensibilidad, una obra que te transforma… y en el buen sentido de la palabra.

JOHN WATERS

Algunos de los filmes de John Waters comentados en este portal: Pink Flamingos (1972) – Desperate Living (1977) – Hairspray (1988) – Cecil B. DeMente (2000) – A Dirty Shame (2004). Hairspray Live! es la versión en vivo de la comedia musical basada en el filme de 1988.