Crítica: Corazones de Hierro (Fury) (2014)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB / China / USA, 2014: Brad Pitt (Don ‘Wardaddy’ Collier), Shia LaBeouf (Boyd ‘Biblia’ Swan), Logan Lerman (Norman Ellison), Michael Peña (Trini ‘Gordo’ Garcia), Jon Bernthal (Grady ‘Coon-Ass’ Travis)

Director: David Ayer, Guión: David Ayer

Trama: Abril de 1945. Alemania está vencida, pero los nazis siguen dando batalla. Adentrándose en territorio germano – y rodeados de hostiles -, el tanque Sherman que dirige “Wardaddy” Collier encabeza una fuerza blindada destinada a proteger los convoyes que proveen suministros a la fuerza principal de ataque. Pero Wardaddy ha perdido el artillero acompañante del conductor, y el mismo es reemplazado por el tímido Norman Ellison, un mecanógrafo que ha sido enrolado de apuro para un puesto tan peligroso como sanguinario. Y aunque el muchacho odia la violencia, Wardaddy le enseñará – por los medios mas expeditivos y brutales – que debe abandonar todo tipo de moral y concentrarse en matar o morir, ya que la guerra es un teatro despiadado que no acepta medias tintas y en donde la supervivencia es una cuestión de pragmatismo. Pero ahora la fuerza de Wardaddy debe internarse en un corredor infestado de enemigos y limpiar la zona, una misión suicida ya que el lugar está atestado de tanques alemanes Tiger… y contra los cuales los Sherman tienen poco y nada que hacer.

Corazones de Hierro (Fury) A veces un puñado de grandes escenas no hacen a una gran película, y ése es el caso de Fury, una tank opera dirigida por David Ayer (Sabotage). En el cine bélico las tank opera escasean, principalmente porque se tratan de películas costosas – hay pocos filmes con grandes despliegues de tanques, sea Patton, la excelente La Batalla de las Ardenas (que, además, es mi filme de guerra favorito), o los masivos enfrentamientos épicos del cine soviético como Liberación, en donde las cintas actuaban menos como drama que como carísimos vehiculos propagandísticos del régimen comunista -, y uno extraña el género, más ahora que los CGI permiten tener ejércitos virtuales y multitudinarios al alcance de la mano y con mínimos recursos de producción. Fury es una sólida tank opera con buenos mecanismos dramáticos pero le falta la grandeza de los clásicos, fundamentalmente porque no encuentra ningún giro nuevo a los clichés del cine bélico y sólo termina por regurgitarlos con algo mas de clase.

Ciertamente el modelo de Fury es Rescatando al Soldado Ryan. Como en el clásico de Spielberg, la carnicería no escatima detalles en cuanto a la brutalidad – gente partida al medio por las metralletas alemanas, cadáveres que han perdido la cara, o tipos serruchados en pedacitos por las explosiones -. La diferencia estriba aquí en que los soldados no son bonachones, tipos emotivos, o heroicos gritones, sino que están mas cerca de ser una horda de pacientes siquiatricos. Están quemados y marcados por las cicatrices, sólo piensan en masacrar enemigos – aún los que se han rendido, o los de apariencia inofensiva (como los niños reclutas de la ultima ofensiva nazi), ya que sólo pueden esperar de ellos el resentimiento y la traición a último momento -, y su expectativa de vida consiste en llegar respirando hasta la noche del día presente. Sus relaciones son violentas – quizás el único lenguaje que conocen y que han practicado hasta la saciedad a lo largo de la guerra – y la humanidad no tiene lugar en sus vidas. Es ciertamente un enfoque mucho mas realista pero también mas apático: es dificil que el público termine por relacionarse afectivamente con algún integrante de un grupo así. Al rato aparece Logan Lerman (Percy Jackson) como el novato de turno, y vemos como padece todo el proceso que ha madurado a estos hombres y los ha llevado a semejante estado. Hay ejecuciones, cachetazos, reclamos, gritos, valentía en los momentos desesperados, ganancia del respeto, inmersión en el mismo cuadro de locura del grupo… es previsible y aunque está ok (y hay algún que otro momento inspirado), no me termina de impresionar. Quizás el problema sea la apatía del grupo: uno extraña que, entre semejantes criaturas, no haya un Tom Hanks que aporte algo de simpatía, humanidad o un poco de reflexión; ni siquiera Lerman logra mantener la neutralidad, terminando por mimetizarse con el lenguaje violento de los dirigidos por Brad Pitt.

Hay dos cosas en donde Fury se destaca: las performances son muy buenas – y el que me sorprende es Shia LaBeouf, el cual hace muchas sutilezas con un papelito secundario, y se lo ve mucho mas maduro como actor -, y los combates son novedosos. Como usan balas trazadoras en las refriegas, las batallas parecen salidas de La Guerra de las Galaxiasmas que artilleria parecen lasers -, y hay violencia por doquier. Ciertamente las batallas de blindados están plagadas de falacias – los Sherman norteamericanos eran auténticos ataúdes rodantes, tanques medianos algo veloces pero flojos de blindaje y artillería, e incapaces de hacerle frente al poderío de los Tigers alemanes que aparecieron sobre el final de la contienda; no sólo no podían voltearlos (como muestra el filme) sino que los Sherman se deshacían al primer disparo (en vez de “rebotar” accidentalmente contra el frente inclinado reforzado del blindado norteamericano); en todo caso, la única variante de Sherman que podía enfrentarse a un Tiger era el Firefly, un modelo modificado por los ingleses que tenía mejor munición y cañón, el cual podía perforar con éxito el blindaje de los tanques pesados alemanes… pero el mismo no es el que aparece en el filme -, pero tienen su brío y están filmadas de manera excitante. Es en esos momentos en donde Fury sobresale de la media.

Corazones de Hierro es un sólido filme de guerra con algunos momentos sobresalientes; pero ello no lo hace un clásico. El punto es que no recorre ningún camino nuevo – no es otra Apocalipsis Now ni otra Rescatando al Soldado Ryan -; hace cosas conocidas, las hace bien, y les agrega un punto de vista algo mas violento. En todo caso, el gran mérito de Fury es revivir el cine de la segunda guerra en toda su gloria, adornado por la parafernalia de los efectos especiales, los cuales deslumbran y nos dan un pantallazo mucho mas espectacular de lo que habría sido el auténtico conflicto.