Crítica: El Primer Hombre en el Espacio (1959)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1959: Marshall Thompson (comandante Chuck Prescott), Bill Edwards (teniente Dan Prescott), Marla Landi (Tia Francesca), Carl Jaffe (Dr Paul Van Essen), Robert Ayres (Capitán Ben Richards)

Director: Robert Day, Guión: John C. Cooper & Lance Z. Hargreaves

Trama: El teniente Dan Prescott es el piloto encargado de llevar el avión experimental Y-13 a alturas jamás alcanzadas por el ser humano. Su hermano Chuck es quien comanda la misión desde tierra. Pero Dan es un completo temerario y decide exigir al máximo la máquina, llegando a las 250 millas de altura. Sin embargo los controles fallan y Dan pierde el control, quedando envuelto en una extraña nube de polvo cósmico. Habiendo perdido todo contacto con el Y-13, Chuck Prescott lanza un amplio operativo de rastrillaje, decidido a recuperar cualquier resto del aparato. Pero la cabina del Y-13 aparece en Nuevo Mexico, cubierta de una extraña substancia que parece indestructible. Y, como si el misterio fuera poco, muy pronto comienzan a sucederse reportes de extraños incidentes en la zona, en donde animales y personas han sido aniquilados por una extraña criatura que los ha vaciado de sangre. Y no pasa mucho tiempo para que Chuck llegue a la conclusión de que la criatura es su propio hermano Dan, el cual ha sido infectado con la substancia espacial y ha mutado hasta convertirse en un engendro sediento de sangre.

El Primer Hombre en el Espacio El Primer Hombre en el Espacio es una típica película de serie B – elenco mediocre, producción pobre, director del montón – que tiene serios problemas de identidad. El estoicismo del título hace anticipar alguna historia épica de la conquista del espacio – algo que en el momento en que fué rodada la película aún sonaba a fantasía futurista -; pero una vez que arranca, parece querer rumbear hacia un típico filme de monstruos, de esos en donde los científicos de turno intentan ir más allá de los límites de lo posible y se mandan una macana que termina pariendo a algún viscoso engendro mutante. Y, sobre el final, todo el efecto horrorífico se diluye en pos de un rebuscado giro dramático. Conclusión: El Primer Hombre en el Espacio no es ni chicha ni limonada, coquetea con un par de géneros y al final no termina de satisfacer ninguno.

Considerando que se trata de una película breve – una hora 20 minutos -, uno podría anticipar de que el relato es conciso y que se va a restringir al viaje experimental, el surgimiento del bicho y toda la cacería / matanza de turno. Error. Lo que obtenemos es un largo y pesado melodrama sobre dos hermanitos que se celan y que militan en la misma fuerza militar, incluso en el mismo proyecto. Uno es el temerario piloto de pruebas, un inconsciente de aquellos que prefiere romper todos los aviones experimentales que le dan, abandonar los restos de éstos, e irse a tomar unos whiskys con su chica antes que el estreñido de su hermano – jefe del proyecto – lo localice y lo recontrainsulte de arriba abajo. Todo este plomo dura una eterna media hora, tras lo cual nos vamos al espacio. Al menos las secuencias en la estratósfera tienen buenos efectos especiales y están filmadas de manera digna, lo cual es sorprendente para una película barata como ésta.

El problema con el filme es que, cuando todo sale mal, le dedica otra media hora a las complicadas e irrelevantes conjeturas de Marshall Thompson y, en ese interín apenas vemos un ataque o dos de la criatura, los cuales son bastante sosos. Lo cual es una lástima porque el traje del bicho, sin ser una maravilla, es medianamente efectivo – es como si le hubiera caido alguna especie de barro radiactivo, con un ojito derrumbado a la mitad del pómulo y tres dientitos amenazadores debajo de una tonelada de maquillaje -. En realidad El Primer Hombre en el Espacio pareciera ser una copia serie B del clásico de la Hammer El Experimento del Doctor Quatermass, el cual había sido estrenado cuatro años antes, y estaba confeccionado con mucho mas talento que el exhibido aquí. En ambos el astronauta de turno se contagiaba con algún virus mutante del espacio, el cual lo terminaba de convertir en un monstruo. Pero mientras que The Quatermass Xperiment era apasionante e intensa, acá los libretistas de turno dan muestra de estar cortos de ideas – o bien, no se animan a abrazar a pleno la vena de horror que la premisa prometía -. Yo me imagino a los productores pidiéndole a sus guionistas que hicieran una historia épica sobre los peligros de la carrera espacial; luego los libretistas se fueron a un bar y se emborracharon hasta quedar secos, y a la madrugada escribieron de una la trama del monstruo; y, cuando llegó la hora de entregar el trabajo, emparcharon como pudieron lo que tenían escrito hasta ese momento, endosándole un final supuestamente dramático en donde la criatura se redime y termina como si fuera un mártir de la ciencia. Un licuado que no deja contento a nadie, pero que sirve de excusa para que la distribuidora pueda despacharse con un lindo poster promocional.

El Primer Hombre en el Espacio es sci fi cincuentera ok. A mi me gusta todo lo viejo, porque el blanco y negro y los autos antiguos le dan otro sabor, pero reconozco que este mismo filme – rodado a color y ambientado hoy en día – hubiera resultado insufrible e incompetente. Aquí hay algunas ideas rescatables, pero no hay coraje artístico para hacer algo arriesgado con ellas. Y los libretistas son tan mediocres que decidieron decantarse por un aburrido desarrollo dramático, el cual no termina de interesarle a nadie.