Crítica: Fantomas contra Scotland Yard (1967)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Francia, 1967: Jean Marais (Fantômas / Fandor), Louis de Funès (comisario Juve), Mylène Demongeot (Hélène), Françoise Christophe (Lady Rashley), Jean-Roger Caussimon (Lord Rashley), Robert Dalban (director del diario), André Dumas (Tom Smith), Max Montavon (Alexandre)

Director: André Hunebelle, Guión: Jean Halain y Pierre Foucaud sobre caracteres creados en la saga de novelas de Pierre Souvestre y Marcel Allain , Musica – Michel Magne

Trama: Lord Mc Rashley recibe la visita de un viejo amigo y agente de seguros, que desea venderle una cuantiosa póliza sobre su vida. Pero el visitante rápidamente se revela como el cerebro criminal Fantomas, y le indica que Rashley forma parte de un grupo selecto de millonarios que serán chantajeados por el villano a cambio de sus vidas. Los montos exhorbitantes pedidos por Fantomas impulsan a que Rashley contacte a su némesis en la Sureté, el comisario Juve. Juve, acompañado por otro enemigo de Fantomas como es el periodista Fandor y su bella novia, viajarán a Escocia donde Rashley intentará tenderle una trampa al genio criminal. Pero insospechadas intrigas internas en su familia y la astucia de Fantomas pondrán en riesgo el plan.

Fantomas contra Scotland Yard En los principios del siglo XX se pueden encontrar las raíces literarias de los llamados cerebros criminales; genios del mal que elaboran intricados planes para dominar al mundo. En la literatura está el Fu Manchú de Sax Rohmer, y en la cinematografía se puede contar al Dr. Mabuse de Fritz Lang. De ésa época data también la versión francesa del archicriminal, que vendría de la mano de Pierre Souvestre y Marcel Allain y que se llamaría Fantomas. Fantomas, Fu Manchú, Mabuse serían los abuelos de toda una oleada de maestros del crimen que terminaría por hacer eclosión en los años 60. Sin ir más lejos, son la obvia fuente inspiración del Dr. No, Goldfinger, Ernst Stavro Blofeld y otros villanos de la saga de James Bond. Y como una máquina de retroalimentación de datos, los mismos villanos traspasarían su influencia al comic.

Es evidente que, reconociendo las influencias y las vinculaciones, Fantomas se volviera a poner de moda en plena euforia de la bondmanía, suscitada a partir de 1964 con Goldfinger. Fantomas es un personaje que Souvestre y Allain desarrollaron en más de 40 novelas escritas entre 1911 y 1963 (las últimas desarrolladas por Allain en solitario tras la muerte de su socio creativo en 1914), y que tuvo su versión cinematográfica en la era del cine mudo. En 1964 comenzaría una nueva adaptación del personaje, que daría por resultado una trilogía protagonizada por el actor de carácter Jean Marais y el cómico Louis de Funes: Fantomas (1964), Fantomas Desencadenado (1965) y ésta, la última entrega, Fantomas contra Scotland Yard (1967).

En sí Fantomas resulta un personaje fascinante, como lo suele ser los villanos bien desarrollados. Inteligencia superior, despiadados métodos criminales, modales elegantes, y su personalidad oculta tras una máscara gris. Es un maestro del disfraz que se encuentra constantemente perseguido por sus némesis, el comisario Juve y el periodista Fandor. Su disfraz enterizo es realmente propio del comic.

El problema es que un personaje tan serio y siniestro es involucrado en una serie de comedias que inocultablemente quieren hacer caja con la moda Bond de los 60. Fantomas ahora también es un genio de la tecnología y utiliza reproductores de video portátiles y autos voladores (antecedente directo del AMC de Francisco Scaramanga en El Hombre del Revolver de Oro de la serie 007). La cuestión es que la mayoría de estas comedias está escrita de un modo terrible. Y Fantomas contra Scotland Yard padece de un libreto flojisimo. Mientras que Jean Marais pone su mejor empeño haciendo de Fantomas un villano elegante, cuando interpreta a Fandor parece descolocado, relegado a un tercer plano. Y esto se debe al insufrible protagonismo de Louis de Funes, que quizás tenga sus ratos graciosos, pero en general lleva la sobreactuación a niveles sideralmente irritantes. Quizás la intención de de Funes sea noble, ya que su personalidad histérica es la única que intenta hacer algo para darle vida al libreto. En los momentos en que de Funes no está en pantalla, como por ejemplo en la reunión de los millonarios que intentan tenderle la trampa a Fantomas, el director Hunebelle demuestra que no tiene ni idea de lo que es timing cómico y deja que los actores disparen líneas sin gracia y de modo eterno. Entonces la película se alterna entre la histeria de de Funes y larguísimos tiempos muertos con chistes remanidos.

A pesar de todo el esfuerzo de producción, es un filme muy mediocre. Es largo y cuando viene el momento cómico, es exagerado y sin gracia. En un momento el grupo de Juve y Fandor se quedan atascados en un camino por un árbol que – supuestamente – fue serruchado y puesto como obstáculo a propósito. Como el auto no puede pasar, aparece un coche antiguo, mucho más liviano, que maneja un muchacho con apariencia de idiota. La gente hace todo el trabajo de encaminar y hacer pasar el coche, se sube al vehículo manejado por el idiota, y se van. No hay un comentario gracioso, alguna situación cómica,… nada. Así como esto, uno empieza a sospechar de que el libreto tiene poco para contar y va a meter un montón de escenas de relleno para cumplir con el tiempo reglamentario. Y, lo que es peor, Hunebelle decide no hacer nada ya que el guión no dice de que ésa deba ser una escena graciosa.

Recomendable como curiosidad; a mi gusto es tiempo perdido. Y sólo para fans de Louis de Funes.

FANTOMAS

La trilogía de Fantomas se compone de: Fantomas (1964), Fantomas se Desencadena (1965) y Fantomas contra Scotland Yard (1967)