Crítica: Viaje Fantástico (Fantastic Voyage) (1966)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

5 atómicos - excelenteUSA, 1966: Stephen Boyd (Charles Grant), Raquel Welch (Cora Peterson), Donald Pleasence (Dr Maxwell Michaels), Arthur Kennedy (Dr Peter Duval), William Redfield (William Owens), Edmond O’Brien (General Carter), Arthur O’Connell (Coronel Reid)

Director: Richard Fleischer, Guión: Harry Kleiner sobre la adaptación de David Duncan de una historia de Jay Lewis Bixby & Otto Klement, Musica – Leonard Rosenman

Recomendación del Editor

Trama: El agente secreto Charles Grant colabora en la deserción del científico Jan Benes a Occidente. Pero un atentado termina por poner en serio peligro a la vida de Benes, que permanece en coma. Grant es llamado a una base militar donde Benes permanece internado, y el General Carter le presenta el CMDF (Fuerzas de Defensa Combinada Miniaturizada), un proyecto ultra secreto que se basa en la miniaturización de objetos y personas con propósitos de defensa. Pero los hallazgos del CMDF tienen una vida útil de 60 minutos, y Benes ha sido el único científico que ha develado el secreto que evita que los objetos miniaturizados recuperen su tamaño normal pasado ese plazo – razón por la que resulta imprescindible que no muera -. Grant se une a un equipo militar y médico que abordará el submarino Proteus, el cual será reducido al tamaño microscópico y lanzado en el torrente sanguíneo de Benes, con el propósito de llegar al cerebro y eliminar un coágulo que está matando al científico. Pero el agente deberá lidiar con las enormes sospechas de que uno de los integrantes es un traidor e intentará sabotear a la misión.

Arlequin: Critica: Viaje Fantástico (Fantastic Voyage) (1966)

Del lento pero indetenible revival que comenzaría a experimentar la sci fi en los años 60, éste es posiblemente uno de los títulos más destacados. La premisa es bastante simple pero a la vez impresionante: adaptar las peripecias al estilo de 20.000 Leguas de Viaje Submarino, pero ahora en un escenario miniaturizado (en este caso, el interior del cuerpo humano). Qué mejor para esta historia que volver a contar con el narrador de la gran aventura de Julio Verne de 1954: el director Richard Fleischer.

El concepto es sencillamente fascinante. Como suele pasar con los mejores filmes de sci fi, la premisa es tan absorbente que no resulta necesario dar rodeos en perfiles dramáticos o tridimensionalidad de los personajes. Como hemos citado en numerosas ocasiones, Them! (La Humanidad en Peligro) es el gran clásico de este sub género – el del seudo documental científico -, en donde una idea es analizada en todas sus posibilidades, y los actores cumplen una función mayoritariamente de interlocutores entre la platea y las premisas científicas que disparan los guionistas. En este caso es una fabulosa lección de anatomía narrada en clave de ciencia ficción, donde el propósito es simplemente maravillar al espectador.

Por supuesto la historia sigue ciertos clichés narrativos que son habituales en los filmes de misiones: cosas que se rompen y no hay repuesto, cliffhangers que amenazan a la vida de los tripulantes, eventos planeados que nunca se cumplen como se han previsto, etc. Todos esos clichés no son demasiado originales ni tampoco poseen mucho suspenso – a lo sumo la llegada del Proteus al Cerebro presenta algo de tensión -. Pero el filme lo compensa sobradamente mostrando un universo totalmente diferente y alienígena – ya no es el espacio, meteoritos o creaturas espaciales, sino que es el torrente sanguíneo, los órganos, células y anticuerpos -. A pesar de que los FX sean bastantes desparejos – los planos generales de la navegación del submarino están ok, pero las peripecias en los pulmones, el oído o el cerebro se ven algo toscas, sin mencionar que la corriente sanguínea parece una gigantesca lámpara de lava – cumplen con su propósito de manera efectiva (el espectador siente una enorme curiosidad de cómo se verá la siguiente escala de la misión en alguno de los órganos del cuerpo humano).

Es precisamente en esa fascinación por descubrir los secretos del cuerpo humano, en que el filme basa su éxito frente a la gigantesca cantidad de agujeros de lógica que plantea el libreto. Como siempre decimos aquí, lo que calificamos es la satisfacción en cuanto a la experiencia como espectador – medimos cada film con su propia vara, y nuestras mediciones no sirven para comparar películas entre sí -. Desde el punto de vista de la platea, el film cumple el propósito planteado en el título – fascinar al espectador -. Desde el punto de vista crítico, es un colador plagado de incoherencias: comenzando por la discusión acerca de la probable utilidad de miniaturizar fuerzas militares; prosiguiendo por la escena de la molécula atómica miniaturizada que potencia al submarino – que recupera su tamaño cuando equipo y nave son reducidos a tamaños microscópicos -; continuando con las andanzas submarinas de los miembros de la misión, que no utilizan guantes (con lo cual agarran a mano desnuda todo tipo de elementos que flotan en la sangre) ni gorras para el pelo (¿qué pasaría si el pelo de uno de los integrantes del equipo quedara flotando en la sangre?); siguiendo con la inconsistencia de los niveles de presión de aire; el tema de recuperar el tamaño en cuestión de 60 minutos, considerando que al final el traidor y el submarino (así como todo el suero miniaturizado insertado inicialmente con la jeringa) debería recobrar el tamaño original y hacer explotar al cuerpo de Benes desde dentro … Sin duda es una película que demanda poner el switch del cerebro en off para poder disfrutarla en todo su esplendor visual.

No es una película que tenga siquiera un debate mínimo. A lo sumo el personaje de Arthur Kennedy se limita a generar loas a la maravilla de la condición humana, pero después de la segunda observación ya termina por aburrir. Ni por asomo contiene alguna reflexión de semejante profundidad como otro film de temática similar, como es el clímax de El Increíble Hombre Menguante. Precisaba aunque fuera unos minutos de reflexión profunda que sería la reacción natural de un ser humano ante la visión de semejante espectáculo.

El concepto (y la premisa de la CMDF) regresarían en una serie animada de Filmation Associates (1968 – 1970), donde el submarino sería trocado por un avión. En 1987 Joe Dante conduciría una película basada en una premisa similar pero en clave de comedia (Innerspace), de calidad muy dispar.