Crítica: Fantasmas de Marte (2001)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2001: Natasha Henstridge (teniente Melanie Ballard), Ice Cube (James “Desolación” Williams), Jason Statham (sargento Jericho Butler), Joanna Cassidy (Dra Arlene Whitlock), Pam Grier (Comandante Helena Braddock), Richard Cetrone (Big Daddy Mars), Clea DuVall (Bashira Kincaid)

Director: John Carpenter, Guión: John Carpenter & Larry Sulkis

Trama: Año 2176. Los terrícolas han colonizado Marte y lo han terrarreformado, hasta el punto que ahora la mayoría del planeta posee una atmósfera respirable. Esta es la historia de Melanie Ballard, una oficial de policía que integra un equipo cuya misión es custodiar el traslado hacia la ciudad de un peligroso criminal conocido como “Desolación” Williams. Pero Williams se encuentra encerrado en una lejana explotación minera a la cual sólo se puede acceder luego de un largo viaje en tren. Todo parece ir sobre ruedas hasta que llegan al poblado minero, en donde encuentran una enorme cantidad de personas ferozmente masacradas. Sin pistas sobre lo ocurrido, el equipo sólo atina a salir lo más rápidamente posible del lugar… hasta que descubren que el pueblo se encuentra sitiado por una horda de salvajes sedientos de sangre. Debiendo realizar una alianza desesperada con Williams y el resto de los miembros de su banda, el equipo policial se prepara para enfrentar un largo y sangriento asedio mientras descubre que los salvajes no son otros que los mineros que trabajaban en la explotación, los cuales – en una de sus perforaciones – han liberado una especie de entidad marciana que se ha apoderado de ellos. Y ante la amenaza de que la epidemia se extienda al resto de las ciudades, Ballard y los suyos deberán buscar desesperadamente una solución terminante al problema… aunque ello implique que se embarquen en una misión de la cual no hay regreso posible con vida.

Fantasmas de Marte A mi juicio – y dentro de lo que conozco – hay un solo gran maestro del terror, y ése es George A. Romero. Aún en sus filmes más flojos Romero ha demostrado ideas, y se las ha apañado para generar su buena cuota de momentos de shock. Por contra, lo que hay en el segundo lugar del podio es una parva de candidatos que son tan renombrados como dispares; gente que ha sido capaz de crear tanto obras maestras como estupideces monumentales. Hablo de Wes Craven y John Carpenter, tipos con enormes altibajos en su carrera. Sobre Craven asumo que sus performances han dependido mucho de su situación personal. Cuando Craven andaba deprimido, tenía problemas laborales o se encontraba en medio de un divorcio, terminaba vomitando cosas horrendas como Obsesión Fatal o La Nueva Pesadilla de Freddy. En cambio lo de Carpenter es más suicidio por mano propia. El gran problema con Carpenter es que, cuando se decanta por la ciencia ficción, simplemente apesta. No hablo de terror con toques de ciencia ficción (como El Enigma del Otro Mundo), sino cuando se trata de ciencia ficción con toques de acción como They Live o el título que ahora nos ocupa. A Carpenter le encanta escribir héroes que transpiran testosterona pura por todos sus poros, tipos que disparan frases prepotentes y ridículas a cada rato – las cuales avergonzarían incluso a Akiva Goldsman, principal ofensor de los sentidos en tal género -, y que vienen con ínfulas de ser más grandes que Schwarzenegger, Stallone y Willis juntos. El problema con esto es que, si los parlamentos no caen en manos de los intérpretes adecuados (como James Woods o Kurt Russell), los textos van a terminar sonando como el reverendo toor, y rebajan la calidad de toda la película al nivel de una producción clase Z. Fantasmas de Marte está infestado de esas bravuconadas, a lo que se suma un casting horrendo y algunas secuencias aberrantemente ridículas. ¿Qué diablos estaba tomando Carpenter cuando se le ocurrió escribir este engendro?.

En sí la idea no es mala, aunque carece de originalidad – está tomada de Crónicas Marcianas, en donde los extintos habitantes de Marte se habían transformado en fantasmas que acosaban a los colonizadores terrícolas que osaban usurpar su antigua tierra natal -. Carpenter mezcló esto con pedazos enteros de su hit Asalto al Precinto 13 (1976), y decidió hacerle un moñito. He aquí otra patrulla policíaca que debe montar una improvisada fortaleza mientras resiste el asedio de incontables enemigos, con lo cual se ven obligados a contar con la ayuda de los reclusos que tienen encerrados en el calabozo. En vez de un barrio de Los Angeles la cosa ocurre en Marte, la cual ha sido terrarreformada y cuenta con una atmósfera plena de oxígeno (un detalle más que conveniente, así no hay que gastar presupuesto en trajes espaciales ni taparle la cara a las estrellas contratadas con cascos de astronauta). Curiosamente las ciudades marcianas se ven como gigantescos sets saturados de decorados baratos, unidos por pocos creíbles trenes de pacotilla. Hacia allí va una patrulla de tipos tan duros como idiotas, liderados por la eternamente horrible Pam Grier (fea, mala actriz y, aquí, veterana y fuera de estado; ¿acaso no hay otra heroína negra de acción que resulte más potable?), y saturada de malos actores. Está Clea DuVall, en su enésimo rol de lesbiana; Natasha Henstridge, que aunque es dura para actuar, al menos le pone ganas; y Jason Statham en uno de sus primeros papeles, que tiene menos de galán seductor que de patán y acosador sexual serial. Las cosas se ponen peor cuando se encuentran con otro horrendo intérprete como es Ice Cube, un gordito con cara de niño malo que se cree la super estrella de acción y sólo sabe hacer ñoñadas. Para colmo – y en un caso típico de los excesos hormonales en los que suele caer Carpenter en sus filmes de acción – tiene un mote abismalmente ridículo, James “Desolación” Williams. Nada de John “Caracortada” Corleone, o Bill “Bomba Atómica” Jones. Cuanto más estúpido suene el apodo del héroe, mejor, y un claro anticipo de lo que puede esperarse del resto del filme.

Por supuesto las cosas van mal de entrada con la película. Al pasar se menciona el detalle que Marte está regido por un matriarcado (wtf??!), pero el film jamás se calienta en explicar cómo llegaron a eso, o siquiera si es un detalle importante para la trama – bien podrían haberlo omitido, o cambiarlo por una dictadura facista regida por travestis y el resultado final hubiera sido el mismo -. Después tenemos a esta parva de actores corriendo por sets ultra falsos, los cuales utilizan algunos de los uniformes militares más absurdos e imprácticos que se les pueda ocurrir – como la Grier, fajada como un salamín, que utiliza una enorme gabardina de cuero (la cual es un metro más larga que toda su estatura) como si ése fuera un traje ideal para operaciones de campo -. Luego aparece la horda de colonizadores poseídos, los que se comportan como otro clon clase Z de los gamberros que pululan en los filmes de Mad Max, y que intentan atacar a nuestros héroes con lanzas y espadas de ridículo diseño. Las cosas se ponen peor cuando los protagonistas se ven obligados a negociar con “Desolación” Williams en una de las escenas más idiotas que Carpenter debe haber filmado en toda su vida. Los malos tienen todas las armas en su poder pero han quedado encerrados en una celda, y el argumento de negociación de los buenos es que deben ayudarlos a cambio de que los liberen. Lo más estúpido de todo esto es que ambos bandos están cara a cara, a menos de 50 cm de distancia, y los buenos ni siquiera tienen un cuchillo Tramontina como arma. Pero el colmo de la imbecilidad es que los malos bien podrían volarle el trasero a los buenos de un escopetazo, y usar la culata del arma para presionar el botón que les abre la puerta de la jaula… el cual está ubicado 10 cm más atrás de la cabeza de la Henstridge. Me hace acordar al ridículo tiroteo que tenía Leslie Nielsen con uno de los villanos de The Naked Gun, en donde los dos tipos se parapetaban y se baleaban con ganas estando a menos de un metro de distancia el uno del otro. Bobadas como ésta – tipos desarmados por ponerse a discutir idioteces con los rehenes que custodian; fanfarronadas de todo tipo y color que después quedan en la nada – infestan el guión de Carpenter y ocurren en pantalla cada cinco minutos o menos.

No hay nada que redima remotamente a Fantasmas de Marte. Todo es ridículo y exagerado, hasta el punto que las supuestas escenas de shock no impresionan. Sumado a la horrenda performance de la mayoría del cast – los cuales estaban más interesados en cobrar sus respectivos cheques que en poner un poco de énfasis en los espantosos parlamentos que le tocaron en suerte -, el combo convierte al filme en algo prácticamente inmirable, sin que haya siquiera algún factor que termine resultando potable. Es por este bochorno que la carrera de Carpenter entró en coma, un letargo del cual recién pudo salir 10 años después y con una obra tan deslucida como The Ward. Quizás el punto sea que Carpenter no atendió las señales, esas que marcan el declive del talento de un artista, con lo cual debió haberse reservado a papeles secundarios como libretista o productor; aquí la intentona falló y dió por el traste la carrera de un director reconocido, el cual es tan capaz de crear cosas geniales como abortos intragables como el que ahora nos ha ocupado.

JOHN CARPENTER

Los filmes de John Carpenter que hemos comentado hasta ahora en este portal son: Dark Star (1974) – Noche de Brujas (1978) – La Niebla (1980) – Escape de Nueva York (1981) – El Enigma de Otro Mundo (1982) – Christine (1983) – Rescate en el Barrio Chino (1986) – El Principe de las Tinieblas (1987) – Ellos Viven (1988) – Diario de un Hombre Invisible (1992) – En la Boca del Miedo (1994) – El Pueblo de los Malditos (1995) – Vampiros (1998) – Fantasmas de Marte (2001) – Atrapada (2010). Halloween (2018) es una secuela directa del título original, dirigida por David Gordon Green y contando con el asesoramiento y la música de John Carpenter.