Crítica: Extraña Invasión (Argentina, 1965)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Argentina / USA, 1965: Richard Conte (Jameson), Jorge Rivera López (Dr. Sanders), Anna Strasberg (Dra. Conway), Eddie Pequenino (lider sindical)

Director: Emilio Vieyra, Guión: Emilio Vieyra, sobre una historia de Philip Kearney & Les Rendelstein

Trama: En el pueblo norteamericano de Clearview una extraña interferencia afecta a los televisores. Jameson es el funcionario del ministerio de comunicaciones asignado a descubrir las causas. Pero al llegar a Clearview, Jameson se topa con el alarmante informe del médico local de que la mayoría de los televidentes – los niños y los viejos – han quedado hipnotizados después de la interferencia. Al principio Jameson no le da demasiado crédito a las palabras del doctor, pero al llegar la noche la población local se subleva ante la orden de las autoridades de mantener apagados los televisores. Y resulta obvio que algo o alguien está provocando las interferencias, creando un lento pero imparable lavado de cerebro en todos los habitantes, y amenazando con expandirse al resto del país.

Extraña Invasion (1965) Extraña Invasión usualmente es citada como la primera película argentina de ciencia ficción, lo cual no es cierto. Ese honor le corresponde a El Hombre Bestia (o Las Aventuras del Capitán Richard), que data de 1934 y que podría catalogarse de ciencia ficción gótica – con científicos dementes y sus disparatados experimentos -. Además se puede citar a la comedia de Los Cinco Grandes del Buen Humor El Satélite Chiflado (1956) como otro antecedente previo al filme de Vieyra; pero lo cierto es que su película vendría a ser la primera película criolla de sci fi hecha de manera seria y con cierto grado de profesionalismo.

En sí la génesis del proyecto se ha perdido en las tinieblas del tiempo, y uno puede adivinar los hechos por los pocos datos que puede recopilar. Aquí está Emilio Vieyra, auteur argento todo terreno si los hay, que comenzó en los 60 en la TV local dirigiendo capítulos de Dr. Candido Perez, Señoras, y después se volcó al cine. A mediados de la década Vieyra se embarcó en una serie de co producciones con los Estados Unidos con claro tufillo exploitation y dirigidas para el mercado norteamericano, como Sangre de Virgenes (1967), Placer Sangriento (1967) y La Venganza del Sexo (1969). Luego Vieyra se prendería a lo que fuese y rodaría cosas tan dispares como los filmes con Sandro (como Gitano – 1970 -), la primera película de los Superagentes La Gran Aventura (1974), el western a la criolla Los Irrompibles (1975), las comedias de acción como Comandos Azules (1980), y títulos softcore como Correccional de Mujeres (1986). No es precisamente una conducta artística coherente, pero al menos Vieyra figura entre los pocos elegidos del olimpo cinematográfico argentino que se han dado el lujo de vivir de su profesión como director de cine – junto con Enrique Carreras, Adolfo Aristarain, Hector Olivera, Fernando Ayala y un puñado de nombres más -. En todo caso lo de Vieyra es un ejemplo de un director medianamente profesional – dentro de los standares criollos – con un buen olfato para las oportunidades comerciales de cada época.

Volviendo a la etapa sesentista de las co producciones, Extraña Invasión (conocida en inglés como Stay Tuned for Terror) es la película que marcó el comienzo de la misma. En algunas declaraciones perdidas de Vieyra, éste ha comentado que prácticamente no vió un peso de dichos filmes, lo que seguramente debe haber devenido en una serie de litigios legales. Asumo que algo de eso debe haber pasado y que podría explicar el hecho de que Extraña Invasión estuvo durmiendo en las estanterías durante 10 años hasta su estreno oficial en 1975.

En sí, Extraña Invasión no deja de ser un capítulo extendido de La Dimensión Desconocida. El problema es el libreto del mismo Vieyra, que termina por arruinar una buena idea. Los habitantes de un pueblito norteamericano (la localidad bonaerense de El Palomar, maquillada con carteles en inglés y uniformes norteamericanos) comienzan a padecer una interferencia en sus receptores de televisión, los que empiezan a lavarles el cerebro. Hay un funcionario estoico e incompetente del ministerio de comunicaciones (Richard Conte, laburando por el pancho y la coca en nuestras tierras) que viene a investigar el caso. Al tipo sólo le interesa el origen de la nueva señal, y anda como un caballo con anteojeras durante toda la historia, haciendo caso omiso de todas las pistas que le dan – las declaraciones del médico sobre la conducta de los afectados; los llamados anónimos de un individuo que dice controlar la señal -. Llega una doctora al pueblo (la venezolana Anna Mitzrahi, esposa de Lee Strasberg), la que viene con medicinas para la epidemia (wtf?!) y a la que Conte le tira los galgos todo el tiempo. A esto se suma un sindicalista zurdo protagonizado por Eddie Pequenino, que está todo el tiempo con una remera roja como para que no quepan dudas de su ideología. Conte y Mitzrahi se la pasan flirteando mientras el pueblo se subleva, ya que le niegan la televisión (si esa no una alegoría sobre el consumismo de la TV, la alegoría ¿dónde está?). (alerta: spoilers) Y al final todo resulta ser que proviene de un pantano local, en donde un extraño líquido se ha volcado y ha provocado mutaciones en las plantas, las cuales empezaron a provocar las interferencias (tsunami de wtf!!) (fin de spoilers)

El primer tercio del filme es bastante torpe. El problema es que el libreto no sabe muy bien cómo seguir adelante con la idea central y decide matar el tiempo con una troupe de personajes incompetentes y escritos como el demonio. El filme repunta bastante es en su segundo tercio, donde al menos Vieyra se da maña para crear un clima fantástico bastante bueno. La visión de hordas de niños circulando a la noche como sonámbulos, irrumpiendo en casas y negocios de venta de electrodomésticos para prender las TV y fascinarse con la señal es notable. Es una escena que podría pertenecer perfectamente a una película norteamericana de los años 50 como La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos.

Pero al momento de crear teorías y dar explicaciones, Extraña Invasión se vuelve completamente idiota. Quizás Vieyra pensó que dar una explicación fantástica – invasores alienígenas, por ejemplo – hubiera sonado estúpido, pero las razones del fenómeno que da la película son muchísimo peores. La señal tiene una intención inteligente – causa regresión y lavado del cerebro -, pero aquí se detalla que se trata de un fenómeno natural, lo que termina por insultar a la inteligencia del espectador. Incluso la revelación del responsable de las llamadas anónimas es absurda. En los últimos minutos Extraña Invasión se hunde peor que el Titanic y arruina los méritos que tenía.

Como curiosidad Extraña Invasión es levemente recomendable, aunque el argumento tiene una resolución frustrante y los diálogos son terribles. Es una rareza, simplemente para ver a Monica Cahen D´Anvers actuando como una mucama, y a otras figuras del cine nacional de aquella época como Eduardo Muñoz, Jorge Rivera Lopez o Eddie Pequenino; o para pispear como se veía Richard Conte arriba de un Ford Falcon. Pero por lo demás, es mediocre en el mejor de los casos.

CINE FANTASTICO ARGENTINO

Otros títulos del cine fantástico argentino: El Hombre Bestia (o las Aventuras del Capitán Richard) (1934); Obras Maestras del Terror (1960), Extraña Invasión (1965), Sangre de Virgenes (1967), Invasión (1969), Snuff (1976), Moebius (1996), La Sonámbula (1998), Déjala Correr (2001), Plaga Zombie: Zona Mutante (2001), Adios Querida Luna (2004), Tiempo de Valientes (2005), Zenitram (2010), Fase 7 (2011), Mamá (2013), Kryptonita (2015)