Crítica: La Estrella del Sur (1969)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorFrancia / GB, 1969: George Segal (Dan Rockland), Ursula Andress (Erica Kramer), Orson Welles (Plankett), Ian Hendry (Karl), Johnny Sekka (Matakit)

Director: Sidney Hayers, Guión: David Pursall & Jack Seddon, basados en la novela homónima de Julio Verne

Trama: Africa, principios del siglo XX. Dan Rockland es un pícaro aventurero que trabaja para el potentado Kramer, ante el cual se hace pasar por geólogo experto. Pero Rockland subsiste en la compañía gracias a que es el prometido de Erica – la hija de Kramer -, lo que le ha provocado el recelo del capitán Karl, el encargado de seguridad de los Kramer y el cual ha estado secretamente enamorado de Erica desde hace años. Ahora Rockland ha descubierto por accidente un gigantesco diamante de 550 quilates de peso – al que bautizaron como la Estrella del Sur -, y al cual se aprestan a presentarlo en sociedad. Pero en medio de la ceremonia la piedra desaparece y los principales sospechosos resultan ser Rockland y su sirviente africano Malakit. Sospechando que se trata de una trampa armada por Karl para quitarlo del camino (e incluso eliminarlo), Rockland y Malakit huyen, siendo acompañados por Erica – la cual cree ciegamente en la inocencia de su prometido -. El problema es que los fugitivos se han internado en las tierras del sangriento mercenario Plankett, el cual tiene más de un motivo para odiar a los Kramer, amén de estar al tanto del robo del diamante y querer apoderarse de la estrella. Con recursos limitados y rodeado de peligros los destinos de Rockland, Erica y Malakit resultan inciertos… más aún cuando desconocen por completo el paradero de la Estrella del Sur.

La Estrella del Sur Esta es una película que me trae gratísimos recuerdos de mi niñez. Ciertamente cuando uno la ve ahora – con algunas décadas de más sobre el lomo – empieza a descubrirle una buena parva de defectos, lo cual no quita que sea una cinta extremadamente divertida. Si hay algo que reprocharle a La Estrella del Sur es que por momentos hace demasiadas tonterías para divertir al público, y a veces el director se excede en el uso del stock footage. Por lo demás, es una pasada de aquellas, una sólida película de matineé como hacía rato no veía.

No estoy seguro del grado de fidelidad que tendrá el libreto respecto del original de Julio Verne (éste no es uno de los trabajos más conocidos del galo). Uno debe recordar que Julio Verne era, ante todo, un escritor de aventuras y que su principal motor de inspiración eran los escenarios exóticos – después, que los mismos estuvieran bajo el agua o en el espacio ya es otro tema,… momentos en los cuales el escritor debía ponerse a inventar dispositivos estrafalarios para hacer posible la aventura en semejantes contextos -. Aquí el escenario elegido es el Africa colonial de principios del siglo XX, lugar peligroso si los hay. La brutalidad del hombre blanco estaba a la orden del día, amén de la ferocidad de la jungla reinante. Calor, traición, animales salvajes, enfermedades tropicales, trampas naturales… lindo lugar para ir de picnic un fin de semana.

En semejante contexto nos topamos con un trío de personajes simpatiquísimos. Aquí figura George Segal, el cual era una estrella cotizada en su momento – curiosamente Segal haría el proceso inverso a la mayoría de los comediantes; comenzaría como actor serio y se decantaría por la comedia en su madurez, culminando ahora como protagonista de varias sitcoms de medio pelo; pero en los setentas Segal parecía condenado al estrellato, trayectoria que sería torpedeada por una serie de malas elecciones artísticas que tomaría el actor en los años 80 -. También está la bomba suiza Ursula Andress, la cual tiene sus cinco minutos de topless para beneplácito de sus fans. Y el último del tandem es el talentoso Johnny Sekka, un senegalés que hizo una larga carrera en la TV inglesa y que apareció en el thriller La Mujer de Paja (1964) junto a Sean Connery y Gina Lollobrigida. Estos tres desbordan carisma y simpatía, ya que son talentos complementarios: por ejemplo, la Andress es la mas valiente y aguerrida del grupo mientras que Segal aporta chistes e inventiva en los momentos mas acuciantes; por su parte Sekka es el cleptómano por naturaleza, vicio que terminará por meterlo en serios problemas. Como el diamante desaparece y Sekka y Segal son muy amigos, todas las sospechas recaen sobre ellos y sus palabras no resultan muy creíbles que digamos. Sekka sale carpiendo hacia la jungla y Segal & Andress van en su apoyo, fundamentalmente para pedirle que se entregue antes que lo maten. El punto es que estos tres descubren en el camino que están rodeados de enemigos, razón por la cual deben apelar a su inventiva para sobrevivir y, sobre todo, probar su inocencia. No sólo los persigue el sádico capitan Karl (Ian Hendry), el cual quiere liquidar a Segal para quedarse con la mano de la Andress, sino que deben enfrentarse a un despiadado mercenario llamado Plankett (Orson Welles, en una performance sorprendentemente amanerada), por cuyo territorio deben pasar para llegar más allá de la frontera.

El libreto rebosa de chistes y situaciones simpáticas. El trío de personajes principales es muy querible y desborda química. Es cierto que a veces las situaciones que inventa el guión son muy ridículas – como la escena en donde Segal mete el pie en unas arenas movedizas… ubicadas en el lecho de un río (wtf!); si ello es posible y real, el director Hayers lo rodó de la manera mas torpe posible -, y que la edición no ayuda. Los actores van por un escenario – digamos, Parque Lezama – y, de pronto, se les aparece una secuencia de stock footage con bichos gritando o corriendo. El stock footage ni siquiera es de buena calidad – tiene un granulado que parece haber sido rodado en los años 40 – y se nota a la legua que no forma parte de la misma película. Ello no impide que hayan un par de momentos efectivos, como el momento en que Segal – a sabiendas de que Hendry lo quiere matar – decide incendiar los pastizales con el viento a su favor y provoca una furiosa estampida de elefantes para que arrasen todo a su paso… lo cual incluye a sus perseguidores. Mientras que la calidad del rodaje no es pareja, uno no deja de reconocer que los personajes son inventivos y que poseen un conocimiento cierto de los secretos de la jungla. El otro punto que falla es Ian Hendry – un inglés que se había hecho conocido en la primera temporada de Los Vengadores (antes que se transformara en la serie de culto que todos conocemos) y que probó sin éxito hacer carrera en el cine -, el cual carece de presencia como villano. El tipo acuchilla a varios, posee un par de temibles pistolas trucadas y hace mil y una chicanas… y aún así, sigue sin ser creíble como el maloso de turno.

Aún con todo ello, La Estrella del Sur sigue siendo una de mis películas favoritas. Será que los personajes está bien escritos y son mejores que la mediocre puesta en escena; como sea, lo cierto es que me reí en un montón de oportunidades con sus ocurrencias, con lo cual la aventura es tan sólo una excusa para ver en acción a un puñado de amigos entrañables.