Crítica: Operacion Dragon (Enter The Dragon) (1973)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

calificacion 5 Connerys sobre 5: excelente Recomendación del EditorUSA / Hong Kong, 1973: Intérpretes: Bruce Lee (Lee), John Saxon (Roper), Jim Kelly (Williams), Ahna Capri (Tania), Bob Wall (Oharra), Shih Kieh (Han), Geoffrey Weeks (Baraithwaite)

Director: Robert Clouse, Guión: Michael Allin sobre una historia de Bruce Lee; Producida por Fred Weintraub, Paul Heller y Raymond Chow, Musica – Lalo Schifrin. Una producción de la Warner Brothers

Trama: Lee, maestro de las artes marciales, es reclutado por el servicio secreto británico para infiltrarse en un torneo clandestino que organiza el Sr. Han en su isla privada. La inteligencia británica desea que Lee investigue en las instalaciones de la isla porque sospecha que Han es el cerebro detrás de una red internacional de narcotráfico y trata de blancas. Pero además Lee posee poderosas razones para enfrentarse a Han: por su culpa, su hermana debió quitarse la vida. Lee partirá al torneo, y en el camino hará aliados como los americanos Roper y Williams, además de contar con una agente infiltrada en la isla. Y deberá cuidar de sobrevivir la brutalidad del torneo, cumplir la misión, y especialmente, vengar a su hermana.

Critica: Operacion Dragon - Enter The Dragon (1973)

Uno habitualmente chequea otras webs sobre James Bond y agentes secretos que existen en Internet. Y sorprendentemente encuentra la gran omisión de no catalogar a Enter The Dragon dentro del género. Es cierto que Bruce Lee no se viste de smoking, toma Martinis agitados y no revueltos, ni carga una parafernalia de gadgets. Pero indudablemente Enter The Dragon (conocida aqui como Operación Dragon) participa de muchas de las premisas tanto de la serie 007 como del espionaje en general: espia reclutado es enviado a infiltrarse a una base, atentan contra su vida, descubre la verdad oculta, y desata una batalla campal, invasión incluída. Hay un cerebro criminal carismático y hay una relación fluída entre éste y nuestro héroe. Si el servicio secreto británico recluta a Bruce Lee, ¿por qué no considerarla una película de espías?

El tema es que las artes marciales deslumbran todo, siquiera la excusa inicial para disparar la trama. Enter The Dragon es a todas luces un clásico: no sólo posee escenas y diálogos memorables, sino que funda un género entero. No es que antes de 1973 no existieran películas de artes marciales – la industria cinematográfica de Hong Kong y China se alimentaba de eso -, pero nunca tuvieron el alcance mundial como el que obtuvieron después de este film. Un público ávido de patadas voladoras acudiría en masa a los cines durante los 70 y parte de los 80, en plena euforia del cine de artes marciales. Si se pueden mencionar fenómenos que eclipsaron a la Bondmanía de los 60, sólo se pueden nombrar dos ejemplos de filmes basales que generaron una avalancha de imitadores y que desviaron parte del público habitual del agente británico: Enter The Dragon y, por supuesto, Star Wars.

El argumento del film es por todos conocido. Sin embargo, para la época es aún material fresco y realizado de modo impecable. Toda la ralea (en general baja) de imitadores que lo han seguido no han podido igualar y menos superar a la cinta de Bruce Lee. Desde Mortal Kombat, pasando por The Best of The Best, o películas de otros artistas marciales (Jean Claude Van Damme, Chuck Norris) han copiado punto por punto la trama de Operacion Dragon pero no han capturado el carisma del film. Incluso Bolo, el forzudo chino que participa en la cinta, reiteraría su papel durante muchos años en películas similares. Y sin mencionar la avalancha de pésimos imitadores de Bruce Lee que invadirían las pantallas en los 70 con producciones generalmente lamentables.

La trama es básica, pero en la pureza encuentra la perfección del clásico. Bruce Lee es reclutado para infiltrarse en la Isla del Sr. Han, para descubrir que oculta en sus instalaciones. Lee es un héroe lacónico, de oscura presencia. Es un hombre que carga con dolor en su alma, y que reprime su furia. Ni bien llega a la isla y comienza a participar en los torneos, vemos que es despiadado y letal. Es un asesino que frena sus instintos de venganza, en pos de cumplir la misión primero, pero que no despreciará las oportunidades que tenga para cobrarse deudas con Han. Y si bien es un hombre mal herido espiritualmente, es también un tipo frío y calculador, que evalúa constantemente las posibilidades de ataque – solo lo hace cuando es preciso, no utiliza violencia excesiva a menos que la situación lo amerite -. Comparado con el Bond de Dr. No – que destilaba un aire de asesino implacable -, Lee es un equivalente que no gusta del estilo ni de la clase de 007, pero que resulta más letal por poseer motivos personales. Es una fuerza imparable de destrucción, reprimida hasta el momento en que considere conveniente desatarla.

Y si Lee es un héroe muy oscuro, como villano Han no se queda atrás. La presencia que le da Shih Kieh es impresionante; un hombre de refinados modales que puede ordenar acciones crueles sin inmutarse. Considerando que lo que hoy conocemos como blockbusters (las películas tanque que arrasan la pantalla) empezaron con James Bond en los 60, y que Enter The Dragon sería una de las primeras en arrebatarle el puesto central – un hecho que llegaría hasta nuestros días, donde cada estudio prepara una serie de filmes tanque para arrasar la taquilla -, el film obtuvo mucho éxito en gran parte a tomar elementos bondianos (el héroe, espía y asesino; el villano brutal; la base secreta a ser volada), devolverlo a sus esencias y enfatizar los matices más oscuros y crueles de los personajes centrales. Si Bond era un modelo de asesino con clase – al que se le fue limando oscuridades durante los últimos films de Connery – y era el modelo cinematográfico de accion por excelencia durante los 60, pierde el puesto en los 70 con iconos como Bruce Lee, que son aún más salvajes y despiadados pero con el carisma suficiente como para que el publico no los rechace. En el fondo estamos hablando de asesinos con causa justa – vale recordar los diálogos entre Bond y Scaramanga en The Man With The Golden Gun, que casualmente incluiría artes marciales y copiaría la secuencia final de los espejos de Enter The Dragon (escena que ambos filmes toman en realidad de la conclusión de The Lady of Shangai de Orson Wells) -. Pero quitemos las credenciales y los motivos, y veremos que el héroe y el villano no son más que individuos crueles que por una u otra razón operan de lados diferentes de la ley.

Así mismo la película, basada en un borrador de Lee, contiene muchas ideas personales del actor y de la particular filosofía del arte marcial que había creado – Jeet Kune Do -. Ciertamente se encuentran camufladas entre líneas – su intención era que fuera un vehículo para una nueva filosofía en artes marciales, donde cuerpo y espíritu actúan como uno solo a la hora del ataque y la defensa, y donde era posible generar una línea de conducta para evaluar al entorno que lo rodea -. El mismo se considera un arma en continuo perfeccionamiento, y que sólo debe entrar en acción en graves circunstancias, ya que su uso puede ser letal. Mucha de su filosofía, lamentablemente, fue podada por el otro guionista o quedó en el cuarto de edición (por ejemplo, en un momento Bruce Lee decía: “Cuando mi oponente se expande, me contraigo, y cuando se contrae, me expando, y cuando hay una oportunidad, yo no golpeo. Golpea por sí mismo.”).

El film contiene muchas escenas memorables de combate; es también una fuente incontable de anécdotas durante el mismo rodaje (extras retando a Bruce Lee; peleas filmadas que fueron reales más que coreografiadas por problemas entre Lee y miembros del casting). Y Lee exhibe no sólo un carisma impresionante que le otorga el merecido status de ícono cinematográfico, sino que además era un artista marcial envidiable. La velocidad de sus peleas es inconcebible; y como actor, su rol es cumplido de modo eficiente acorde a sus capacidades actorales. Dejando de lado a Lee y a Kieh, el resto cumple de modo regular con sus tareas, aunque Saxon – a pesar de practicar artes marciales en su vida privada – no de la talla de un peleador experto (como despacha a Bolo es poco convincente), o que entre Saxon y Jim Kelly (otro actor que se volvería ídolo en los 70, como un Bruce Lee negro) reciten algunos diálogos que suenan ridículos o faltos de convicción. Incluso el libreto le da por momentos un protagonismo a Saxon que no debería, además que no es un buen actor – los intentos de seducción de Han para que ingrese en su organización criminal podrían haber pasado directamente por el personaje de Lee – (trivia aparte: ¿a Saxon lo habrán elegido por un aire a Connery?). El guión podía haber omitido perfectamente ambos personajes sin que la trama se viera afectada – posiblemente Roper y Williams sean ocurrencias del guionista Allin para darle un color multirracial al film, y no invenciones de la pluma de Bruce Lee -, amén que estén desarrollados como caricaturas – el personaje Williams es una fantochada -. Pero posiblemente esto pase porque en Hollywood no confiaban en que un actor chino pudiera cargar con éxito el film frente a las plateas yanquis y decidieron americanizar el libreto (un prejuicio idiota de la época; fijense sino ahora, donde hay blockbusters comandados por Jackie Chan o Jet Li).

Como curiosidades, en el casting figuran Jackie Chan y Sammo Hung, en papeles ínfimos – entre las decenas de luchadores que acuden a la isla -. El film cuenta con otra banda sonora memorable de Lalo Schifrin, acorde al espíritu de la trama. Y es una lástima que Lee falleciera tres semanas antes del estreno de la película. Las razones son dispares: algunos sostienen que consumía droga, otros que estaba experimentando con su peso – para volverse más rápido -, lo cierto es que un edema cerebral truncó su vida en el apogeo de su carrera. Quizás, al igual que James Dean, su muerte y su escaso legado cinematográfico (pero de calidad) sea lo que le brinde alcance de leyenda – ¿como hubiera seguido la historia sin Lee continuara vivo y filmando peliculas de menor calidad? -. Como una supernova, brilló en toda su intensidad en una última ocasión antes de extinguirse.

5 CONNERYS: Gran clásico de las artes marciales. Cuenta con algunos diálogos y situaciones terribles, pero la mayoría del film y el brillo de Bruce Lee lo transforman en una película memorable. Toma elementos clásicos bondianos para construir la trama, básica pero efectiva, que sirva de excusa para exhibir los maravillosos combates coreografiados por Lee. El final del laberinto de espejos es una secuencia inolvidable, y 007 la tomaría para The Man With The Golden Gun.