Crítica: Dracula (1979)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1979: Frank Langella (Conde Dracula), Laurence Olivier (Abraham Van Helsing), Kate Nelligan (Lucy Seward), Trevor Eve (Jonathan Harker), Donald Pleasence (Dr Jack Seward), Jan Francis (Mina Van Helsing), Tony Haygarth (Renfield)

Director: John Badham, Guión: W.D. Richter, basado en la novela de Bram Stoker y en la adaptación teatral de John L. Balderston & Hamilton Deane

Trama: El buque Demeter se estrella contra los acantilados de la costa de Inglaterra en medio de una gran tormenta. La joven Mina Van Helsing – quien se hospeda en la casa de los Seward, cercana a la costa – presencia el incidente y acude a ayudar, sólo para descubrir que toda la tripulación del Demeter ha muerto y que el único superviviente es el conde Drácula. Sabiendo que Drácula ha adquirido una abadía cercana a su mansión, los Seward deciden invitar al conde a cenar; pero tras el evento, Mina se enferma gravemente y termina por fallecer. Su padre Abraham Van Helsing acude al entierro pero, tras examinar el cuerpo de su hija, llega a la conclusión de que ha sido atacada por un vampiro humano. Van Helsing no tarda en deducir que todo es obra de Drácula, y que ahora el conde se encuentra tras los pasos de Lucy Seward, a la cual desea poseer para convertir en su novia inmortal. Van Helsing, Seward y el novio de la muchacha – Jonathan Harker – emprenderán una desesperada batalla para salvar al alma de la chica de las garras de la oscuridad, así como para destruir a la demoníaca criatura que asola la región.

Arlequín: Crítica: Dracula (1979)

Dracula (1897) de Bram Stoker es la novela seminal que dio origen a toda la mitología acerca de los vampiros. Hay centenares de adaptaciones (oficiales o no) del libro, de las cuales sólo un puñado valen la pena. Con el tiempo los guionistas comenzaron a perderle el miedo al mito, y empezaron a crear sus propios vampiros (Yorga, Blacula, Subotai, etc), pero hasta hace un par de décadas resultaba inimaginable que un vampiro no llevara el nombre de Dracula como para resultar creíble. Y entre esas contadas adaptaciones potables se suele citar a la de 1931 con Bela Lugosi, la de 1958 de la Hammer con Christopher Lee, el Nosferatu de Murnau de 1922, y la de Francis Ford Coppola de 1992. Pero muchísimos críticos e historiadores omiten olímpicamente a esta versión 1979 del grupo de destacados, considerándola demasiado fashion y blanda. Pero lo cierto es que el Dracula de John Badham es una de las más finas adaptaciones del personaje, y sin dudas la mejor hecha hasta el año de su estreno.

Seamos realistas. En más de una ocasión he dicho de que hay ciertas obras a las cuales se debería prohibir por ley la realización de futuras adaptaciones, ya que han realizado millares hasta el punto de la saturación. Ese es el caso de Frankenstein, Jekyll y Hyde, el Hombre Lobo, la Momia y Drácula¿cuántas veces mas van a contar la misma historia, que es una que la recontra sabemos todos? -. Inventen otros vampiros, lobizones, momias, hombres reconstruídos… pero no repitan hasta el hartazgo lo que ya sabemos. El tema es que, en el caso de Dracula, el marketing está hecho y es gratis, debido a tener 100 años de historia y centenares de adaptaciones con dicho nombre. Eso no impide que a veces se hagan atrocidades artisticas mansillando una buena marca.

No soy un fan de las adaptaciones de Drácula por los motivos ante mencionados, aunque creo que debo ver las versiones que se consideran más innovadoras sobre el tema. De hecho, esta versión 1979 es en realidad un reciclado de la pieza teatral que sirvió de base para el Dracula de 1931 con Bela Lugosi. Acá el guionista W.D. Richter (autor de la remake 1978 de La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos, pero también de cosas bastante chotas como Stealth) introduce bastante cambios, que consisten en podar el primer tercio de la historia (saltando directamente al naufragio del Demeter) y alterar la filiación de los protagonistas. Ahora Mina es la hija de Abraham Van Helsing, lo que le da mayor motivación al personaje para ensalsarse en una guerra personal con el conde de Transilvania. Por lo demás, los diálogos siguen los lineamientos de la puesta teatral de John L. Balderston & Hamilton Deane (como la clásica frase “yo nunca bebo … vino”) con bastante fidelidad.

Hay dos elementos que sobresalen en esta versión, y por los cuales la considero una de las mejores realizadas sobre el personaje. El primero es que hay un muy buen equilibrio entre el conde y Van Helsing, villano y héroe de la historia, que en otras adaptaciones no existe. Tanto en las versiones 1931 como 1958 hay un enfoque excesivo en Dracula, y los Van Helsing de turno quedan relegados a segundos puestos, hablando demasiado y haciendo muy poco. Pero aquí el Van Helsing de Laurence Olivier es realmente decidido y se anda sin vueltas, e incluso tiene su cuota de momentos compartidos con Frank Langella como para que ambos actores brillen intercambiando perfomances. Es un héroe inteligente y expeditivo que compensa al carismático villano. El otro punto es el enfoque de Drácula en sí. En la versión de 1931 era un villano de etiqueta, con acento raro y mirada siniestra; en la versión 1958 era un demonio sexual, que hipnotizaba a sus víctimas y las atacaba salvajemente; y no menciono la versión no oficial de Murnau en Nosferatu, simplemente porque allí el personaje era un monstruo sin ningún tipo de camuflaje social y físico como en las adaptaciones clásicas. Pero en la versión 1979, el conde es un hombre realmente seductor, cuyas víctimas caen bajo su influjo por su belleza y sensualidad. Mientras que el Drácula 1958 de Christopher Lee era un depredador sexual que obligaba a sus víctimas, el conde de Frank Langella es uno que posee suficientes armas de seducción por su propia naturaleza – uno podría afirmar que las mujeres se entregarían igual aunque no tuviera poderes; y que su imagen tiene algo de intoxicante y afrodisíaca -, lo cual es innovador y fascinante.

Eso no quita de que la versión 1979 de Dracula no tenga algunos problemas. Hay un puñado de momentos de shock en el filme, pero son pocos si uno considera que estamos hablando de una película de terror. Badham a veces dirige demasiado rápido y mitiga el clima del relato – es un filme que se hubiera beneficiado con unos minutos extra para generar atmósfera en ciertas escenas -. Pero las performances de todo el cast, especialmente la de Langella, son excelentes. Hay momentos notables en el filme que van desde las conversiones de Dracula en lobo, el excepcional ataque al manicomio, el descubrimiento de Mina Van Helsing en las catacumbas, hasta el muy buen final – que deja la puerta abierta a que el personaje regrese -. Sencillamente es una versión de Dracula que merece ser revalorada y ubicada entre las mejores, ya que es equilibrada, tiene sorpresas y mantiene el espíritu del libro original con gran fidelidad, pero a su vez con brillo propio.

DRACULA

Otras versiones de Dracula comentadas en este portal: Dracula (1931) de Tod Browning y con Bela Lugosi; Dracula (1958) de Terence Fisher y con Christopher Lee; Dracula (1979) de John Badham y con Frank Langella. Nosferatu (1922) es una adaptación no oficial realizada por F. W. Murnau.