Crítica: Duro de Matar: La Venganza (Die Hard 3 With a Vengeance) (1995)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1995: Bruce Willis (John McClane), Jeremy Irons (Simon Gruber), Samuel L. Jackson (Zeus Carver), Graham Greene (Joe Lambert), Colleen Camp (Connie Kowalski), Larry Bryggman (inspector Walter Cobb)

Director: John McTiernan, Guión: Jonathan Hensleigh sobre personajes creados por Roderick Thorpe, Musica – Michael Kamen

Trama: Nueva York comienza a sufrir ataques terroristas con bombas plantadas a lo largo de la ciudad. El responsable – que dice llamarse Simon – contacta a la policía y les exige como interlocutor a John McClane. McClane debe resolver numerosos acertijos que Simon le va planteando, a medida que va desarmando explosivos en distintas zonas de la ciudad. Las agencias de seguridad se movilizan y pronto identifican al terrorista como Simon Gruber, el hermano del criminal al cual McClane mató años antes durante el secuestro del Nakatomi Plaza. Todo parece indicar que se trata de una venganza y que Gruber tiene a la ciudad como rehen para hacer con McClane lo que se le plazca, pero el policía comienza a sospechar de que hay un propósito oculto tras toda la operación. Y visitando el lugar de uno de los atentados, McClane descubre que las verdaderas intenciones de Gruber era robar todo el oro de la Reserva Federal Americana, cuyos dispositivos de seguridad quedaron anulados por la explosión de una de las bombas.

Arlequín: Crítica: Duro de Matar: La Venganza (Die Hard 3 With a Vengeance) (1995)

Duro de Matar (1988) posiblemente sea uno de los mejores filmes de acción de todos los tiempos (si no es el mejor). Prácticamente redefinió el género; más allá de que pronto salieran clones por todos lados (de los cuales, Pasajero 57 es el más aceptable), cambió los códigos narrativos en el cine de acción. Héroes destruidos pero siempre en pie, duelo de ingenios entre héroe y villano, acción desproporcionada y numerosas vueltas de tuerca en la trama. Y lo fundamental: un ritmo envidiable.

Por supuesto vino la secuela en 1990, que es también excelente más allá de que Renny Harlin intentara por momentos imitar (mal) a Sam Peckinpah. Y entonces la serie entró en una pausa, en parte por el desbordamiento de clones y en parte por la decisión artística de Bruce Willis de alejarse del personaje para evitar el encasillamiento. Sin embargo Hollywood no desiste de liberar una gallina de los huevos de oro cuando la ha encontrado, y comenzó a trabajar en secreto en una nueva secuela.

Pero cuando se estrenó Duro de Matar 3: La Venganza las críticas fueron menos entusiastas que con las entregas anteriores. La taquilla fue excelente pero de todos modos la serie entró en el freezer por 12 años (hasta Duro de Matar 4.0), y la verdad es que no se entiende muy bien el por qué. Es posible que Willis no quisiera regresar otra vez al personaje, o que los productores quisieran darle aire a la saga, o bien que la crítica diera la impresión de que la tercera entrega era “buena pero no excelente”. En todo caso podría decirse que se tratan de marcas de fábrica muy bien custodiadas, que sólo salen a luz cuando un proyecto decente puede tomar su nombre: es una tendencia que comenzó con Alien, y siguió con Terminator. Las secuelas tardan tantos años en llegar que cuando lo hacen, es porque se tratan de productos sólidos que pueden justificar la portación de nombre.

El tema es que Duro de Matar 3 está injustamente catálogada como una secuela débil. Es obvio que nada puede igualar al impacto de la gran aventura del Nakatomi Plaza, pero a mi juicio Die Hard 3 es tan buena como la 2, o incluso levemente superior. Está de regreso John McTiernan, que para mí gusto es uno de los mejores directores de acción que existen, pero que lamentablemente no tiene un buen criterio a la hora de elegir sus proyectos (acá venía de un par de horrendos fracasos como The Medicine Man y The Last Action Hero). Bruce Willis mantiene el carisma intacto, y el clima de los filmes anteriores se mantiene.

Como siempre, la saga mantiene su identidad. Hay una gran amenaza – siempre de uno u otro modo involucra el secuestro de algo – y una trama oculta, con abundantes vueltas de tuerca. Acá las conexiones con el primer film son directas, ya que Simon viene a vengar la muerte de Hans Gruber, el villano del Nakatomi Plaza. Jeremy Irons tiene un papel excelente, si bien no llega a la altura de Alan Rickman: hay astucia, buenas líneas e improvisaciones sobre la marcha. Es mejor que el trío de malos de Duro de Matar 2. Es cierto que los planes siempre son disparatados, pero acá es muy raro que la película haga pausas y nos deje pensar en su coherencia. Si hay algo que sí resulta obvio y artificial es el desenlace, con el tema de las famosas aspirinas que le deja Gruber a McClane. Pero todo el resto – incluso la excelente incorporación de Samuel L. Jackson como el negro racista que es forzado a acompañar a McClane – es realmente bueno.

Lo que resulta interesante de descubrir en el film, es cómo ha cambiado el mundo después del 11/9. Aquí están los paneos con las Torres Gemelas de fondo, pero fundamentalmente está el tema de utilizar a Nueva York como víctima de atentados terroristas. En general los americanos siempre han tomado como simbolo a Nueva York, y como tal la han hecho objeto de todo tipo de desastres naturales y provocados. Para un americano conservador de hoy, ver manzanas enteras bombardeadas o subterráneos explotando suena como reírse del funeral de su propia madre que falleció ayer. Filmar Die Hard 3 al día de hoy sería imposible; y a pesar de que para 1995 los atentados en suelo americano no eran novedad – estaba el de Oklahoma y la bomba del World Trade Center -, podían darse el lujo de bromear cinematográficamente sobre temas similares. Hay en el fondo de filmes como éste y similares, cierto tufillo a invulnerabilidad. Cuando un osado se atreve a mancillar suelo americano, es perseguido y castigado, y siempre los daños son contenidos. Es posible que todo ello tenga que ver con el clima político de la época, con las administraciones Reagan y Bush padre, que terminaron por generar una oleada de patriotismo masivo y un decidido aire de supremacía. Esto de ningún modo es un comentario político, pero uno deduce que la gente bromea sobre cosas malas que le han sucedido porque tiene la plena seguridad que ha tomado todas las medidas para evitar repetirlas. Es algo similar a lo ocurrido con la Guerra de Vietnam, que por años fue la gran herida abierta de los norteamericanos, y que después terminaron por tomarla en broma (MASH) e incluso darle la falsa perspectiva de una seudo victoria (Rambo II). Es como si dijeran de que el sistema puede tener una falla (o caída) y que queda como una anécdota.

Pero más allá de su lectura como cápsula del tiempo, Duro de Matar 3 sigue siendo espectacularmente entretenida. Y el paso de los años sólo ha servido para confirmar su status de sólido filme de acción, que sobrevive en el recuerdo entre miles de películas que desaparecen en el anonimato al poco tiempo de estreno.

DIE HARD

La saga de Duro de Matar se compone de: Duro de Matar (1988), Duro de Matar 2 (1990), Duro de Matar 3: La Venganza (1995), Duro de Matar 4.0 (2007) y Duro de Matar 5: Un Buen Día para Morir (2013)