Crítica: La Danza de los Vampiros (1967)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1967: Jack MacGowran (profesor Abronsius), Roman Polanski (Alfred), Ferdy Mayne (conde von Krolock), Terry Downes (Koukol), Iain Quarrier (Herbert von Krolock), Alfie Bass (Chagal), Fiona Lewis (Magda), Sharon Tate (Sarah Chagal)

Director: Roman Polanski, Guión: Roman Polanski & Gerard Brach

Trama: Mediados del siglo XIX, Transylvania. El profesor Abronsius y su torpe ayudante Alfred han llegado a un pueblo en busca de vampiros. Alfred ha quedado prendado de Sarah, la hija del posadero, pero – cuando intentaba realizar un avance amoroso – la chica resulta secuestrada por un vampiro. Siguiendo el rastro, Alfred descubre que la muchacha se encuentra prisionera en el castillo que domina la comarca. Ahora Abronsius y Alfred deberán internarse en la morada del conde von Krolock para salvar a la doncella, desconociendo que el conde está a punto de realizar una enorme fiesta con todos los integrantes de la familia vampírica en lo que parece ser una bacanal… y donde Sarah es el plato principal de la noche.

La Danza de los Vampiros Siento sonar antipático, pero debo figurar en el 5% del padrón de espectadores de todo el planeta a los cuales La Danza de los Vampiros (o, como debería ser el título original traducido como corresponde, “Los Intrépidos Asesinos de Vampiros”) no les mueve ni un pelo. Era una de las películas favoritas de mi madre, y aún no me explico el por qué. Es más que probable que la haya visto en un momento muy especial de su vida, ya que en realidad el cine no funciona tanto como espectáculo sino como mojón que marca momentos históricos (y emocionales) de nuestra vida. Pero si uno se atiene a sus cualidades cinematográficas, flojo sería el calificativo más adecuado para refrendarla.

Polanski le pone toda la onda, y sin dudas es una comedia amable. Consigue buenas actuaciones y utiliza unos decorados de la hostia pero, por otra parte, la comedia es tibia. Quizás hay mucha comicidad física (tipo slapstick), para lo cual se precisa gracia y comediantes adecuados. Aquí la dupla de MacGrowan y Polanski zafan, pero hay momentos en que sus boberías terminan por hartar.

La historia es bien simple: dos torpes van de gira a exterminar vampiros a Transylvania y terminan topándose con un nido de ellos. Como la chica que le interesa al torpe héroe fue secuestrada, los ineptos cazadores deben incursionar en un lugar infestado de chupasangres. Los chistes pasan porque estos dos bobos se llevan todo por delante, pierden sus herramientas de trabajo – cruces, estacas, agua bendita, etcétera -, se topan con vampiros gay, pelean con secuaces deformes que utiliza un ataud como trineo, se meten en un baile de salón en donde todos los integrantes son decrépitos muertos vivientes, y terminan por error desparramando la maldición vampírica por el mundo el lugar de erradicarla. Pero todo ello está matizado por correrías que a veces se hacen demasiado largas y escasas de gracia.

Mientras que Polanski tiene cierto feeling como actor de comedia, el que me resulta tremendamente chocante es Jack MacGrowan. No es un mal comediante, pero entre el maquillaje y su físico decrépito – y estamos hablando de un tipo que apenas tenía 48 años cuando rodó el filme, aún cuando aparenta tener 30 años más – parece un cadáver ambulante. Si tuviese el poder de cambiar la historia, hubiera encajado a Peter Sellers en el rol, y el resultado hubiera sido muchísimo mejor.

Sin dudas hay algún que otro gag que da resultado – como cuando Polanski huye del vampiro gay que intenta seducirlo, o el accidental descubrimiento (por parte de la dupla principal) de que ellos son los únicos que se reflejan en un enorme espejo… cuando están en medio de un atestado baile de vampiros -, pero el grueso de los intentos me resulta fallido. Será que todo es tan exagerado y maniático que impide generar momentum cómico, o que la historia está demasiado estirada. Como sea, es un filme digerible pero no uno que me gustaría recomendar, ya que pienso que 90 minutos de mi tiempo estarían mejor invertidos viendo una película más lograda.