Crítica: El Ataque de los Cangrejos Gigantes (Attack of the Crab Monsters) (1957)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1957: Richard Garland (Dale Drewer), Pamela Duncan (Dra. Martha ‘Marti’ Hunter), Russell Johnson (Hank Chapman), Leslie Bradley (Dr. Karl Weigand), Mel Welles (Jules Deveroux), Richard H. Cutting (Dr. James Carson), Beach Dickerson (marinero Ron Fellows), Tony Miller (marinero Jack Sommers), Ed Nelson (oficial Quinlan)

Director: Roger Corman, Guión: Charles B. Griffith

Trama: Un grupo de científicos llega a una isla del Pacífico para investigar el paradero de la expedición anterior, de la cual no tienen noticias desde hace semanas. Pero el hidroavión que debía regresar en dos semanas a buscarlos sufre un terrible accidente, y el grupo queda totalmente aislado. La expedición previa tenía la misión de investigar las secuelas producidas por la radiación de las pruebas atómicas desarrolladas en el atolón de Bikini, el que se encuentra próximo a la isla; pero el lugar se encuentra totalmente desolado, sin indicios del destino probable de los desaparecidos científicos. Una serie de misteriosos incidentes – fuertes temblores de tierra; cambios repentinos en la geografía de la isla; la presencia de las voces de los científicos desaparecidos – alertan a la expedición de que sucesos fuera de lo normal están aconteciendo. Y no pasará mucho tiempo hasta que descubran que una gigantesca raza de cangrejos mutantes habita la isla, y que ha fusionado sus mentes con la de los científicos de la expedición a quienes han devorado.

El Ataque de los Cangrejos Gigantes El Ataque de los Cangrejos Gigantes es otro filme de stock de Roger Corman, el rey del bajo presupuesto. Para finales de los cincuenta Corman trabajaba como director para Allied Artists y decidió despacharse con su propia versión del género de monstruos atómicos – tan de boga en aquella época -, sólo que estaba hecha con dos pesos con cincuenta. A su lado estaba Charles B. Griffith, un secuaz habitual de Corman, y ambos darían a luz en 1960 la célebre La Tiendita del Horror.

Attack of the Crab Monsters es una película de género medianamente competente, en donde el presupuesto y Corman atentan contra ella y contra la posibilidad de transformarla en un pequeño clásico del género. Hay algunas ideas realmente fascinantes en el libreto – la isla que cambia su geografía todos los días, con la aparición / desaparición de túneles, precipicios y colinas por la acción continua de excavación de los cangrejos mutantes; y en especial la fabulosa e inquietante premisa de que las mentes de los científicos han sido absorbidas por las criaturas al devorarlos, lo que permite que los monstruos tengan cierta personalidad -. Con esto y un par de títeres de papel maché serían más que suficientes para generar un filme barato, potable, con escasos escenarios e insumo de recursos. El problema más grave pasa por la puesta en escena de Corman, a quien sólo le interesa rodar rápido y barato, y no hace el más mínimo esfuerzo de lograr performances potables de todo el cast. Aún cuando la troupe de actores del film tuviera bastante experiencia previa en el rubro de la serie B, no hay ninguno que pueda actuar de modo decente en esta ocasión. Y ello no pasa por una cuestión de diálogos – que no son horrendos sino simplemente puro stock -, sino que da la impresión de que no hay nadie que se encuentre cómodo al rodar esta película. Será por un tema de las exigencias de Corman o por las inclemencias de los escenarios naturales… el tema es que una obra de teatro de barrio con actores aficionados es Shakespeare en comparación con la calidad de las performances de Attack of the Crab Monsters.

El otro punto es el diseño de los cangrejos. Es bastante potable, e incluso se ven bien en planos compartidos con los actores; la única macana es que a algún cerebro de la producción se le ocurrió insertarle unos ojos como los de la rana René que son claramente ridículos. Pero sino fuera por ese detalle, serían unos monstruos competentes. Incluso la performance bastante estática de los cangrejos es coherente con la escasa movilidad de sus contrapartes naturales; y en el clímax, la batalla final con los monstruos al filo del risco es una de las escenas mejor compuestas y más recordadas de la película.

En los datos para la trivia, está Mel Welles – de La Tiendita del Horror – haciendo de científico parlachin con un ultrafalso acento francés. También figura Ed Nelson, de La Caldera del Diablo, Night of the Blood Beast, Invasion of the Saucer Men y Midway (entre otras toneladas de series de TV y películas); y Russell Johnson, siglos antes de extraviarse en La Isla de Gilligan.