Crítica: Contacto (1997)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1997: Jodie Foster (Ellie Arroway), Matthew McConaughey (Palmer Joss), Tom Skerritt (David Drumlin), James Woods (Michael Kitz), John Hurt (S.R. Hadden), David Morse (Ted Arroway), William Fichtner (Kent Clark), Angela Bassett (Rachel Constantine), Jena Malone (joven Ellie), Jake Busey (Joseph)

Director: Robert Zemeckis, Guión: Michael Goldenberg & James V. Hart, basados en la novela homónima de Carl Sagan & Ann Druyan

Trama: La radio astrónoma Ellie Arroway ha captado una señal extremadamente potente procedente de la estrella Vega, ubicada a 26 años luz de la Tierra. Después de analizar la señal, Arroway y su equipo deducen que se trata de un mensaje de bienvenida enviado por una inteligencia extraterrestre. Pero, sin terminar de salir de su asombro, los científicos descifran un mensaje oculto en la señal, el cual contiene los planos para construir una gigantesca máquina. Después de un minucioso análisis los expertos concluyen que la máquina sería una especie de portal, el cual podría transportar a un ser humano hacia Vega y, de ese modo, establecer contacto con los extraterrestres que originaron la transmisión. Pero la construcción de la máquina pronto se topa con las reticencias de los distintos gobiernos – quienes no desean invertir miles de millones en una empresa tan arriesgada como incierta -, amén del rechazo de los fanáticos religiosos de turno, quienes ven al mensaje como una señal divina de la cercanía del fin de los tiempos. Ahora Ellie Arroway deberá embarcarse en una cruzada personal para convencer a burócratas y mesiánicos de que no dejen pasar la oportunidad histórica que se le ha presentado a la humanidad; pero pareciera que la locura y la codicia terminarán por primar, arruinando lo que podría ser la aventura más grande jamás emprendida por el ser humano en su totalidad.

Arlequín: Crítica: Contacto (1997)

A mi me gustaba mucho la serie Cosmos. Todas las semanas aparecía Carl Sagan en las pantallas de nuestros televisores – siempre munido de saco y polera -, y se ponía a disertar sobre los fascinantes misterios del universo mientras sonaba de fondo la música de Vangelis. Sagan era un espléndido presentador, y sabía contagiarte su entusiasmo por la astronomía, amén de que salpicaba todas sus disertaciones con toques de poesía y hasta de ciencia ficción. Recuerdo sus viajes astrales en una nave imaginaria con forma de estrella, y sus discursos apasionados sobre La Guerra de los Mundos de H. G. Wells mientras sonaba de fondo La Sinfonia de los Planetas de Gustav Holst.

Aunque era un científico de enorme prestigio Sagan se hizo un tiempo para incursionar en la literatura de ficción, aunque lo suyo consistía más en camuflar (con el formato típico de una novela) algunas teorías propias y altamente elaboradas sobre algún eventual acontecimiento científico que pudiera sacudir los cimientos de la humanidad. Es por ello que Contacto se erige como la obra mas racional jamás escrita sobre un posible encuentro entre la humanidad y una inteligencia extraterrestre. Todo lo que ocurre en ella está explicado en términos de implacable lógica: es absurdo concebir que, en un universo formado por millones de planetas y estrellas, sólo exista la Tierra como única morada de una raza inteligente; que si existieran otros seres inteligentes, éstos no intentarían contactarnos en otros términos que no fueran los de amistad, curiosidad y entendimiento; y que semejante diálogo sólo podría provenir a través de un lenguaje común y universal como es el de las matemáticas. Acá no hay enanitos verdes masacrando gente con pistolas de rayos láser, sino huérfanos que viven en los más recónditos confines del universo y que – ahora que se han encontrado – están dispuestos a trabajar juntos para encontrar respuestas sobre las dudas existenciales que les resultan comunes. La visión de Sagan es de una deliciosa riqueza de ideas, porque indica que los extraterrestres tampoco poseerían todas las respuestas sobre su propio origen, y precisarían de los humanos para poder establecer una visión cosmogónica conjunta. En un momento del climax Jodie Foster le dice a su interlocutor extraterrestre “llegué en los túneles que ustedes construyeron” (por los agujeros de gusano que debió atravesar para llegar a Vega en cuestión de segundos), a lo cual le responde: “esos túneles estaban desde mucho antes que existiéramos nosotros, y no sabemos quiénes lo construyeron”. Resulta fantástico ver a un científico del calibre de Sagan admitir que hay un punto en donde terminan las respuestas de la ciencia y comienzan las de la fe.

En ese sentido, Contacto se podría ver como una especie de viaje metafísico de la protagonista. A final de cuentas ella se reencuentra con su padre en una especie de Eden ubicado a 26 años luz de la Tierra, y el encuentro no es más que la coronación de su larguisima carrera como científica dedicada a explorar el cosmos en busca de respuestas… y de voces. Si uno quiere, podría decir que la protagonista ha camuflado su fe religiosa, disfrazándola de ateismo pragmático y eminentemente científico. ¿Realmente Ellie busca enanitos verdes en el cosmos? ¿O en realidad está buscando otros seres – que no entran en la categoría de Dioses sino que son inteligencias con una visión diferente del universo – que le puedan proveer respuestas sobre lo que ocurre después de la muerte?. ¿Alguien que le explique dónde ha ido a parar su padre?. La secuencia de inicio es particularmente ilustrativa al respecto: la joven Ellie pierde a su padre y, al dia siguiente, intenta ubicarlo en el éter utilizando su radio de onda corta. Esa preocupación ha mutado con el paso de los años, y ahora utiliza antenas enormes e infinitamente más poderosas.

Sin dudas la historia personal de la protagonista es una de las mejores bazas de Contacto. La otra es la progresión de los sucesos, guiada por la más estricta lógica, y plagada de aspectos fascinantes. La llegada de la señal extraterrestre – que incluye la “devolución” de la primera transmisión mundial de televisión, originada en los juegos olímpicos de la Alemania Nazi de 1936 -, el desciframiento de la información, el descubrimiento de los planos para construir una gigantesca máquina capaz de lanzar a un ser humano a los confines más recónditos del universo en cuestión de segundos… Lástima que todo esto termina siendo opacado por una troupe de torpes villanos de cartón pintado que terminan resultando sumamente molestos – en especial el ambicioso científico estrella que compone Tom Skerritt -, amén de que el romance con Matthew MacConaughey se ve completamente innecesario. Esas cosas rebajan la carga dramática de Contacto al nivel de un melodrama barato – la protagonista vive sufriendo desgracias y nunca puede obtener lo que quiere, y sólo después de pasar las mil y una terminará triunfando -, y dañan los logros de una brillante construcción intelectual. Sin el melodrama Contacto habría tenido una hora menos y hubiera incrementado notablemente su efectividad.

Contacto es un gran filme, lástima que posee algunos componentes dramáticos de cuarta. Es apasionante y discute temas fundamentales sobre la existencia humana con una gran altura. La performance de Jodie Foster es simplemente brillante – posee una capacidad fenomenal para transmitir todas las emociones encontradas que vive su personaje -, y la dirección de Robert Zemeckis es notable. Pero el libreto precisaba una pulida para quitar lo distrayente y centrarse en lo importante. Lo que ocurre – según mi opinión – es que los libretistas estaban inseguros de que el tema de por sí fuera lo suficientemente atractivo, y decidieron incluir (o enfatizar) cosas que son de stock, como necios, conspiradores o fanáticos suicidas de último momento, componentes que son propias de películas más comunes y que aquí desentonan fuertemente con el resto del nivel que mantiene la historia.