Crítica: Cleopatra Jones (1973)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

calificación 3/5: buena USA, 1973: Intérpretes: Tamara Dobson (Cleopatra Jones), Bernie Casey (Reuben), Brenda Sykes (Tiffany), Antonio Fargas (Doodlebug Simkins), Dan Frazer (Crawford), Shelley Winters (Mommy)

Director: Jack Starrett – Guión: Max Julien & Sheldon Keller

Trama: La agente especial Cleopatra Jones – perteneciente a una organización internacional de lucha contra la droga – lleva a cabo un operativo en Turquía que culmina con la destrucción de numerosos campos de amapolas – las que se usan como material de base para fabricar opio y otras drogas -. Esto no le ha causado ninguna gracia a “Mommy” – la líder criminal propietaria de dichos campos -, la cual ha decidido vengarse de Jones en su propio terreno. Para ello ha comenzado a incriminar a los amigos de Cleopatra, plantándoles droga a través de los policías corruptos que responden a sus órdenes. Ahora Cleopatra se ve obligada a regresar a Norteamérica a combatir a Mommy en su propio barrio, desatando una batalla campal que culminará con una montaña de muertos en las calles.

Cleopatra Jones (1973)En 1971 Shaft tomó por asalto las pantallas de todo el mundo, y demostró que los héroes negros eran rentables y populares. Así se disparó el género conocido como blaxploitation, el que extendería su reinado durante la siguiente década y le daría enormes réditos a estudios grandes y pequeños por igual (para tener una idea del filón de oro que representaba el género, la AIP dejó de producir películas de terror para dedicarse a esta clase de filmes). Y, entre toda esta avalancha de testosterona morena, resultaba indispensable que surgiera una heroína de color. Así es como, en 1973, nació Cleopatra Jones.

A primera vista Cleopatra Jones viene a ser una especie de versión femenina y morena de James Bond. Agente del gobierno envuelta en misiones internacionales, espectaculares vestidos, coches sensacionales y su correspondiente cuota de gadgets. Como el presupuesto de producción no daba para tanto despliegue, decidieron mandarla de vuelta a Norteamérica a los cinco minutos de comenzado el filme, con lo cual tenemos un vulgar policial camuflado de “intriga internacional” – en vez de matones rusos y chinos, tenemos a vulgares cafishos morenos y mafiosos de poca monta -. En su ciudad Cleo es una especie de celebridad local – la policía y los lideres comunales la respetan -, y cumple con la fantasía del proletariado afroamericano al generar un héroe moreno, respetado, adinerado y con poder. Ahi le toca enfrentar a una banda de mafiosos de la droga liderados por una lesbiana (una marca característica de la serie), los cuales no dejan de ser 5 inoperantes que teóricamente manejan billones de dólares del narcotráfico. Que alguien me explique como es que los miembros de estos “carteles” que aparecen en las películas son tan numerosos que pueden entrar en un Fiat 600. ¿Acaso no desean gastar dinero en reclutar más secuaces y subjefes? ¿Así como están – 4 tipos locos -, se bastan solitos?. No sabe, no contesta. Lo cierto es que ahi va Cleopatra Jones, pavoneándose por ahí y esquivando las balas de los torpes matones despachados por la villana de turno. Al final termina por derrotarlos por su propia inoperancia.

Como puede verse, no hay nada demasiado cerebral acá. Ni siquiera algo que pueda llamarse “pesquisa”. Cleo va, habla con un jefecito de segunda (el insufrible Antonio Fargas, de la serie Starsky & Hutch), se pone nervioso, se subleva, y empiezan a tirotearse con su antigua jefa – guerra que obviamente pierde, pero que sirve para decantar a la mitad de los malos hasta un número manejable por nuestra esbelta heroína -. Cuando Cleo se aburre, sigue a uno de los asesinos hasta su guarida y se topa con la villana. Chin pún, este cuento se acabó.

Como aventura blaxploitation, Cleopatra Jones se excede en palabras y se queda corta en la acción. Al menos acá Tamara Dobson está más medida y menos maquillada (no parece una drag queen de dos metros de altura), pero carece de carisma y pelea como una ancianita con artritis. Nada de lo que se ve aquí resulta demasiado excitante y la única que le pone garra es Shelley Winters, quien la pasa bomba sobreactuando de manera salvaje. El problema es que la Winters aparece menos de quince minutos en pantalla en todo el filme, y el resto son puras idas y vueltas de la Dobson por el barrio.

Cleopatra Jones está ok, aunque no espere demasiado de ella. En comparación la secuela – Cleopatra Jones y el Casino de Oro – tiene más energía y disparate y, por ende, es más disfrutable.

3 CONNERYS: Presentación en sociedad de la primera heroina del blaxploitation. La Dobson es mala actriz y pésima en las secuencias de acción, pero los secundarios compensan un poco las falencias de la protagonista. Igual todo se ve demasiado serio para un filme de estas características.

CLEOPATRA JONES

Cleopatra Jones (1973) – Cleopatra Jones y el Casino de Oro (1975)