Crítica: Cecil B. DeMente (2000)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Francia, 2000: Melanie Griffith (Honey Whitlock), Stephen Dorff (Cecil B. DeMente), Alicia Witt (Cherish), Adrian Grenier (Lyle), Larry Gilliard Jr. (Lewis), Maggie Gyllenhaal (Raven), Jack Noseworthy (Rodney)

Director: John Waters, Guión: John Waters

Trama: La estrella de cine Honey Whitlock se encuentra en Baltimore para asistir al estreno de uno de sus filmes en una exhibición de beneficencia. Pero la ceremonia es interrumpida por un grupo de fanáticos liderados por el director independiente Cecil B. Demente, el que secuestra a la actriz y escapa en medio de un tiroteo. Demente está abocado a realizar una feroz crítica al sistema de Hollywood, y para ello decide forzar a Honey para que realice el protagónico de su película. Utilizando tácticas de guerrilla para rodar las escenas, Honey y la troupe de Demente irrumpirán en festivales y filmaciones para castigar a los culpables de la mediocridad del cine actual y proclamar acalorados discursos idealistas. Y, a medida que pase el tiempo, Honey irá congraciándose con las ideas de Demente hasta terminar por abrazar su causa.

Cecil B. DeMented Uno debería empezar a hablar por lo que se entiende por cine bizarro. Por definición, la palabra bizarro alude a aquello que es anormal, atípico o simplemente extravagante. Pero en el caso del cine, el término tiene un sentido mucho más amplio y termina por abarcar también al mal gusto, a lo atroz y lo directamente ofensivo. John Waters es un director de cine bizarro que se ha autodenominado el rey del mal gusto. A mi juicio, es un título demasiado serio e importante como para calificar la obra de Waters. Lo suyo es atacar con tácticas de guerrilla los tabúes morales de la sociedad, pero desde un punto de vista completamente naif. Ciertamente para ver los filmes de Waters hay que tener una mentalidad abierta, pero no hay nada en ellos que sea realmente chocante. Aún cuando la filmografía de Waters esté notoriamente influenciada por otros directores que son realmente atroces y buscan el shock – como Herschell Gordon Lewis, a quien el director reconoce como una de sus fuentes de inspiración -, sus películas son radicalmente diferentes. En un filme de Gordon Lewis, un violador es una persona deleznable y capaz de las peores atrocidades; en una cinta de Waters, el mismo violador sería un buen tipo, simpático, ligeramente calenturriento, y proclamando a cuatro voces actos atroces que sería incapaz de concretar. Mientras que Lewis apunta a la ofensa y a lo despreciable, Waters opta por el patetismo.

Los filmes de Waters podrían interpretarse como pornografía barata de los años 70 rodada por Ed Wood (y pornografía setentista en el sentido de las situaciones y los diálogos absurdos que poblaban esas películas). Hay muchas situaciones sexuales o risqué, protagonizada por tipos ingenuos que desbordan de ideales disparatados. Eso termina en generar momentos de comedia en los que uno se rie tanto de los tabúes que Waters critica así como del absurdo idealismo de sus protagonistas. El incesto en Pink Flamingos es tan patético que resulta cómico. La discriminación racial en Hairspray está resuelta de un modo tan ingenuo que termina siendo graciosa. Es un director lleno de ideas, que prefiere hacer sus críticas tirando un manto de piedad sobre los temas que lo inquietan.

Pero entre los ochentas y los noventas Waters parecía haberse diluído en la maquinaria de Hollywood. Hairspray (1988), Cry Baby (1990) y Serial Mom (1994) eran mucho más standard de lo que era la filmografía habitual del director. Por ello Cecil B. DeMented es un festejado regreso a la línea risqué que siempre caracterizó a Waters.

Cecil B. DeMented podría ser la versión del secuestro de Patty Hearst rodada por Ed Wood. Hearst era la heredera del zar editorial del mismo nombre – el mismo tipo que se ofendió con Orson Welles y su Citizen Kane, y terminaría por arruinarle la carrera -, y fue secuestrada en 1974 por un grupo terrorista con la intención de ganar publicidad en los medios y exigir un cuantioso rescate; pero meses más tarde, aparecería envuelta en numerosos robos, demostrando que había por terminado de abrazar la causa de sus captores. La verdadera Hearst se volvería una amiga íntima de Waters y aparecería en una gran cantidad de filmes – aquí, por ejemplo, hace de la madre de uno de los terroristas -. Al secuestro de Hearst se sumaría el toque autobiográfico de Waters – la troupe de Cecil B. DeMented no difiere demasiado de los Dreamlanders que acompañaron al director durante años, compuesta por el travesti Divine, la ex terrorista Hearst, la ex estrella porno Traci Lords, y un largo etcétera -. Con idea de atacar la mediocridad del cine comercial de Hollywood, DeMented y Waters se dedican a explotar los clichés del género.

En realidad lo que hace Waters es explotar la misma línea temática que un año antes apareciera en Bowfinger (1999), pero esta vez en beneficio de sus propios intereses. El resultado final es raro, divertido pero no tan redondo como debería haber sido. Aquí está Melanie Griffith haciendo de Melanie Griffith – viciosa, malhablada y malhumorada -, a la que los terroristas cinematográficos intentan explotarla como protagonista de su rodaje under. La troupe de DeMente – cuyo nombre en realidad proviene de un apodo que la prensa le puso al mismo Waters, parodiando el nombre del célebre director Cecil B. De Mille – se compone de una satanista que bebe orina de cabra diabólica, una lesbiana transexual, un estilista hetero enamorado de su chofer gay, un vicioso que se droga con todo lo que tiene a mano, una ex actriz porno, un masturbador crónico y una sonidista que canta rap. Cada vez que abren la boca, se despachan con discursos altisonantes – “el cine familiar es sinónimo de censura”; “hacemos mediocres remakes de filmes europeos simplemente porque no nos gusta leer subtitulos” -, que están ok y son realidades pero no suenan tan afiladas como las críticas que pretenden ser. Los tipos corren y montan sus rodajes a toda velocidad mientras se agarran a tiros con la policía y empiezan a perder miembros del equipo. Y mientras tanto, la estrella de Hollywood empieza a convencerse de toda la mentira que la rodea en la industria.

Como sátira le falta filo; pero el enorme problema con que se enfrenta Cecil B. DeMented es el casting de Melanie Griffith en el papel principal. Griffith está visiblemente incómoda, no sólo con las líneas ridiculas que le reserva el guión – lo que es un standard de los filmes de Waters -, sino también con la versión trash de ella misma que debe interpretar. Por momentos da la impresión de haber rodado la película en un completo estado de intoxicación, absolutamente perdida de cómo debe actuar. Su performance lastima la efectividad de la película, y por ello es que terminaría nominada a los premios Golden Rasperry como peor actriz de ese año.

Cecil B. DeMented es un viaje de ida y sólo para un público selecto, acostumbrado a las bizarras comedias camp de John Waters. No es una película pulida, y no todos dardos hacen blanco; pero cuando hacen puntería, son hilarantes. La secuencia en que la troupe perseguida por la policía se refugia en un cine porno es formidable. Imaginen esto: una película hardcore llamada Extasis Anal y protagonizada por una mujer infartante y un ratón (!); la platea que llora de emoción con la escena; y el público de la sala, que se alza contra la policía como si fueran una horda de masturbadores crónicos zombies (wtf?!). Lástima que el resto de la película no sea tan genial como esta secuencia.

Vea Cecil B. DeMented; no es lo mejor de John Waters, pero definitivamente no es una hora y media malgastada de su tiempo. Tenga en cuenta que no es para todos; que conste que se lo advertimos.

JOHN WATERS

Algunos de los filmes de John Waters comentados en este portal: Pink Flamingos (1972) – Desperate Living (1977) – Hairspray (1988) – Cecil B. DeMente (2000) – A Dirty Shame (2004). Hairspray Live! es la versión en vivo de la comedia musical basada en el filme de 1988.