Crítica: Los Cazafantasmas (1984)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1984: Bill Murray (Peter Venkman), Dan Aykroyd (Ray Stantz), Harold Ramis (Egon Spengler), Sigourney Weaver (Dana Barrett), Ernie Hudson (Winston Zeddmore), Rick Moranis (Lewis Tully)

Director: Ivan Reitman, Guión: Dan Aykroyd & Harold Ramis

Trama: Peter Venkman, Ray Stantz y Egon Spengler son tres investigadores de lo paranormal que han sido echados de la universidad debido a sus excesos en el presupuesto. Decididos a financiarse privadamente, sacan una hipoteca y fundan una agencia dedicada a cazar fantasmas. Al principio la gente los toma en broma, pero después de un par de casos exitosos obtienen una gran popularidad. Mientras tanto, han recibido el caso de Dana Barrett, quien dice haber visto sucesos paranormales en su edificio. Al investigar, el trío de científicos descubre que el rascacielos está construído como una gigantesca antena receptora de energía síquica; y las cosas se ponen aún peor cuando el gobierno de la ciudad les ordena apagar sus equipos, liberando a todos los fantasmas que han capturado hasta entonces. La energía liberada va a parar al edificio de Dana, abriendo un gigantesco portal dimensional y liberando a un antiguo dios sumerio que amenaza a la ciudad. Y los cazafantasmas son los únicos que pueden detenerlo.

Los Cazafantasmas La Guerra de las Galaxias pavimentó el camino; sin embargo, no hay filme que sea más representativo de lo que es una película evento moderna que Los Cazafantasmas. Es el modelo por antonomasia del blockbuster contemporáneo. Con un año de anticipación se publicitaban los trailers en todo el mundo; es una comedia que tiene acción y efectos especiales; está plagada de frases célebres; es apta para toda la familia; y tiene capacidad para generar toneladas de merchandising y franquicias. Si Star Wars creó el modelo, Ghostbusters lo perfeccionó y masificó. Desde los ochentas hasta hoy, todos los filmes evento que han surgido (la primera Batman, Dia de la Independencia, el Godzilla de Roland Emmerich, etc) han seguido el patrón comercial de Los Cazafantasmas hasta el paroxismo.

La idea surgió de la fascinación de Dan Aykroyd por lo paranormal. En un principio era un argumento más delirante y costoso de producir – los cazafantasmas eran una especie de SWAT del futuro que viajaba en el tiempo a combatir entidades paranormales -, hasta que le presentó la idea a Ivan Reitman (quien hasta entonces era productor y había generado algunos de los primeros títulos de David Cronenberg), y éste le encomendó a su amigo Harold Ramis que puliera las ideas del libreto. Pensado como un vehículo para algunos amigotes de Aykroyd de sus tiempos de Saturday Night Live – iban a tener papeles Chevy Chase, Eddie Murphy, John Candy y John Belushi -, el fallecimiento de éste último y los problemas de agenda de los primeros terminaron por cambiar el casting. Y apenas se estrenó, se convirtió en el éxito del año.

Pero a pesar de toda su popularidad, Los Cazafantasmas no deja de ser un filme desparejo. La primera mitad, cuando los protagonistas no están cazando a alguna entidad, termina siendo plomiza. El humor de Bill Murray es molesto, y toda la charlatenería técnica es muy propia del fanatismo nerd de Aykroyd por lo paranormal, pero hacen muy densos a los diálogos. Uno se da cuenta de que el libreto tiene problemas cuando los protagonistas resultan anodinos en cualquier escena que no tenga efectos especiales. Las cosas se ponen muchísimo mejor cuando el Amo y Señor y el Guardabarreras (Rick Moranis – haciendo su mejor imitación de Woody Allen – y Sigourney Weaver) entran en acción. En especial la escena entre Murray y la poseída Weaver en el departamento de ésta resulta delirante; es una parodia perfecta de El Exorcista. A esa altura la acción y la comedia han logrado el tono exacto y van sobre engranajes aceitados. El final es memorable y delirante.

En el fondo, Los Cazafantasmas no dejan de ser una versión paranormal (y transplantada a los años ochentas) de la serie clásica Batman de 1966. Hay muchos indicios de que ésa era la intención de Aykroyd: la guarida de los cazafantasmas, la salida rampante del Ectomóvil, los diálogos camp, la visión de héroes populares y ridículos. Incluso el homenaje al Batman de los sesentas llega hasta la secuencia del primer caso de los cazafantasmas, en donde el trío se pone a hablar con un tipo en el lobby del hotel mientras aguardan el ascensor (que estoy seguro de que es alguna celebridad local, y que termina – tal como cuando Burt Ward y Adam West trepaban por las paredes y se topaban con alguna estrella abriendo la ventana – con un “sigan con lo suyo, muchachos!”). Los ZAAAP! y BUUUMP! del Batman original han sido reemplazados por rayos láser y toneladas de mocosidades y malvadisco derretido cayendo sobre los protagonistas. E incluso el alcalde termina por llamarlos, porque son “la última esperanza para la ciudad”.

Quizás una de las cosas más sorprendentes de la película sea que funciona mejor como filme fantástico que como comedia. Reitman tiene muy buena mano para filmar impactantes escenas de efectos especiales. Pero en otros apartados – como podría ser el intentar parodiar al género de superhéroes – queda a mitad de camino. Cuando al final los creativos entran en calor, la idea encuentra la ejecución perfecta. Es un raro caso de un filme que se pone mejor a medida que se acerca el clímax.

LOS CAZAFANTASMAS

Los Cazafantasmas (1984) – Los Cazafantasmas II (1989) – en el 2016 los estudios se mandaron con una fallida versión femenina de la franquicia en la forma de  Los Cazafantasmas (2016). Ghostbusters: el Legado (2021) es la secuela oficial de la saga original, dirigida por Jason Reitman.