Crítica: Brigada A: Los Magnificos (2010)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2010: Liam Neeson (coronel Hannibal Smith), Bradley Cooper (Templeton ‘Face’ Peck), Quinton ‘Rampage’ Jackson (B.A. Baracus), Sharlto Copley (Murdock), Jessica Biel (Charisa Sosa), Patrick Wilson (Lynch)

Director: Joe Carnahan, Guión: Joe Carnahan, Brian Bloom & Skip Woods, basados en la serie de TV creada por Stephen J. Canell & Frank Lupo

Trama: El coronel Hannibal Smith lidera un grupo de élite compuesto por “Face” Peck, el musculoso B.A. Baracus y el demente H.M. Murdock. Mientras se encuentran estacionados en Irak, el general Morrison les da la misión de recuperar unas placas robadas de la tesorería norteamericana – las que sirven para imprimir dinero falso -, y las cuales se encuentran en Bagdad. El operativo resulta un éxito pero, al regresar a la base, las placas desaparecen y Morrison es asesinado, siendo culpados los integrantes de la unidad de Hannibal Smith. Ahora un agente de la CIA ha contactado a Smith en la prisión militar en la que está preso, y le propone que encuentre al traidor y recupere las placas a cambio de limpiar su historial. Hannibal acepta, escapa de la cárcel, y logra reunir todo su equipo, pero ni se imagina la compleja trama de enemigos y traidores con los cuales deberá enfrentarse, amén de estar siendo perseguidos todo el tiempo por numerosos agentes federales.

Arlequín: Crítica: Brigada A: Los Magnificos (2010)

Brigada A (Los Magníficos en otros países de Latinoamérica) era otro ejemplo de la fast food televisiva que estaba de moda en los años 80. El padre de la serie es Stephen J. Canell, responsable de una parva de tiras memorables, que van desde The Rockford Files, Hunter, Wiseguy hasta Stingray, Renegado, Toma y Baretta. Si bien los productos de Canell eran superiores a la media, The A Team fue uno de sus experimentos más descerebrados y populares: un puñado de mercenarios de buen corazón, graciosos e invencibles, que aparecían de la nada para imponer justicia en el episodio de la semana. Lo que caracterizaba a la serie eran sus disparatadas persecuciones automovilísticas, la invención de alguna superarma hecha a partir de cacharros, y el tono irreverente de sus protagonistas. Brigada A obtuvo inmediatamente status de culto, durando 5 temporadas que se emitieron entre 1983 y 1987.

Ahora llega esta versión para la pantalla grande, la cual había estado dando vueltas por los estudios desde mediados de los años 90. Al mando está Joe Carnahan – el mismo de la tarantinesca Ases Calientes (2007) -, quien coescribe el libreto junto a Skip Woods (Operación Swordfish) y Brian Bloom (que aquí hace de Pike, uno de los villanos principales). Y a juzgar por el resultado final, el veredicto sobre Brigada A 2010 sería que es tan fiel al original que comparte los mismos defectos y virtudes de la serie televisiva.

No se precisa ser un genio para descubrir que el libreto de Brigada A es un disparate sin pies ni cabeza. Hay una trama básica, que todo el público puede seguir sin fundirse ni una neurona – ir al punto A, descubrir algo, balearse con algún villano, salir corriendo al punto B, y repetir la secuencia -, pero en cuanto al resto, el filme parece pertenecer a otra galaxia ya que aplica leyes de lógica y de física diferentes a la de este planeta. Hay una gigantesca aventura saltimbanqui internacional – van a Estados Unidos, saltan a Iraq, se escapan Alemania -, en donde todos esos lugares se encuentran a cinco minutos de viaje unos de otros, y en donde no existen controles policiales de ningún tipo (y eso que a estos tipos los buscan como si fueran terroristas internacionales). Hay unas matrices para imprimir dólares, que nadie explica cómo fueron a parar a Iraq (¿el gobierno norteamericano iba a poner una sucursal local de la Casa de la Moneda?). Hay un agente de la CIA que prefiere tomarse la molestia de liberar de la cárcel a Hannibal Smith y toda su gente antes de reclutar un equipo propio e ir ellos mismos tras las dichosas matrices. Y hay dos toneladas de persecuciones en las cuales las leyes de Newton directamente no se aplican, como cuando Murdock apaga el motor del helicóptero para evitar un par de misiles guiados por el calor y lo vuelve a encender a unos 20 metros del suelo; o como otra escena en la que nuestros héroes vienen en caída libre en un tanque (!), con la única ayuda de un miserable paracaídas (!!) y deciden reposicionar la trayectoria del impacto a cañonazo puro (!!!) para terminar de caer en medio de un lago (tsunami de wtf!!). Sinceramente Carnahan se merece un aplauso de pie por haber diseñado las secuencias de acción más ridículas y dementes desde Wanted – Se Busca y Los Angeles de Charlie. Al ser las escenas tan sideralmente exageradas, Brigada A termina por transformarse en un comic filmado que no se toma en serio a sí mismo en lo más mínimo.

Si bien las secuencias de acción son tan absurdas que son lo mejor del filme por lejos, lo que atenta contra la efectividad cómica de Brigada A es la edición esquizofrénica de las mismas, que las convierten en una coctelera visual casi imposible de seguir. Aquí Carnahan ha decidido seguir la escuela del corte rápido al estilo de Michael Bay, metiendo 20 planos en 5 segundos, amén de mover la cámara todo el tiempo, lo que termina por dejar a la platea fuera de combate y con el estómago revuelto como si hubiera estado en una montaña rusa. En la mayoría de los casos uno tiene que esperar a que la acción se calme un poco como para recapitular lo ocurrido y saber quién quedó vivo o quién iba en ese coche que acaba de explotar. El otro punto que desmerece a Brigada A – además de la trama boba y la edición histérica – es la poco feliz decisión que poner a alguien sin timing cómico como Liam Neeson en el papel principal (aquí se precisaba a alguien como Bruce Willis para el rol de Hannibal Smith). El resto está más que ok – Bradley Cooper sigue siendo muy gracioso, el wrestler Rampage Jackson se ve demasiado amable como Baracus – , con la excepción de Sharlto Copley (Sector 9), que es un eximio ladrón de escenas y se devora el filme con cáscara y todo. Cuando el sudafricano está en pantalla, el resto del casting directamente no existe.

Brigada A se trata de explosiones y chistes, y no ofrece mucho más que eso. Hay un esqueleto mínimo que se podría llamar “historia” y que sirve de excusa para enganchar una persecución exagerada tras otra, con el nivel de absurdo creciendo en progresión geométrica. Como acá pasan muchas cosas y pasan rápido, es difícil que uno se aburra o se detenga a pensar en lo ridículo de la trama. Y como las partes cómicas funcionan, uno le perdona la vida a la película pero no deja de reconocer sus limitaciones.