Crítica: Branded (2012)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA/ Rusia, 2012: Ed Stoppard (Misha Galkin), Leelee Sobieski (Abby Gibbons), Max von Sydow (Guru), Jeffrey Tambor (Bob Gibbons), Ingeborga Dapkunaite (Dubcek)

Director: Jamie Bradshaw & Aleksandr Dulerayn, Guión: Jamie Bradshaw & Aleksandr Dulerayn

Trama: Moscú, año 2017. Rusia se ha convertido en una potencia neo capitalista, y las empresas norteamericanas infestan las calles moscovitas. En ese escenario vive Misha Galkin, un genio del marketing que opera una agencia publicitaria secretamente patrocinada por Bob Gibbons, un norteamericano vinculado con los servicios de inteligencia y que desea monitorear el desempeño de los rusos en su recién descubierta economía de mercado. Pero Misha está cansado de ser un peón de Gibbons y, junto con la hija de éste, desarrollan un exitosísimo reality show basado en la transformación de una obesa en una reina de la belleza. Pero las cosas se salen de control cuando la protagonista queda en coma permanente después de una intervención quirúrgica patrocinada por el programa, y pronto Misha es declarado culpable del incidente. Al ser puesto en libertad, Misha decide exiliarse en la campiña, alejándose de las voces de protesta contra su programa, las cuales han dado a luz a un gigantesco movimiento popular a favor de la obesidad y de las apariencias naturales. Sin embargo en la tranquilidad del campo Misha comienza a revisar los hechos y pronto llega a la conclusión que todo lo ocurrido ha sido culpa de una gigantesca conspiración impulsada por las cadenas de fast food, quienes han visto como sus negocios entraban en declive y han acudido a genio del marketing para revertir la tendencia y revivir su mercado. Ahora Misha ha decidido regresar a la ciudad para cobrarse la revancha, aliándose con una cadena de comidas naturistas e impulsando una agresiva campaña a favor de la alimentación sana. Lo que nadie sabe es que Misha también ha desarrollado un don, el que le permite ver a las marcas comerciales como espectros parasitarios que viven y crecen con la ansiedad de la gente; y ahora se ha propuesto arrasar con los espíritus de todas las marcas de fast foods, los cuales parecen haberse apoderado de la vida de todos los habitantes moscovitas.

Branded (2012) Me gustaría citar (libremente) un comentario posteado en Rotten Tomatoes, cuyo contenido me shockeó y que creo que resume de manera ejemplar los problemas que tiene Branded, una disparatada alegoría sobre el mundo del marketing y la cultura del capitalismo salvaje. El post – que alude a un speech del filme de Cameron Corwe Elizabethtown – decía así: “Como alguien dijo alguna vez, existe una gran diferencia entre un fracaso y un fiasco. El fracaso es la ausencia del éxito. Cualquier tonto puede fracasar. Pero el fiasco… el fiasco es un desastre de proporciones míticas. Un fiasco es una leyenda urbana que, cuando se la cuentas a otros, los hace sentir vivos y dichosos simplemente porque eso no les ha pasado a ellos.”

Branded (Re-Marcado) es un fiasco. Es un Titanic lleno de pretensiones hundiéndose rápidamente en las heladas aguas del Artico y arrastrando de manera inexorable todo lo que encuentra a su paso, llevando al fondo incluso a la inhundible Kate Winslet. Es un tren lleno de pasajeros lanzándose al vacio desde lo mas alto del Everest. Es un fracaso, pero uno glorioso y descomunal. La diferencia entre Branded y otras películas malas (por ejemplo, las del estudio The Asylum, como las de los tiburones de dos cabezas o los mega cocodrilos) es que Branded está disfrazada de película seria, tiene convicción y pretensiones y, durante la media hora inicial, pareciera que va a desembocar en una película buena o al menos interesante. Acá hay fragmentos de buenas ideas y todo hace anticipar que el desarrollo será cuando menos curioso… hasta que decide lanzarse por la ventana y estrolarse contra el piso. Otra que Felix Baumgartner saltando sin paracaídas.

Branded es una alegoría sobre el mundo del marketing. El protagonista es una especie de elegido (un chosen uán!), al que le pegó un rayo cuando era chico y que, después de eso, se volvió super inteligente. El pibe es un especialista en venderle verdura al por mayor a la gente, incluso a su siniestro socio – Jeffrey Tambor, haciendo de arrastrado por enésima vez en su carrera, y que figura ser algún tipo de operativo de la CIA con mucho dinero, dispuesto a pispear la evolución y tendencias del neo capitalismo ruso -, pero a esta alturas se encuentra cansado de ser peón y no jefe. Es por eso que se alía con la hija de éste – la potable Leelee Sobieski, cometiendo harakiri artistico a cambio de unos míseros dólares – y montan juntos un reality. ¿La idea? Adelgazar a una gordita y convertirla en una reina de la belleza. Pero la gordita termina en coma, el protagonista casi va preso, y entre los amantes se pudre todo. Y no pasa mucho tiempo hasta que nuestro héroe descubre que todo esto es una conspiración generada por un etéreo gurú del marketing (Max von Sydow, deseoso de cobrar el cheque y salir corriendo de este disparate) y una siniestra asociación entre varias cadenas de fast food, quienes desean evitar el declive natural de su rubro fomentando el fin de la cultura de la estética y el auge de la gordura.

Honestamente, la idea de fondo de Branded no me parece mala. Uno percibe influencias de todo tipo, que van desde Poder que Mata hasta Wag the Dog (que es la que más se asemeja, con la premisa de que se puede influenciar masivamente al público mediante la siembra de rumores falsos y campañas publicitarias hábilmente orquestadas), y todo hace anticipar que la historia evolucionará hasta convertirse en una sátira de la cultura del consumo y el exagerado poder que se le adjudica al marketing como modificador de tendencias en la cultura de mercado. Hasta el escenario – Rusia neo capitalista y lanzada a un consumismo salvaje – suena prometedor. Pero uno se da cuenta de que las cosas van mal cuando el filme comienza a tomarse demasiado en serio a sí mismo, y todo esto se transforma en una pavada rebuscada y excesivamente ingenua. Es como si la gente fuera una manada de corderos descerebrados que van a donde se lo estipulan las oscuras fuerzas del marketing que manipulan el mercado. En ese sentido, Branded no difiere mucho de Atlas Shrugged, otra utopia extremadamente tonta e idealista que insiste en demostrar sus puntos dibujando escenarios en blanco y negro, y plagando a la trama de personajes estúpidos, estereotipados o carentes de personalidad.

Pero es después de los 30 minutos iniciales que Branded decide hacer la gran bonzo y se despacha con un giro absolutamente idiota de los eventos. Es que el protagonista – el chosen uan del marketing – obtiene superpoderes y puede ver a las marcas como entes vivos (!). Algo así como los daemonios de La Brujula Dorada, todos tenemos un fantasmita parasitario que nos surge de la espalda y que crece con nuestra ansiedad de sus productos – por ejemplo, si nos desespera una hamburguesa, estaríamos cargando a cocochito con una versión espectral de Ronald McDonald -. Cada vez que vamos a comer a un fast food, la mascota de la marca crece y crece hasta transformarse en una especie de versión godzillesca del mismo. Y las cosas se salen de control cuando el protagonista decide hacerle la campaña a una cadena china de comida naturista, para lo cual crea su propio daemonioun dragon volador -, el cual sale a devorarse a Ronald McDonald y todos sus primos. Es una secuencia tan abrumadoramente estúpida que hay que verla para creerla.

Si Branded hubiera podado la idea de los fantasmas de las marcas, el filme podría haber aprobado con lo justo. Hay algunos speeches inspirados – “Lenin fue el inventor del marketing, ya que le vendió a todo el mundo el comunismo, sin que nadie conociera cuáles eran sus verdaderas consecuencias” -, pero hay idioteces monumentales que resultan imperdonables. La idea de conspiradores manipulando el mercado – fomentando la obesidad o la cultura de la comida sana – no me parece mala, pero la implementación elegida por los directores y guionistas Jamie Bradshaw & Aleksandr Dulerayn es tan desastrosa que resulta épica.

Si hay fiascos que valen la pena ver, uno de ellos es Branded. Una gran idea arruinada por una puesta en escena recargada de pretensiones y que termina sepultada bajo el peso de su propia ridiculez. Sin dudas tiene su cuota de aciertos, pero las fallas son tantas y tan descomunales que sólo se puede recomendar el filme como una curiosidad, una historia que resulta tan bizarra como apasionante de contemplar en el esplendor de su propia decadencia.