Crítica: Invasión a la Tierra: Batalla Los Angeles (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2011: Aaron Eckhart (sargento Michael Nantz), Ramon Rodriguez (teniente William Martinez), Cory Hardrict (soldado Jason Lockett), Ne-Yo (soldado Kevin Harris), Bridget Moynahan (Michele), Michelle Rodriguez (sargento Elena Santos)

Director: Jonathan Liebesman, Guión: Christopher Bertolini

Trama: Varios meteoritos han caído cerca de la costa de Los Angeles y las fuerzas militares se están movilizando hacia la zona, ya que los objetos demostraron un comportamiento anormal al ir reduciendo su velocidad a medida que se acercaban a tierra. Y las sospechas sobre una presencia alienígena terminan por confirmarse cuando miles de criaturas y naves extraterrestres surgen del agua, atacando y desolando porciones enteras de la ciudad. Luego de horas de feroces combates se ha podido establecer un perímetro, y el sargento Michael Nantz – junto con sus hombres – recibe la misión de rescatar a un puñado de civiles que aún permanece aislado en la zona. La idea es que, ni bien se complete la evacuación, se arrase el lugar mediante un intenso bombardeo aéreo. Pero el grupo de Nantz es continuamente asediado por las feroces fuerzas invasoras, y tanto el éxito de la misión como la supervivencia de soldados y civiles parece encontrarse en serios aprietos.

Invasion a la Tierra, Batalla: Los Angeles Confieso que lo único que he visto de Jonathan Liebesman ha sido Darkness Falls (2003) y me pareció una idiotez total, pero de aquel acontecimiento hasta ahora han pasado 8 años y, por lo tanto, se merece el beneficio de la duda. Liebesman también ha rodado La Masacre de Texas: El Origen (2006), de la cual abundaron las buenas críticas. Ahora llega Invasión a la Tierra, Batalla Los Angeles, la que se supone es la película evento de este momento (bah, todos los filmes sobre invasiones alienígenas masivas lo son). Pero es un filme afectado por problemas tales como falta de originalidad y erróneo enfoque creativo, terminando en una experiencia ruidosa, mareante y hueca.

Usualmente las invasiones alienígenas a gran escala sirven como reflexión alegórica sobre un tema en particular, o como descerebrados espectáculos pochocleros. La Guerra de los Mundos, en su versión 1953, representaba el temor de una invasión comunista. Cuando llegó la versión de Steven Spielberg, era la materialización de la ansiedad de la sociedad americana por los ataques terroristas del 11 de Setiembre de 2001. Por contra, shows monumentales como Dia de la Independencia sólo servían como excusa para desplegar CGIs en abundancia y excelentes coreografías de acción, lo que compensaban la tontería de otras escenas que figuraban en el libreto. Si hay algo que se le debe achacar a Invasión a la Tierra, Batalla Los Angeles es que se queda a mitad de camino de cualquiera de las dos opciones. Los invasores vienen a apoderarse del agua, ya que la usan como combustible para sus máquinas (¿alguien dijo Irak y petróleo?), pero la idea nunca termina de ser desarrollada como corresponde. Por otro lado, el tema es la excusa para plasmar masivas secuencias de destrucción … que nunca terminan por ser satisfactorias en pantalla, debido a las terribles decisiones artísticas de Liebesman. El tipo adoptó la perspectiva Proyecto Blair Witchcámara movediza rodando en primer plano todo el tiempo -, lo cual no estaría mal si no fuera porque el director desconoce las reglas de cómo se debe utilizar. La técnica Blair Witch implica: a) hay un idiota rodando todo el tiempo, sin importar lo apremiante que sea la situación; b) hay una sensación de inmersión, ya que estamos en la piel de uno de los protagonistas y tenemos la acción en primerísimo plano; c) hay un punto de vista continuo (el del camarógrafo) que, aunque se mueve, no termina por marear. Pero aquí Liebesman se despacha no con una sino con una docena de cámaras, con lo cual el efecto final es lo más parecido a ver una versión de El Proyecto Blair Witch rodada por Michael Bay: cada cinco minutos saltamos de un punto de vista a otro – siempre con la cámara sacudiéndose – y, al cabo de poco tiempo, uno termina con una migraña monumental. No sólo arruina el efecto de documental de guerra que se pretendía (Liebesman debería haber visto las escenas de combates de Dr. Strangelove para tener una idea de cómo imitar dicho estilo), sino que liquida la sensación de inmersión y continuidad.

Pero además del hecho de que la fotografía apesta, Invasión a la Tierra, Batalla Los Angeles tiene otros problemas. Hay 20 larguísimos minutos iniciales utilizados para una supuesta definición de personajes que no sirven para nada. No sólo los personajes son un cliché tras otro (soldado atormentado por una tragedia que le achacan y que debe redimirse nuevamente en la acción; el latino de buen corazón; el moreno simpático, etc, etc) sino que, al usar una decena de cámaras Blair Witch, cuando comienza la acción uno no tiene ni la más pálida idea de quién muere ni cómo. Bah, tampoco es que nos importe demasiado ya que los personajes están perfilados como el demonio.

Y el otro problema del filme es el propósito de la historia. Esto es La Caída del Halcón Negro, con extraterrestres en vez de somalíes. ¿Es acaso una oda a la valentía del soldado norteamericano promedio, sólo que luchando en esta ocasión contra un enemigo políticamente correcto?. El punto es que los alienígenas son tan anónimos que carecen de misterio y sólo funcionan como una fuerza opositora hecha con gráficos por computadora. Por contra, la historia se centra en los soldados, en sus conflictos internos, en sus ardientes discursos sobre el coraje y la defensa del suelo patrio … con el detalle de que son personajes absolutamente insulsos que terminan por aburrir en el corto plazo. Quizás el mayor pecado de Invasión a la Tierra, Batalla Los Angeles es que se siente rutinaria y no entretiene. Es un compendio de clichés de filmes de guerra en donde reemplazamos a Al Qaeda, el Viet Cong y los Nazis por aliens, y el combate está en suelo norteamericano. Las refriegas están mal rodadas, la acción no es excitante, los monstruos están filmados desde 10 km de distancia, los villanos carecen de misterio, los diálogos son cliché puro reciclado por enésima vez, y la fotografía sólo da dolores de cabeza. Y la verdad es que dudo mucho que alguien puede entretenerse con un espectáculo armado de semejante manera.