Crítica: Que Pasó con Baby Jane? (1962)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1962: Bette Davis (Baby Jane Hudson), Joan Crawford (Blanche Hudson), Victor Buono (Edwin Flagg), Maidie Norman (Elvira Stitt), Anna Lee (Sra Bates), Marjorie Bennett (Della Flagg)

Director: Robert Aldrich, Guión: Lukas Heller, basado en la novela homónima de Henry Farrell, Musica – Frank DeVol

Recomendación del Editor

Trama: Baby Jane Hudson es una ex estrella infantil que ha entrado en el ocaso. Al llegar a la adultez, su hermana Blanche ha terminado por triunfar en el cine, eclipsando al pasado en el show business de Jane. En el apogeo de su carrera, Blanche sufre un misterioso accidente y queda inválida. Ahora han pasado 30 años, y Blanche permanece recluída en su mansión, al cuidado de Jane. Pero Baby Jane posee un grave deterioro de su salud mental, ocasionado por la bebida y las continuas depresiones; y la noticia de la inminente venta de la mansión donde vivieron toda la vida sólo complica aún más las cosas. Pronto Baby Jane caerá en una espiral de demencia, encerrando a su hermana y torturándola, e increpándole por ser la culpable de su vida desgraciada.

Arlequín: Crítica: Que Pasó con Baby Jane? (1962)

¿Que pasó con Baby Jane? (o ¿Qué Fue de Baby Jane?)es un formidable clásico de los sesenta que sumaría impulso a toda una corriente de thrillers basados en asesinos sicópatas iniciada con Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock. La influencia del film de Robert Aldrich ha sido notable, fundando su propio subgénero conocido como Batty Old Dames, en donde antiguas glorias del celuloide de Hollywood regresarían en papeles de horror, convirtiéndose en auténticos monstruos para deleite de la platea. El gran éxito de What Ever Happened to Baby Jane? dispararía imitadores y pseudo secuelas como Hush … Hush, Sweet Charlotte (1964), What Ever Happened to Aunt Alice? (1969) y What’s the Matter with Helen? (1971) (como puede verse, los titulos imitan el estilo de esta película). En todos ellos renombradas divas de la época de oro de Hollywood (Shelley Winters, Olivia de Havilland, Ruth Roman o Tallulah Bankhead, por citar algunos ejemplos) – auténticas figuras del glamour de otra era – volverían en el ocaso de sus carreras, en interpretaciones bizarras como asesinas dementes y degradándose en plena pantalla. Pero ninguno de estos filmes obtendría la misma repercusión de ¿Que pasó con Baby Jane?.

Posiblemente a ojos de la audiencia de hoy se vea como una película algo pasada de moda. Comparado con la intensidad del cine de horror de hoy, es un relato que ha perdido capacidad de shock. Pero ese no deja de ser un comentario superfluo, si uno considera lo bien construida que está la historia de este film y lo compara con la idiotez generalizada del género de horror actual. El éxito estriba en que la situación de fondo del guión es algo mucho más tangible que un monstruo intergaláctico o un asesino enmascarado inmortal. Imagínense vivir como inválidos y estar al cuidado de un demente…

Aldrich sabe construir buenos climas, y la fotografía en blanco y negro ayuda mucho. Pero la esencia de la película recae en Bette Davis; lo suyo es un tour de force inolvidable. Si bien la performance de Joan Crawford es excelente – es realmente sutil en su rol de víctima, debatiéndose entre creer en la feroz realidad de los hechos y perdonar (u omitir, de manera inconsciente) los actos dementes de su hermana.-, la muñeca vieja y pintarrajeada de Bette Davis roba el show en cada una de sus apariciones. Ver a esta diva ataviada como un monstruo, degradándose frente al espejo – como la escena frente al espejo, donde comienza a tararear sus viejos éxitos infantiles – es de un lirismo demente descomunal.

El argumento es muy bueno y Aldrich ha hecho sus deberes. Mostrando en las secuencias iniciales a algunas de las performances de Crawford y Davis en su época de gloria sólo resalta el shock de verlas sumergidas en una total degradación minutos después. El libreto ha hecho una intensa reconstrucción de época, convirtiendo a Shirley Temple en una demente asesina. Pero si el inicio y el desarrollo son excelentes (con la inolvidable escena de la rata en la comida de Crawford), el desenlace es decepcionante. Un director actual hubiera desarrollado una batalla campal a muerte en la antigua mansión, pero en cambio Aldrich prefiere un climax dramáticamente más realista. Desde el momento en que apaga la sintonía de thriller y lo convierte en un drama sobre la agonía de dos vidas, el film pierde mucho. Tampoco ayuda la revelación final de Crawford, que suena algo artificial (y que de algún modo justifica la conducta de Davis).

Por supuesto quedan en la leyenda las peleas campales de Davis y Crawford fuera de cámaras, sobre el peso de sus papeles, el cartel, el caché, y el divismo posterior (Hush … Hush, Sweet Charlotte es una especie de secuela, pero las disputas permanentes terminarían por dejar a Crawford fuera del proyecto). Ambas estrellas obtendrían un excelente último acto para sus carreras, ahora como divas del terror (en especial Bette Davis). Pero nunca conseguirían repetir el impacto de ¿Que pasó con Baby Jane?, que sigue siendo un gran clásico a pesar de sus errores menores.