Crítica: Avalanche Express / El Tren de los Espias (1979)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

calificación 2/5: mediocre USA / Irlanda, 1979: Intérpretes: Lee Marvin (Wargrave), Robert Shaw (Marenkov), Linda Evans (Elsa Lang), Maximilian Schell (Bunin)

Director: Mark Robson – Guión: Abraham Polonsky, basado en la novela de Colin Forbes

Trama: Europa, en plena Guerra Fría. El general soviético Marenkov ha desertado y se ha reunido con agentes de la CIA en Italia. El posee el secreto del proyecto Cosecha Invernal – un arma biológica que está a punto de desarrollar la URSS, y cuyo poder ha aterrado a Marenkov, razón por la cual decidió escapar a Occidente -. Pero los rusos quieren impedir que Marenkov comparta sus secretos y por ello han decidido darle caza antes que cruce el Atlántico. El general Nikolai Bunin – socio de Marenkov en el proyecto Cosecha Invernal – ha sido puesto a cargo del operativo de exterminio; pero la gente de la CIA ve en el operativo la ocasión de matar dos pájaros de un solo tiro, sacando a la luz a todos los agentes soviéticos infiltrados en Europa – decididos a asesinar a Marenkov -, y eliminando a Bunin durante la ejecución de una contraofensiva. Es por ello que han decidido utilizar al desertor como carnada, poniéndolo a bordo de un tren que recorre media Europa y esperando que Bunin y los suyos atenten contra su vida; pero es una opción tan arriesgada como demencial, siendo la única chance posible de detener Cosecha Invernal antes que se transforme en una realidad.

Avalanche ExpressAvalanche Express es otro de los tantos títulos que engrosan la lista de filmes malditos de la historia del cine. La razón de semejante calificativo es que, en las etapas finales de producción, perdió a su director Mark Robson – el mismo de Terremoto y El Expreso de Von Ryan – y a Robert Shaw, quienes fallecieron con diferencia de semanas. La película quedó incompleta y debió ser emparchada por un equipo de emergencia, con lo cual la trama sufre altibajos de calidad y de coherencia. Honestamente no creo que si Robson y Shaw hubieran seguido vivos el producto hubiera sido mucho mejor, ya que el guión da muestras de sobra de probada mediocridad y las performances van al tono. Quizás en el mejor de los casos hubiera resultado potable, aunque sin dudas fácilmente olvidable.

La trama es ridículamente rebuscada y altamente improbable. Un general ruso, altísimo funcionario de la inteligencia soviética, se escapa a Occidente. El tipo tiene el secreto de una oscura arma biológica que los comunistas planean desarrollar, amén de que conoce de sobra los dos millones de espías soviéticos infiltrados en organizaciones gubernamentales europeas y americanas, lo que equivale a torpedear décadas de trabajo de inteligencia. En vez de tomarlo de las pestañas y sacarlo zumbando hacia Washington, los tipos – borrachín Lee Marvin, pétrea Linda Evans, pelucoso Mike Connors – deciden ponerlo en un tren que se pavonea por media Europa, haciendo que el malvado Maximilian Schell tenga que hacer lo imposible para matar al defector Robert Shaw, el cual sobreactúa de manera salvaje todo el tiempo – dice la mayoría de sus líneas sin pestañear y clavando su mirada en el interlocutor; ahora entiendo de donde se inspiró Anthony Hopkins para componer su Hannibal Lecter -. Todos actúan de manera muy alegre, como si 6 yanquis pudieran detener un ejército de asesinos soviéticos que, por oleadas, atacan enfurecidamente el tren. Lo más ridículo de todo es que en el tren viaja gente, un detalle que no le parece importar un pito a Marvin y Cía. Son varias las veces en que el tren se detiene y todos esos espías se disparan toneladas de balas entre sí mientras el resto de los pasajeros se está tomando un café en el coche comedor. Oh si, es un detalle soberanamente estúpido.

La primera hora es plomiza ya que se va en diálogos. Es particularmente densa una escena entre Shaw y Linda Evans, en donde supuestamente ambos sondean la crisis de sus propias vidas. No sólo lo que dicen es melodrama de cuarta categoría sino que el nivel de actuación bordea lo lamentable. Algo parecido ocurre que el antiguo romance revivido entre Marvin y Evans, el cual tiene menos chispa que un Magiclick roto.

Cuando llega la acción, las cosas se amenizan un poco aunque sin ser excepcionales. Lo mejor de todo son las excelentes maquetas utilizadas para la escena de la avalancha, cuyo nivel de detalle nos hace olvidar que se tratan de modelos a escala (y por ello es que los FX están a cargo de John Dykstra, el mismo de La Guerra de las Galaxias y Battlestar Galactica). La macana es que la avalancha del título – lo cual mezcla algo de cine catástrofe en este título de espionaje – dura menos de cinco minutos, es poco excitante y ni siquiera plantea un pico dramático en la historia. Toda esta gente desengancha 3 vagones, con lo cual el tren se aligera, va más rápido, llega a un túnel y se salva de miles de toneladas de nieve. A los diez minutos siguen su marcha en otro escenario más soleado y después, cansado que Schell quiera matarlos a cada rato, deciden contraatacarlo. El detalle más imbécil de todo es que el invaluable desertor ruso se prende en todas las operaciones como si fuera un agente más de la CIA. ¿Acaso a nadie le importa que una bala perdida mate a un tipo así de importante e irreemplazable?.

En sí, Avalanche Express no es horrible, pero es muy dispar y está plagada de momentos de profunda mediocridad. Al libreto le faltaba una pulida y era necesario un director que fustigara un poco a los intérpretes para que dieran una performance siquiera potable. Así como está, es típica carne de cañón de un sábado a la tarde, en donde uno puede darse el lujo de ver algo tan olvidable como aburrido que le sirva de excusa para echarse una siestita sin tener remordimiento de conciencia.