Crítica: Los Coches que Devoraron Paris (1974)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Australia, 1974: John Meillon (Alcalde), Terry Camilleri (Arthur Waldo), Kevin Miles (Dr. Midland), Rick Scully (George Waldo), Max Gillies (Metcalfe), Danny Adcock (policía), Bruce Spence (Charlie)

Director: Peter Weir, Guión: Peter Weir y Keith Gow

Trama: Arthur y George son dos hermanos desempleados que andan probando suerte para conseguir trabajo en varios de los pueblos del sur de Australia. Pero en su paso por Paris, unas luces ciegan a George y el coche se desbarranca. Con Arthur como el único superviviente, la comuna de Paris rápidamente lo consuela, dándole casa y empleo. Pero Arthur comienza a sospechar que las cosas no son normales en el pueblo. Todos los lugareños parecen obsesionados con los coches, y la forma de comercio en Paris es hacer trueque con partes de autos. A su vez los muchachos del lugar viven haciendo estragos con sus coches semidestruídos. Y Arthur terminará por descubrir que nadie entra ni sale de Paris con vida, ya que los pobladores mantienen cerradas sus fronteras y se dedican a generar accidentes a los forasteros que pasan por su ruta, para depredar sus autos y apoderarse de sus piezas.

Los Coches que Devoraron Paris Este es uno de los primeros filmes de Peter Weir. Weir llamó la atención internacional con La Ultima Ola (1977) – un filme que mezclaba profecías apocalípticas con leyendas aborígenes -, y el suceso de la película le abriría las puertas del mundo a la cinematografía australiana. Pronto el cine fantástico kiwi se pondría de moda y daría títulos realmente interesantes, hechos con escasos recursos y mucho ingenio, como Mad Max (1979) y Razorback (1984). A su vez Weir comenzaría una brillante carrera con Gallipoli, El Año que Vivimos en Peligro, Testigo en Peligro, La Sociedad de los Poetas Muertos, y Capitán de Mar y de Guerra: El Otro Lado del Mundo (entre una larga lista de títulos).

Pero en un principio Peter Weir era un director realmente experimental, y uno especializado en sátiras. Y aquí decide realizar una mezcla bizarra de comedia, horror y crítica camuflada. Ciertamente el todo de la historia no es demasiado entendible, y quizás si uno fuera australiano podría captar mejor el mensaje – si es que hay alguno -. Uno puede percibir algunas pistas en el comienzo del filme, en donde una pareja de belleza perfecta maneja un Datsun deportivo, toma Coca Cola y fuma cigarrillos idénticos a los Marlboro – como si fuera un comercial de TV -, momentos antes de sufrir un espantoso accidente. De ahí en más ya se puede barajar que la cosa no va en serio.

Los Coches que Devoraron Paris es una ensalada realmente extraña (que terminaría por resultarle atractiva al público y la convertiría en filme de culto). Pareciera que Weir quisiera hacer una versión australiana del subgénero violencia en los bosques – tipo Deliverance, con lugareños salvajes que acosan a los citadinos -, pero hecha con mucho humor negro. Y a la vez, quiere satirizar la obsesión del australiano tipo por los autos. Aquí todo el pueblo ficticio de Paris, Australia, vive dedicado a los coches. Los capturan, los desguasan, comercian con sus partes, matan a los forasteros que pasan por sus rutas locales. Las víctimas de los accidentes son sometidas a extraños experimentos por parte del médico local; y cuando fallan (casi siempre), terminan en el manicomio del pueblo. Pero el resto de los lugareños no está mucho mas sano que los locos del asilo.

No es, como muchos afirman, un filme de horror. Es una comedia bastante rara. Las escenas intermedias en donde intentan convencer a Arthur de que se quede son bastante graciosas. A su vez el Alcalde vive en un mundo aparte, como si esta comuna de 30 tipos fuera Nueva York: planea reconstrucciones locales, pone zonas de estacionamiento… y mientras tanto el pueblo se abastece de todo lo que queda de los accidentes que provocan. Como, por ejemplo, las hijas del Alcalde que son adoptadas… y son supervivientes de un accidente automovilístico.

Mientras dura, Los Coches que Devoraron Paris es entretenida, ya que los disparates que ocurren son bastante cómicos. Al final se despacha con un clímax bastante violento y algo descolgado de cómo venía la historia – y de alguna manera es premonitoria a la posterior Mad Max 2: Guerrero de la Carretera -. Y cuando llegan los créditos finales, uno queda preguntándose de qué trataba la trama. Pero aún con todo ello, si a usted le interesa ver una película fuera de lo corriente, Los Coches que Devoraron Paris es una alternativa interesante que le podemos recomendar.