Crítica: Aullidos (1980)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1980: Dee Wallace (Karen White), Christopher Stone (Roy William Neill), Belinda Balaksi (Terry Fisher), Dennis Dugan (Chris Halloran), Patrick MacNee (Dr George Waggner), Elisabeth Brooks (Marsha Quist), Robert Picardo (Eddie Quist)

Director: Joe Dante, Guión: John Sayles & Terence H. Winkless, basados en la novela de Gary Brandner

Trama: El asesino serial Eddie Quist se ha puesto en contacto con la periodista televisiva Karen White, y le ha solicitado una entrevista en un lugar secreto. Pero la reunión sale mal, irrumpiendo la policía en el lugar y masacrando a balazos a Quist antes que éste pudiera atacar a Karen. Como consecuencia de ello la periodista ha sufrido una crisis de nervios y no logra recordar lo sucedido. El afamado sicólogo George Waggner – quien colabora con Karen en su programa de TV – logra convencer a la chica que necesita unas vacaciones en “La Colonia”, un lugar de retiro terapéutico que él mismo regentea. Pero al llegar al lugar Karen comienza a descubrir situaciones sospechosas y se las comunica a su compañero de trabajo, el productor Chris Halloran, quien pronto empieza a investigar. La pesquisa de Halloran pronto revela que Quist y La Colonia están conectados y, lo que parece más increíble, es que el lugar es una especie de comuna habitada por hombres lobo. Y todo el asunto sería un disparate si no fuera porque el cadáver de Eddie Quist ha desaparecido de la morgue, y la novia de Halloran – de visita en La Colonia – ha sido despedazada por un gigantesco animal, razón por la cual el productor ha partido a todo gas hacia el lugar para rescatar a Karen… un recurso desesperado que quizás llegue demasiado tarde.

Aullidos En los ochentas Hollywood se despachó con un revival masivo de los hombres lobo. En especial en 1980, en donde comenzaron a coincidir producciones con temáticas similares – algo que no resulta demasiado raro, ya que los estudios se espían los unos a los otros y, cuando olfatean un proyecto interesante en manos de la competencia, pergueñan instantáneamente un clon de calidad variable -. Entre las producciones licantropescas de la época apareció la menospreciada Wolfen, después ese enorme clásico que fue Un Hombre Lobo Americano en Londres, y este filme de Joe Dante, que hizo las veces de cabecera de playa. Este trío logró refrescar la fórmula clásica del hombre lobo, renovándola para ser aceptada por una nueva generación de espectadores que sabían poco y nada de Lon Chaney Jr. o de la adaptación de la Hammer de 1961. No sólo poseían historias inteligentes sino que su eficacia se basaba en una caterva de técnicas revolucionarias de maquillaje, las cuales enterraban definitivamente a los antiguos montajes fotográficos que aparecían en las películas de Lon Chaney Jr y que se consideraban el standard del género. Esta vez veíamos transformaciones en tiempo real y, lo que era mejor, es que eran impresionantes y sangrientas.

Pero aún con todo ello, debo admitir que nunca me gustaron – y menos me gustan ahora – las transformaciones licantropescas de Aullidos. Yo vi el filme en el 80 (tenía 12 años y mi abuelo me pasaba de contrabando para entrar al cine!) y ya en esa época se veía ridículo y falso. Mientras que los hombres lobo transformados son impresionantes y efectivos, el proceso de cambio bordea lo abominable: las manos falsas se ven como manos falsas, las cabezas de goma se ven como cabezas de goma, y los bichos cuando comienzan a mutar sus facciones sólo se ven como muñequitos inflables con ataques de asma. Además, hay un par de ejemplares terminados que se ven como un adefesio, en especial la versión mutante de Dee Wallace que se ve como el primo gigante de Benji. Aún con todos mis peros, debo reconocer que prefiero mil veces estos efectos de maquillaje a los abominables efectos CGI de, por ejemplo, El Hombre Lobo 2010.

La historia de Aullidos, en sí, no tiene mucho sentido. La periodista se contacta con un asesino serial que es un hombre lobo, lo liquidan, ella queda seriamente shockeada, y es enviada a una comuna terapéutica en donde todos son licántropos. ¿Cuál es el propósito?. ¿El doctor lo hace porque es así de buenazo, o porque quiere que los parientes del asesino destripen a la periodista, o porque quiere convertirla?. No sabe, no contesta. Mientras que el argumento carece de lógica lo que prevalece es el ejercicio narrativo a cargo de Joe Dante – el cual se encontraba en el apogeo de su carrera -. Dante sabe asustar, y sabe shockear con las imágenes. Aún cuando los efectos especiales sean mediocres, el ataque de Eddie Quist en el consultorio médico de La Colonia, o la transformación final frente a las cámaras de TV de Dee Wallace se transforman en escenas que quedan grabadas en la retina.

Como es habitual, Dante se engolosina con las referencias cinéfilas. Hay cameos de Forrest Ackerman – el creador de la revista de culto Famous Monsters of Monsterland – y Roger Corman, hay guiños de todo tipo a la cultura licantrópica en general – desde el uso de los nombres de los directores de cine de diferentes adaptaciones del hombre lobo (como George Waggner o Freddie Francis), hasta la inclusión de clips de El Lobo Feroz y El Hombre Lobo, sin mencionar fotos de Lon Chaney Jr y una parva de referencias subliminales que resulta imposible detallar en su totalidad -. Ah!. Y está Dick Miller. Todo esto completa un típico filme de Joe Dante, cuyas referencias están mejor camufladas que otras veces pero que hoy – con la tonelada de cultura de género que cargamos sobre nuestros hombros – resultan más que evidentes.

Aullidos es un filme de terror serie B sólido, a pesar de la mediocridad de sus efectos especiales. En manos de otro director hubiera sido una sopa boba sin demasiado propósito, pero Dante logra realzar el relato por encima de las limitaciones de la historia original. Desde ya recomendada para todos aquellos a los que les gustan los hombres lobo – ¿acaso hay algún filme que sea mejor que éste, Wolfen o Un Hombre Lobo Americano en Londres? -.