Crítica: El Ataque de la Mujer Gigante (Attack of the 50 Foot Woman) (1958)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1958: Allison Hayes (Nancy Archer), William Hudson (Harry Archer), Yvette Vickers (Honey Parker), George Douglas (Sheriff Dubbitt), Frank Chase (Charlie)

Director: Nathan Hertz (seudónimo de Nathan Juran), Guión: Mark Hanna

Trama: La bella Nancy Archer es la rica heredera de una fortuna de 50 millones de dólares. Pero su vida es completamente desdichada gracias a la constante infidelidad de su esposo Harry, que se la pasa engañándola con una chica en el pueblo. Los problemas maritales de los Archer ya son de público conocimiento, y Nancy se ha volcado a la bebida. Pero en el viaje de regreso del pueblo, Nancy se ha topado con un objeto volador, del cual surge un gigante que termina por lastimarla. Nadie en el pueblo cree la historia de Nancy – piensan que se trata de delirios causados por la embriaguez -, hasta que la mujer comienza a crecer de tamaño a causa de la mutación genética provocada por las heridas radiactivas que le provocó el alienígena. Y mientras tanto su infiel esposo se encuentra permanentemente urdiendo planes para deshacerse de ella. Ahora pareciera que ha llegado la hora de la venganza, en la forma de una gigantesca Nancy de 15 metros de altura.

El Ataque de la Mujer Gigante El Ataque de la Mujer Gigante es un cabal ejemplo de lo que significa una película de culto. Es una mezcla de cosas buenas y otras terribles, pero fundamentalmente es bizarra. Aquí dirige Nathan Juran (que se cambió el apellido para que no lo reconozcan como el autor de The Deadly Manthis y Sinbad y la Princesa), que pone su mejor empeño para realzar como puede el guión que le tocó en suerte. Ni por asomo es una película buena, pero mientras dura es disfrutable y deja una impresión imborrable.

Lo primero que da la impresión El Ataque de la Mujer Gigante es que se trata de un típico policial serie B de los años 50, que pone todo su empeño en crear situaciones de pura tensión verborrágica más allá de que sean creíbles. Aquí hay un triángulo amoroso, compuesto de rica heredera, marido infiel y amante despechada (que dicho sea de paso, es feísima; si yo fuera William Hudson, me quedaría toda la vida con Allison Hayes). A la heredera no le llega muy bien el agua al tanque, y vive obsesionada con su esposo que ya no la ama. El marido y la amante viven tramando cómo deshacerse de la esposa. El detalle bizarro es que la parejita de amantes no se oculta en absoluto del resto de la gente – todo el mundo los ve emborracharse, bailar y saben donde tienen el nidito de amor -. Lo cual no deja de ser un detalle estúpido hasta decir basta, ya que si están planeando liquidar a la heredera, va a ser imposible tener una coartada siquiera decente.

El tema es que semejante drama está jugado de manera bastante seria – lo cual no significa que sea creíble -. Hay reclamos mutuos, cachetazos, traiciones de todo tipo, intentos de asesinato varios. El otro detalle bizarro que aporta el guionista Mark Hanna es que la venganza de la heredera se va a desarrollar por el medio más inesperado: la chica se topa con una nave alienígena – nombrada a cada rato como “el satélite” (??) – y se contagia de radioactividad y genes extraterrestres, por lo que crece hasta 15 metros de altura. Ahora el enfrentamiento con la pareja de infieles no va ser el de una esposa enfurecida sino el de una fémina despechada del tamaño de King Kong.

Si uno se atiene a la historia, no está tan mal. El tema son los detalles, que a veces bordean lo ridículo. Los efectos especiales son espantosos – la nave espacial es un globito; tanto el alien como la mujer gigante son superposiciones de imágenes que a veces se hacen demasiado transparentes (el pelo de Allison Hayes se funde con el cielo); hay una poco convicente mano gigante de papel maché; y cuando la enorme fémina agarra personas y autos, no dejan de ser juguetes -; hay un terrible comic relief en la figura del ayudante del sheriff; cuando los doctores atienden a Allison Hayes, piden diversos suministros médicos como litros de morfina, una jeringa para elefantes y metros de cadenas (no logro imaginar qué droguería podría proveer semejantes cosas); y el ataque final deja bastante que desear, especialmente porque el maniquí que representa a William Hudson parece un muñequito con ropas dos talles más grandes.

El Ataque de la Mujer Gigante es una bolsa de gatos. Su historia de ribetes policiales está narrada con más convicción de lo que la calidad de la trama merece. Las cosas se disparan para el delirio cuando Allison Hayes se vuelve enorme, pero quizás el mayor problema sea de que la puesta en escena es muy pobre en cuanto a valores de producción. Posiblemente si los FX fueran mejores, quizás repuntara algún puntito en la calificación final. Ciertamente Attack of the 50 Foot Woman no es la atrocidad de otros filmes similares como The Amazing Colossal Man (que es definitivamente camp); pero quizás el tema pase porque se toma demasiado en serio a sí misma.

ATTACK OF THE 50 FOOT WOMAN

Attack of the 50 Foot Woman (1958) – El Ataque de la Mujer Gigante (remake, TV) (1993)