Crítica: Asalto al Queen Mary (1966)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1966: Frank Sinatra (Mark Brittain), Virna Lisi (Rosa Lucchesi), Anthony Franciosa (Vic Rossiter), Richard Conte (Tony Moreno), Alf Kjellin (Eric Lauffnauer)

Director: Jack Donohue, Guión: Rod Serling sobre la novela de Jack Finney

Trama: Vic Rossiter y su adinerada novia Rosa Lucchesi están a la caza de galeones españoles hundidos en la costa del golfo de México. Ahora han contratado al buzo professional Mark Brittain, el cual acepta con recelo el trabajo. Sondeando el fondo del mar, Brittain se topa con un antiguo submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial, el cual parece estar intacto. El hallazgo dispara la imaginación afiebrada de Vic, Rosa y su socio alemán Eric Lauffnauer, el cual está interesado en reflotarlo y restaurarlo. ¿Su idea?. Utilizar el submarino para cometer impunes actos de piratería en aguas internacionales; y ahora el objetivo elegido es el gigantesco crucero británico Queen Mary, el cual posee una fortuna alojada en su bóveda principal. Utilizando al sumergible como un gigantesco revólver – cargado con 6 torpedos y apuntando a la cabeza del transatlántico – las posibilidades de que el atraco sea exitoso parecen ser muy altas… a menos de que un imprevisto transforme a la aventura en una pirueta mortal.

Asalto al Queen Mary Asalto al Queen Mary es típico material de relleno de aquellos recordados Sábados de Superacción de Canal 11. Una aventura de matineé, aséptica y plagada de nombres conocidos, sólo cataloga como entretenimiento pasatista y volátil. El dato mas curioso del filme es la inclusión en los créditos de Rod Serling – pope máximo de la serie de culto La Dimensión Desconocida – el cual actúa aquí como el guionista de turno. Ciertamente no es el mejor script del maestro y, para colmo, los personajes vienen bastante flojos de ética, un detalle curioso considerando que Serling siempre fue discursivo y puntilloso respecto de los valores morales. En todo caso Serling es aquí un pistolero a sueldo, contratado por el estudio para generarle un vehículo light y no moralmente reprensible para la mega estrella Frank Sinatra – quien oficia de protagonista y productor del filme -.

Nunca he digerido demasiado a Sinatra como actor, ya siempre me pareció restringido a un par de muecas de disgusto, y careciente del carisma actoral de otros miembros del Rat Pack como Dean Martin o Sammy Davis Jr. Acá Sinatra se las da de perdedor canchero, y termina liado con una banda de aventureros integrada por una despampanante rubia (hermosa Virna Lisi), un charlatán provocador (el siempre simpático Anthony Franciosa, aunque en la vida real nadie lo toleraba ya que pasaba peleándose con todo el mundo), y el alemán enojado con pasado nazi (Alf Kjellin, un prestigioso director sueco al que lo contrataron porque tiene una cara de malvado impresionante). Como buscan galeones hundidos, terminan contratando a Frankie y, de casualidad, se topan con un submarino nazi hundido y en estado impecable. El libreto se da maña para inventar situaciones improbables de todo tipo y color – de que el capitán del sumergible lo llevó a aguas profundas para cumplir con su cuota de honor y por eso la nave está en condiciones óptimas de conservación; que el perdedor Sinatra derrite el corazón de la millonaria Virna Lisi sin mover siquiera un dedo; de que restauren la nave y la hagan funcionar con baterías de auto (!!!); de que el cínico buzo termine convirtiéndose en pirata ultramarino de la noche a la mañana; y un largo etcétera -. Quizás el mayor problema de todo esto es que los personajes son un puñado de amorales despreciables y el libreto se da maña para evitar juzgarlos, rescatando al protagonista de la quema sólo porque es Frank Sinatra y porque, a último momento, el ex nazi (que, dicho sea de paso, es el único con dos dedos de frente y ha organizado a todos estos vagos para cometer un golpe de precisión) se vuelve loco y quiere volar todo por los aires (incluso el final es bastante pavo ya que, de ocurrir en la vida real, debería terminar en una masacre en alta mar; ¿acaso los cruceros no tienen frenos o no pueden desviar su trayectoria?). Ni siquiera el robo es una cosa ultrainspirada – es bastante idiota la idea de que la masiva tripulación de un transatlántico no se resista a tres tipos apenas armados, o que un buque de semejante tamaño no se banque un par de torpedos sin hundirse -, y sólo la aparición a último momento de un buque guardacostas termina por condimentar las cosas. En el medio hay mucho franeleo e histerismo, pero – a excepción de Virna Lisi en bikini – no hay nada demasiado excitante en todo el asunto.

Asalto al Queen Mary está ok como entretenimiento de rápida digestión para un sábado a la tarde. Podría haber estado mas inspirada, o tener mejores personajes, o estar rodada con mas suspenso. Así como está zafa, siempre y cuando uno no se dedique a analizar la horda de amorales que el libreto insistió en pintar… y no de cuerpo entero.