Crítica: Arma Mortal 2 (1989)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1989: Mel Gibson (Martin Riggs), Danny Glover (Roger Murtaugh), Joe Pesci (Leo Getz), Joss Ackland (Arjen Rudd), Derrick O’Connor (Pieter Vorstedt), Patsy Kensit (Rika Van Den Haas)

Director: Richard Donner, Guión: Jeffrey Boam

Trama: Riggs y Murtaugh han descubierto una enorme cantidad de Krugerrands – monedas de oro acuñadas en Sudáfrica – en el baúl de un coche volcado perteneciente a un criminal que perseguían. Pronto descubren que el oro está relacionado con una banda de narcotraficantes que opera en Estados Unidos, escudado bajos sus credenciales diplomáticas sudafricanas. Sin posibilidad de arrestarlos, lo que hacen Riggs y Murtaugh es provocarlos para que los ataquen y descuiden su guardia. Pero los sudafricanos son demasiado eficientes y peligrosos y, cuando comienzan a liquidar a los miembros del escuadrón al que pertenecen Riggs y Murtaugh, pronto nuestros héroes se dan cuenta que lo único que les queda es batirse a duelo con los malvados. Para colmo Murtaugh es negro, un detalle que molesta sobremanera a los racistas asesinos, quienes comienzan a hostigar la familia del policía. Y si a esto se suma la noticia de que uno de los principales sicarios ha sido el responsable de la muerte de la esposa de Martin Riggs hace varios años, lo que tenemos es un cóctel explosivo que terminará con una lluvia de balas y toneladas de cadáveres apilados en los docks del muelle en donde los criminales planean dar su último y mas grande golpe.

Arlequín: Crítica: Arma Mortal 2 (1989)

Ternura. Eso es lo que destila Danny Glover en Arma Mortal 2. Un tipo bonachón, un padrazo de familia que espanta a los pretendientes de su hija mayor y que descubre con horror que su “nena” ha hecho un bolo en un anuncio televisivo de condones. Y sus compañeros de trabajo no le perdonan una y le llenan el escritorio de preservativos… haciendo que el moreno – inicialmente ofuscado – termine riéndose con unas ganas contagiosas. O cuando manda lejos a su familia porque los villanos están espesos y tiene que pasarse 18 horas atornillado a su inodoro porque le han cableado la tapa del mismo con una bomba. Justo cuando, después de un montón de años, se le dió la oportunidad de tener el baño para él solito y disfrutarlo a sus anchas junto a su revista de deportes favorita…. Digan que tiene de amigo a un angel caído, un tipo que es capaz de destrozar a cualquiera que se atreva a ponerle un dedo encima a la familia del moreno. Es por ello que, cuando le salva la vida, queda en deuda con él. Y cuando Riggs se dispara en misión de venganza, decide acompañarlo sin más. No es un dilema que le cueste pensar demasiado; es una deuda de honor con su demente angel salvador, y la única manera de poner fuera de peligro a su familia, aún cuando ello signifique que deba romper las leyes que solemnemente juró respetar. Todo ello se transforma en un episodio de dimensiones trágicas, con un hombre bueno sacrificando su alma y sus ideales con tal de detener a una fuerza malvada e infinitamente cruel que se encuentra determinada a aniquilar todo lo que ama.

Mel Gibson podrá irradiar carisma, pelear como los dioses y disparar los mejores chistes pero Danny Glover es el alma y el héroe real del filme. Porque es un tipo común y bárbaro que se ve obligado a enfrentar a una horda de despiadados criminales racistas, tipos que lo odian simplemente porque su piel tiene un color distinto. No sólo matan negros sino que venden droga, tienen inmunidad diplomática y, para colmo, son los responsables de la muerte de la esposa de Riggs. Mal día para sincerarse y ponerse de enemigo al demonio.

Pocas secuelas son tan deliciosas como Arma Mortal 2. Los villanos son estupendos, los héroes desbordan de gracia, los nuevos aditamentos (como el Leo Getz de Joe Pesci; ¿quien iba a imaginar que este petiso ridículo era el sangriento sicópata de Buenos Muchachos de Scorsese?) calzan justo y muestran su corazoncito. Sí, hay una sensación de cierre en todo (Shane Black, quien es el autor nominal de la franquicia – aunque sus ideas oscuras apenas llegaron a la pantalla – quería un final con Riggs muerto en una batalla campal con el asesino de su esposa, el despiadado Pieter Vorstedt; desde luego, el verdadero creador intelectual de la saga, Jeffrey Boam – quien comenzó como script doctor para el primer filme y fue el que le imprimió el sello humorístico que la caracteriza – podó el tono dramático y pesimista de Black, y le dió la impronta que todos conocemos), sólo que la potencia millonaria de la saga impide que los golpeados héroes perezcan para cumplir con su destino trágico. Por otra parte, una película pochoclera como ésta se da el lujo de disparar una crítica de gran altura contra el gobierno racista que estaba instalado en Sudáfrica en aquel momento. La escena en donde Danny Glover quiere pedir una visa en la embajada de Sudáfrica es tan simple como genial.

Es posible que el elemento mas flojo del filme sea la insulsa Patsy Kensit, la platinada secretaria de la embajada sudafricana que cae sin mucho esfuerzo bajo los encantos de Gibson. El momento en que sobreviven al tiroteo y él termina dejándola en su casa como si nada hubiera pasado es de una estupidez monumental, pero es una de las escasas manchas que tiene el filme. El detestable Joss Ackland como el jefe de los corruptos, el implacable Derrick O’Connor como su secuaz (peleando con una gracia sublime), Mel Gibson en su mejor momento y, sobre todo, Danny Glover derrochando humanidad, hacen a Arma Mortal 2 el mejor filme de la saga, aún cuando ahora sea mas una comedia policial que un policial con toques de comedia.

LETHAL WEAPON

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