Crítica: Usurpadores de Cuerpos (1993) de Abel Ferrara

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1993: Gabrielle Anwar (Marti Malone), Billy Wirth (teniente Tim Young), Terry Kinney (Steve Malone), Meg Tilly (Carol Malone), Reilly Murphy (Andy Malone), Christine Elise (Jenn Platt), Forest Whitaker (Mayor Collins), R. Lee Ermey (General Platt)

Director: Abel Ferrara, Guión: Stuart Gordon, Dennis Paoli & Nicholas St John, basados en la novela homónima de Jack Finney, Musica – Joe Delia

Trama: La joven Marti Malone llega, con el resto de su familia, a una base militar norteamericana donde su padre debe realizar diversas pruebas ambientales. Pero poco a poco comienza a notar actitudes extrañas en el resto de la gente, y las clínicas de la base comienzan a recibir gente con raptos de paranoia, que asegura que sus parientes, vecinos y amigos ya no son los mismos. Las denuncias y rumores comienzan a crecer, y Marti termina por descubrir en persona que existe una conspiración por parte de la mayoría de los militares de la base; estos han sido reemplazados por clones extraterrestres durante el sueño, y han comenzado a sustituir masivamente a las personas durante la noche. Ahora Marti y el resto de su familia deberán correr por sus vidas para evitar ser reemplazados por los alienígenas.

Body Snatchers (1993) Esta es la tercera versión de la novela de Jack Finney La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos. La historia recibió un tratamiento en 1956 que es considerada un clásico, y una remake en 1978 que equipara las alturas del original pero desde un punto de vista totalmente aggiornado (la versión 2007 es tan deleznable que ni merece mencionarse). La versión que comentamos es de 1993 y viene de la mano del cineasta independiente Abel Ferrara.

Lamentablemente Body Snatchers 1993 terminaría corriendo un triste destino, siendo despreciada por el estudio (Warner), cajoneada durante un año y despachada sin pena ni gloria a los cines. Ni siquiera los méritos del film – que consiguiera una nominación a la Palma de Oro en Cannes – le sirvieron para obtener apoyo suficiente para recibir un estreno decente. Para colmo, la recepción de la crítica y el público en aquel momento fue realmente fría y mixta, y terminaría archivada anonimamente en las estanterías de los video clubes. Si uno tuviera que adivinar lo que sucedió realmente con el film, podría apostar a que el estudio tenía programada la remake desde mucho antes, y cuando llegó el momento – fuera por compromisos legales u otro tipo de causas de fuerza mayor -, se sacó las obligaciones de encima encarando una producción modesta, con un director barato y sin poner demasiado entusiasmo. Para colmo, el tono realista y sombrío de la versión de Ferrara contradice a los postulados pasatistas de los descerebrados productores major de Hollywood, con lo cual se dedicaron a descartarla como pudieron, y anotaron las pérdidas en los libros contables. Fin de la historia.

Lo cual termina siendo una lástima, ya que se trata de una película realmente inteligente. No llega a las alturas de un clásico, pero no comete ningún tipo de errores en el desarrollo de la historia, y se las ingenia para crear un verdadero clima de pesadilla. Si uno piensa en el desprecio que recibió Body Snatchers 1993 en su momento y lo compara con el abrumador apoyo publicitario a esa bazofia que filmaron en el 2007, se da cuenta que los ejecutivos de los estudios no tienen ni dos dedos de frente para reconocer lo que es un film de calidad.

Mientras que la versión 1978 es prácticamente un recuento del clásico de 1956, el film de Ferrara es una completa reimaginación de la historia. Cambia los personajes, los escenarios, el transcurso de la mayoría de la historia, si bien conserva un puñado de escenas presentes en la dos versiones anteriores, como la recolección de las vainas, el reemplazo de los cuerpos durante la noche, los falsos test que realizan los humanos clonados para comprobar a los sospechosos (como la amiga de Marti, que le da una pista falsa sobre el paradero de su hermano menor), e incluso el grito sobrenatural de las criaturas. Pero no cabe dudas de que se trata de una película muy inteligente; resulta admirable la decisión de los guionistas de transplantar la historia a una base militar (¿en qué otro lugar existe más represión de las emociones y conductas autómatas que en ese?; y ¿qué otros individuos pueden tener el poder para dominar la Tierra si no son ellos?), y transformar al papel principal en una conflictiva adolescente. Si las versiones anteriores de la novela de Finney siempre se han convertido en alegorías de su época – en los cincuenta, con la caza de brujas del Macartismo; y en los setenta, con la deshumanización de las personas en las grandes ciudades y el crecimiento de la paranoia urbana -, aquí el relato pasa por dos premisas, que es el distanciamiento familiar del adolescente moderno a partir de los 90, y la automatización mental del ejército moderno – que ha excedido el profesionalismo y pasa directamente al mesianismo -. Es cierto que el subtexto de ambas ideas no está desarrollado de un modo parejo; en particular el punto de vista sobre el mundo militar es demostrado en vistazos, pero bien hubiera merecido una elaboración más profunda. En cambio, la historia de Marti – que no se entiende con su padre, que pone distancia con su madrastra, y que tiene la natural diferencia de generaciones con su hermano menor – está muy bien relatada. Es imposible no afirmar que Marti ya se encuentra rodeada de extraños desde mucho antes de que aparezcan indicios de la invasión en escena.

No dejan de haber algunos errores menores. El relato es bastante insistente con la proliferación de los casos donde la gente encuentra a familiares y amigos convertidos en auténticos extraños. La performance de los actores es bastante chata – en especial la de Terry Kinney y Billy Wirth, que parecen convertidos desde el comienzo del film -; y las fugaces sobreactuaciones de Forest Whitaker tampoco ayudan. Pero, por otro lado, el libreto logra desarrollar un par de escenas de familia con las cuales uno se puede identificar perfectamente; y si bien los personajes no son tridimensionales, al menos viven situaciones cotidianas y creíbles dramáticamente. Si bien la historia mete el dedo en la distancia entre padres e hijos, no deja de anotar que – aún dentro de la rebeldía, como el personaje de Christine Elise – poseen un sentimiento aunque sea marginal por sus padres (como cuando se preocupa por la conducta extraña de su madre).

También es cierto de que el destape de lo que oculta la conspiración es algo abrupto, pero sirve para que Ferrara pueda meter en la última mitad del film completas situaciones de pesadilla urbana, como la fuga de la familia Malone a mitad de la noche y con la mayoría de la base buscándolos. En especial, el desarrollo del proceso de reemplazo de los humanos está escrito de una manera completamente creíble (la versión de 1956 era bastante absurda en ese sentido y no terminaba de explicarlo), con las vainas ubicadas cerca de los cuerpos, absorbiendo su ADN y fusionandose, dejando un cascarón vacío y un nuevo clon en funcionamiento. Pero en general todo el film está más que bien dirigido, en especial las escenas donde los hijos descubren a sus padres y hermanos reemplazados por las vainas y deben eliminarlos.

Es un film subvalorado, pero que contiene méritos de sobra para calificar para la excelencia. Aporta elementos nuevos y expande las premisas básicas del relato, agregándole una nueva lectura. Desde ya merece nuestra sincera recomendación.

LOS USURPADORES DE CUERPOS

La novela The Body Snatchers de Jack Finney ha sido llevada al cine en cuatro ocasiones: Invasion of the Body Snatchers (1956) de Don Siegel, Invasion of the Body Snatchers (1978) de Phillip Kaufman, Body Snatchers (1993) de Abel Ferrara, e Invasion (2007) de Oliver Hirschbiegel