Crítica: Doomsday, el Dia del Juicio (2008)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 2008: Rhona Mitra (mayor Eden Sinclair), Bob Hoskins (Bill Nelson), Alexander Siddig (primer ministro John Hatcher), David O’Hara (Michael Canaris), Malcolm McDowell (Dr. Marcus Kane)

Director: Neil Marshall, Guión: Neil Marshall, Musica – Tyler Bates

Trama: El virus Reaper infecta el norte de Inglaterra, y la mitad del país queda aislado tras una muralla de acero. Ahora han pasado 25 años y la plaga reaparece en el centro de Londres. Imagenes tomadas por satélites espía demuestran que aún quedan sobrevivientes al norte de Gran Bretaña. La mayor Eden Sinclair es puesta a cargo de una misión desesperada; debe hallar al Dr. Marcus Kane – quien se presume, ha desarrollado un antídoto contra el virus -. Pero la anárquica situación post apocalíptica del norte del país pondrán a Sinclair y su equipo especial en constante peligro de muerte.

Doomsday, el Dia del Juicio Doomsday (2008) viene de la mano de Neil Marshall, el director que ganara reconocimiento internacional con el film de terror The Descent. Pero aquí Marshall – director y guionista – pareciera haber perdido su mojo en el camino. Como suele pasar a otros cineastas, es posible que un artesano funcione muy bien en producciones independientes y de bajo presupuesto, pero cuando saltan a ligas mayores terminan por perder el control creativo de las mismas.

El problema es que, argumentalmente, Doomsday es un pastiche compuesto de temas “inspirados” por media docenas de filmes anteriores que hicieron más o menos lo mismo pero mucho mejor. Al mezclar tantas cosas, Marshall compone una trama recargada de situaciones que, por falta de tiempo, no termina por desarrollar alguna de manera satisfactoria. Los robos creativos pasan por V de Venganza, Mad Max 2, Fuga de Nueva York, Exterminio (28 Days Later)… y siguen las firmas. No se puede negar que el libreto intenta construir una historia elaborada, pero hubiera sido necesario una poda masiva de escenas para darle algo de aire a la trama. El resultado es que la película dispara situaciones sin cesar, deja a muchas de ellas a medio de camino, carece de tiempo para generar algo de clima y, para peor, decide resolver finalmente las cosas de manera abrupta e ilógica. Marshall pensó que así dejaba la puerta abierta para una secuela, pero la tibia respuesta del público posiblemente termine por enterrar sus intenciones.

El tema es que el guión establece demasiados escenarios. Londres, la guarida de los anárquicos seguidores de Sol, el mundo medieval que ha establecido Kane. Mientras que el inicio de la historia (los orígenes de la plaga) y la reaparición en el medio de la capital británica están muy bien, el film se hunde cuando Rhona Mitra atraviesa el muro de contención para entrar en el mundo post apocalíptico del norte de Inglaterra. Lo que sigue es una catarata de cliches, con tribus de punks montados en autos derruidos, canibalismo, rebeldes que ayudan a nuestros héroes, señores feudales que reniegan de la civilización que les dió la espalda, combates en circos a la romana, etc, etc. El film es bastante sangriento y no escatima en destrozar personajes (aún los más rescatables) a diestra y siniestra. Mientras tanto, alterna escenas entre los distintos escenarios, lo cual corta el poco ambiente que genera la película. Uno no sabe cuál es la historia que debe prevalecer – la anarquía de los canibales, la conspiración política en Londres o el desencanto del científico que construyó un mundo medieval en Escocia -. Y en el medio, carece de espacio para construir un villano medianamente interesante – Sol es un reciclado de villanos de Mad Max; y al menos McDowell le da algo de respetabilidad a Kane -. Pero ni siquiera la heroína es demasiado carismática. Simplemente los personajes quedan sepultados en una avalancha de escenas sin demasiada inspiración.

Y si la película va a las corridas para intentar narrar todo lo que el abultado guión tiene agendado – sin dejar tiempo para conocer a los personajes, darles algo de espacio para reflexionar y agregarles un poco de tridimensionalidad -, la dirección de Marshall va mucho peor. Carece del Mal de Parkinson que suele afectar los filmes de Michael Bay, pero sigue la misma escuela de los cortes rápidos en el cuarto de edición. Al parecer Marshall entiende que un film de acción debe ser veloz, pero así como está es supersónico. Cuando las cosas entran en calor, no hay ningún plano que dure más de 2 segundos, y al espectador le da la impresión de que estuviera viendo un frenético zapping virtual por las 8 o 10 cámaras con que fue rodada la secuencia. Si la escena tenía algo potable como para generar adrenalina, Marshall la arruina con su edición esquizofrénica.

El casting tampoco ayuda. Los veteranos Malcolm McDowell y Bob Hoskins aportan su aplomo habitual, pero la elección de Rhona Mitra como líder del elenco es terrible. Tal como es la moda actual de las heroínas femeninas, Mitra se presenta en pantalla con un cuerpo notoriamente trabajado, pero carece de talento y carisma (Milla Jovovich, que estás en los cielos…). No es simpática, no llena la pantalla y se la pasa de mal humor (es como la Helen Hunt de las heroínas de acción). Ni siquiera es buena en las peleas y mucho menos, para las frases (one-liners). Es visualmente bella pero actoralmente insípida.

Doomsday no es original pero al menos podría haber quedado como una rutina de serie B bien hecha. Así como está es desabrida; comienza bien, pero va barranca abajo el resto del camino. Un claro ejemplo de pura mediocridad.