Crítica: El Dia en que Terminó el Mundo (1955)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1955: Richard Denning (Rick), Paul Birch (Capitán Jim Maddison), Lori Nelson (Louise Maddison), Mike Connors (Tony Lamont), Adele Jergens (Ruby), Raymond Hatton (Pete), Paul Dubov (Radek), Paul Blaisdell (mutante)

Director: Roger Corman, Guión: Lou Rusoff

Trama: El mundo ha sucumbido a una masiva guerra nuclear, y la granja donde habitan el capitán Jim Maddison y su hija Louise es uno de los pocos lugares que parece haber quedado a cubierto de la radiación. Hasta la granja llegan diversos sobrevivientes, como un géologo, un viejo minero con su burro, y un hampón con su amante. La tensión crece rápidamente por la escasez de comida, y las esperanzas de sobrevivir son muy contadas. Y para colmo, en las colinas que rodean a la granja parecen estar merodeando hordas de mutantes surgidos después del cataclismo radiactivo.

El Dia en que Terminó el Mundo Roger Corman es el rey de la serie B. Hizo fortuna gracias a producir y dirigir toneladas de filmes exploitation rodados con dos pesos, y más tarde terminaría por fundar diversos estudios – Concorde, New Line Cinema -, los que a la larga también vendería. Para Corman, todo es negocio.

En lo personal, no me gustan los filmes de Corman. Es como el equivalente cinematográfico de los Rolling Stones – producieron toneladas de bazofias a lo largo de décadas; y entre tamaña producción, es lógico de que hayan acertado algunas veces y generaran un puñado de hits memorables -, lo que significa que el 95% de sus obras son descartables. A Corman se le reconocen dos cosas: el haber sido maestro de una larga tanda de directores (Lewis Teague, Ron Howard, Francis Ford Coppola, etc), a quienes le enseñó infinidad de trucos para filmar rápido y barato; y después, el haber generado un puñado de adaptaciones de Edgar Allan Poe en los años 60, que son potables aunque aburridas (aunque el gran mérito de esos filmes se debe a los guiones de Richard Matheson más que a los talentos directoriales de Corman). Gran parte del resto de sus filmes puede ir a la hoguera sin que nadie lo extrañe.

Y entre esas películas abismales se encuentra El Día en que Terminó el Mundo. Es un filme terrible por donde se lo mire. Comienzo con mucho stock footage de explosiones atómicas, y un pomposo narrador en off diciendo de que la humanidad ha obtenido lo que se merece. Ahora hay un puñado de supervivientes luchando para resistir contra el invierno nuclear. Estos sobrevivientes son una troupe de personajes terriblemente escritos – está el excelente Richard Denning (El Monstruo de la Laguna Negra, El Escorpión Negro) como el héroe serie B de turno; un viejo militar y su hija; Mike Connors (siglos antes de Mannix, y que aquí parece el abuelo de Cosmo Kramer de Seinfeld) como un hampón que huye con su novia, una stripper entrada en kilos; y un viejo borracho que va a todas partes con su burro -, y hablan idioteces todo el tiempo. Cuando no salen con discursos ridículos y altisonantes, actúan de manera ilógica como si estuvieran ajenos a semejante catástrofe. El hampón quiere ir a San Francisco porque tiene negocios, y no se le ocurre pensar que el resto del mundo ha desaparecido por el bombardeo nuclear; el capitán se la pasa hablando de Dios y de la fatalidad; el geólogo vive agarrándose a las tortas con el mafioso, ya que éste siempre quiere quedarse con un revolver y someter a los demás; la stripper vive en su nube de gas particular y se la pasa recreando los actos que hacía en los teatros de burlesque de Las Vegas; el viejo vive borracho y pendiente de su burro… Encima Richard Denning recoge a un moribundo que está más radiactivo que la bomba de Hiroshima (y que se llama precisamente Radek !!), le dan casa y comida sin considerar el hecho de que están infectando al resto. Y, por si fuera poco, hay una horda de bichos mutantes (tipos en trajes de gorila y con máscaras de carnaval) que están acosando la granja para fagocitárselos en cualquier momento.

Hay escenas sideralmente malas. El capitán le vive dando pistas a Richard Denning sobre un incidente en el buque Matsuo (un barco cargado de animales y sometido a los efectos de una explosión atómica en las épocas de prueba de las bombas), y cuando le termina por revelar la verdad – las mutaciones sufridas por los animales -, le muestra unos dibujos bizarros de ratas y monos con colmillos y cuernos que son abismalmente ridículos. Denning se la pasa teorizando pavadas sobre los mutantes – “ahora están sedientos de carne roja; y parecen haber desarrollado una piel atómica, hecha de metal” -. El capitán – que parece vivir en un estado alcohólico permanente desde el momento que nació – pontifica de que la sabiduría de Dios ha permitido sobrevivir a unos pocos elegidos, y se la pasa recitando la Biblia. En un momento Cosmo Kramer… Mike Connors se cansa de la stripper y la liquida, tirando un maniquí por un acantilado que rebota más que si fuera una pelota de goma. Lamentable.

Me gustaría decir que The Day The World Ended es tan mala que resulta buena, pero no es así. Es abominable y aburrida, ridícula hasta bordear lo insufrible. Quizás rodeado de amigos y con mucho alcohol encima, uno pueda entretenerse sacándole la piel a semejante aborto cinematográfico. En mi caso personal, la encontré soporífera e insoportable, y he tenido experiencias similares con otros productos del auteur Roger Corman. Simplemente, evítela.