Crítica: El que Susurra en la Oscuridad (The Whisperer in Darkness) (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 2011: Matt Foyer (Albert Wilmarth), Matt Lagan (Nathaniel Ward), Lance J. Holt (Davis Bradbury), Andrew Leman (Charles Fort), Barry Lynch (Henry Akeley)

Director: Sean Branney, Guión: Sean Branney & Andrew Leman, basados en el cuento homónimo de H.P. Lovecraft

Trama: Década del 30. Una fuerte temporada de lluvias ha provocado numerosas inundaciones en Vermont, en donde las aguas han traido a la luz los cadáveres de criaturas deformes. Esto atrae la atención del profesor Albert Wilmarth, un experto en leyendas y folklore, quien pronto comienza a cartearse con uno de los lugareños, quien le provee más pruebas y testimonios. Decidido a ver el fenómeno con sus propios ojos, Wilmarth viaja a Vermont… pero descubrirá una siniestra conspiración de silencio montada por una secta de ocultistas, quienes creen haber descubierto un portal dimensional entre la tierra descubierta por el agua de las lluvias, y al cual piensan activar para abrirle paso a una raza alienígena a la cual adoran como si fueran dioses. Y ahora, con el tiempo en su contra y sin recursos a mano, Wilmarth deberá encontrar la forma de destruir el portal antes que los seres se materialicen y comiencen a exterminar a toda la humanidad.

The Whisperer in Darkness Si hay un tipo que tuvo mala suerte en la vida, ese fue Howard Phillips Lovecraft. Vivió en la miseria, sus pares despreciaron su obra – considerándola como una copia pobre de Edgar Allan Poe -, su madre se suicidó, el tipo se divorció, y terminó muriéndose muy joven (a los 46 años) de un cáncer. Semejante vida sufrida terminó por plasmarse en sus obras, en donde Lovecraft decidió crear personajes torturados que luchaban contra amenazas de fuera de este mundo, las cuales funcionaron como una especie de versión alegórica de sus propias frustaciones. Su obra sería redescubierta y por fin, luego de muchos años, obtendría el status de culto y reconocimiento que realmente se merecía.

El gran mérito de Lovecraft fue haber creado una mitología profana y aterradora conocida como los mitos de Cthulhu, la cual se compone de aberrantes dioses que moraron en la Tierra en algún momento, y que ahora residen en los confines del espacio, esperando agazapados el momento en donde puedan regresar y exterminar a toda la humanidad. En sí, los dioses de Cthulhu no son mas que alienígenas deformes y perversos, corruptores de la mente humana en cuanto se les da la oportunidad, y que vienen a ser una representación multiplicada y mucho más elaborada del concepto tradicional del demonio. Uno podría inferir que los mitos de Cthulhu vienen a ser una versión nihilista de las religiones tradicionales – vaya contradicción -, en el sentido de que todas sus deidades son malévolas y no existe ninguna figura benévola capaz de equilibrar la balanza. Dioses totalmente egoistas y abocados a la destrucción de manera incansable y eterna. En ese escenario, el hombre es un accidente de la naturaleza, un ser que sobrevive simplemente porque no es considerado una amenaza por dichas deidades.

Mientras que la mitología de Cthulhu es fascinante en lo conceptual, las cosas cambian un poco en lo literario. Lovecraft es un narrador redundante y entusiasta, con lo cual tiende a estirar las cosas a base de parrafadas grandilocuentes y avalanchas de descripciones vagas. Ciertamente uno puede entender las intenciones de Lovecraft – es tan grande el horror y la aberración que inspiran dichas criaturas, que no alcanzan las palabras para ilustrarlos – pero el exceso de adjetivos termina por jugarle en contra. Es por ello que sus relatos tienden a empantanarse cuando llega la hora de describir a los perversos y deformes seres surgidos de las profundidades más recónditas y oscuras del espacio.

El que Susurra en la Oscuridad es un proyecto independiente rodado por la H. P. Lovecraft Historical Society, un grupo de fans que montaron una fundación en 1984 con el fin de difundir la obra del autor. Los tipos sacan ediciones impresas, arman obras radiales y, de un tiempo a esta parte, han comenzado a filmar películas directas a video. Debido al éxito obtenido con el mediometraje La Llamada de Cthulhu en el 2005 se animaron a realizar su primer largo, al módico costo de 350.000 dólares enteramente salidos de su bolsillo. El resultado final no sólo es admirable por el esfuerzo puesto en la producción, sino que se trata de una de las adaptaciones más inspiradas que se hayan hecho del autor.

Lo primero que llama la atención es que el filme está rodado en blanco y negro, con una cuidadosa reconstrucción de época – en este caso, de la década del 30; dudo mucho que los relatos de Lovecraft resulten igual de efectivos si se los ambienta en la era de los celulares y la Internet -. Acá el proceso de estilización es total: no sólo son los trajes y los autos, sino también la forma en que se obtienen las tomas (que recuerdan al cine negro, y se basan en el uso de sombras y planos torcidos), y en cómo se desarrollan los diálogos. No sólo los parlamentos son muy floridos sino que son disparados a mil por hora, algo habitual en el cine norteamericano de la década del 30 y el 40. Precisamente este último factor le resulta demandante al espectador, al menos durante el primer acto en donde hay más personajes y fluye la pirotecnia verbal. Cuando el protagonista llega a Vermont, el ritmo se relaja notablemente y se hace mucho más hincapié en lo visual y en la creación de atmósferas.

En sí, El que Susurra en la Oscuridad es una mezcla de ciencia ficción y mitos de Cthulhu. Hay seres aberrantes aguardando entrar a este mundo y para ello han seducido a fanáticos locales, a quienes han convencido para que construyan la maquinaria necesaria para abrir el pasaje interdimensional que precisan. En el medio está la investigación del protagonista, un escéptico especialista en leyendas y folklore, el que ha comenzado a inquietarse al analizar los extraños sucesos de Vermont y siente que quizás se haya topado con algo real que va mucho mas allá de lo imaginable. Llegado el momento decide ir al lugar, para lo cual termina por hospedarse en la casa de uno de los lugareños, el cual ha estado enviandole muestras de lo que ocurre durante todo este tiempo. Precisamente el encuentro nocturno entre el profesor y el granjero es el que le da nombre al relato: uno percibe que hay algo terriblemente mal en ese hombre de aspecto enfermo que pasa sus dias postrado en un sillón, evita la luz, y se ríe de manera escalofriante… ¿acaso no será humano?.

Mientras va construyendo la premisa El que Susurra en la Oscuridad es excelente. El primer acto es típicamente lovecraftiano, en donde se habla mucho y se muestra poco, generándole al espectador una ansiedad angustiante de que el protagonista tome de una vez el dichoso tren y vaya a ver – en vivo y directo – los seres mutantes de los que todos hablan. En el segundo acto nos topamos con personajes siniestros de todo tipo y color, la sensación de que algo muy malo flota en el ambiente, y la revelación del misterio. Pero en el tercer acto el filme se aparta del cuento en busca de un final más espectacular que el original y, para ello, termina de sacrificar parte de su credibilidad. Y si bien el resultado final no es horrendo, al menos tiene una cuota importante de agujeros de lógica.

El que Susurra en la Oscuridad es un filme recomendadísimo. En general los filmes que más he disfrutado son los que termino por asignarle cuatro atómicos, porque si bien no alcanzan la perfección total, son obras maestras durante la mayor parte de su duración hasta que se topan con un obstáculo que sortean mal. Quizás exagere al considerar The Whisperer in Darkness como un filme supremo, pero lo premio por su fidelidad al estilo de Lovecraft, su gran clima y su intensidad; y porque, en lo que va de la semana, es por lejos lo mejor que he visto.

LAS ADAPTACIONES LOVECRAFTIANAS DE LA H.P. LOVECRAFT HISTORIAL SOCIETY

La Llamada de Cthulhu (2005) – El que Susurra en la Oscuridad (2011)