Crítica: La Guerra de los Mundos: Goliath (2012)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Malasia / Japón / USA, 2012: con las voces de Peter Wingfield (capitán Eric Wells), Adrian Paul (cabo Patrick O’Brien), Adam Baldwin (Wilson), Elizabeth Gracen (teniente Jennifer Carter)

Director: Joe Pearson, Guión: Joe Pearson & David Abramowitz, basados en La Guerra de los Mundos de H.G. Wells

Trama: Nueva York, 1914. Ya han pasado 15 años desde que los marcianos intentaran invadir la Tierra y fueran vencidos por las bacterias terrestres – las cuales atacaron sus débiles sistemas inmunológicos y corrompieron su cuerpos en cuestión de días -. Desde ese entonces los humanos han estado preparándose para una nueva oleada marciana, depredando su tecnología alienígena y creando una amplia variedad de armas de avanzada – desde robots artillados hasta aeroplanos a chorro, amén de una flota de zeppelines dotados del letal rayo de fuego marciano -. Eric Wells es uno de los pilotos de la fuerza Goliat – compuesta por gigantescos robots blindados y capaces de enfrentar de igual a igual a los trípodes marcianos -, el cual ha estado buscando la oportunidad de cobrar revancha desde que los extraterrestres vaporizaran a sus padres en la última oleada. Y ahora la ocasión que estaba buscando Wells parece haber llegado, ya que descensos alienígenas han comenzado a ser reportados en distintas partes del globo. El problema es que los marcianos han evolucionado, siendo inmunes a la atmósfera y enfermedades terrestres, y viniendo dotados de una potente fuerza aérea, la cual pronto causa estragos en las principales ciudades del planeta. Con la fuerza multinacional Goliat peleando cara a cara con el invasor, todo indica que la batalla final terminará por librarse en Nueva York, en donde el destino de la humanidad dependerá de la valentía de nuestros héroes.

La Guerra de los Mundos: Goliath Hay una ley no escrita que dice que, si uno permanece el suficiente tiempo frente a la pantalla, puede encontrar en Internet cualquier cosa que se le ocurra – aún lo más prohibido, lo más secreto o incluso aquello que se pensaba siquiera que existía -. Algo de eso me ha ocurrido con el filme La Guerra de los Mundos: Goliat, el cual data del 2012 y ha estado en estado durmiendo durante los últimos dos años. Ha sido presentado en numerosos festivales, existen gran cantidad de reviews en portales de habla inglesa… pero el filme parecía desaparecido en el limbo, simplemente porque nunca fue estrenado en Norteamérica o Europa – recién hay agendada una fecha tentativa para abril de este año -. Dato curioso, la película terminó por aparecer posteada en un portal chino de traducción imposible, un hecho tan remoto como improbable.

El motivo de mi ansiedad por hallar La Guerra de los Mundos: Goliat es que el filme es una secuela steampunk del clásico de H.G. Wells La Guerra de los Mundos. En general la obra de Wells siempre me ha apasionado en sus mas diversas encarnaciones, sea el clásico de 1953, la versión de Speilberg o, incluso, la opera rock de Jeff Waynela que suelo reproducir casi todas las semanas mientras me pongo a escribir los artículos para este portal -. Quizás lo que me enamora de la obra es su clima apocalíptico, algo que casi ninguno de sus imitadores (por ejemplo Dia de la Independencia) ha logrado obtener con el mismo grado de dramatismo. Por otra parte la inyección de steampunk léase, máquinas futuristas en un escenario antiguo o victoriano – me resultaba un detalle sumamente apetitoso, algo que me hacía acordar a las aventuras anacrónicas de La Liga de Caballeros Extraordinarios de Allan Moore (en uno de cuyos episodios ponía a sus héroes frente a la invasión de Wells), o al Steamboy de Katsuhiro Otomo. Lamentablemente la versión final de La Guerra de los Mundos: Goliat es tan espectacular como hueca, desperdiciando toda la riqueza de su premisa en favor de un show plagado de efectos especiales y personajes superficiales.

En sí La Guerra de los Mundos: Goliath se siente como el fruto de una horda de fans, tipos cuya fantasía de ver una batalla campal entre mechas y tripodes marcianos les ha provocado mas de un sueño húmedo. El problema con esto es que, si no se le construye un respaldo argumental como la gente, termina siendo la obra de niños ricos divirtiéndose con juguetes caros. Aquí se precisaba al menos la revisión de algún autor de sci fi con un poco de neuronas como para pulir el escenario y, al menos, no tomar a la ligera el contexto histórico – si no, lo cual, termina siendo un dato anecdótico… que es lo que realmente pasa -. 1914 no sólo fue el año del inicio de la Primera Guerra Mundial sino una época realmente densa en la historia del planeta, dada por una situación europea tremendamente volátil – odios nacionales, una complicada red de pactos militares entre países – y el surgimiento del primer conflicto bélico moderno, en donde las tradicionales tácticas militares – que databan de la época de Napoleón – terminaron siendo aplastadas por la aparición de la tecnología de guerra, fueran los primeros tanques o el uso del gas mostaza. ¿De qué valía mandar un regimiento de caballería a combatir una división de lentos – pero indestructibles – blindados?. Todo ese trasfondo es tomado aquí de manera tremendamente superficial, poniendo a algunos alemanes a reñir con los personajes ingleses de la trama o, a lo sumo, perfilando a algunos irlandeses pre IRA preparándose para montar los primeros atentados contra los británicos de aquél entonces. Aparte de todo esto, el filme insiste en incluir (de manera injustificada) tecnología totalmente anacrónica a la época: mientras que resulta coherente de que la humanidad haya construido robots y rayos lásers a partir de la depredación de la tecnología marciana, por otra parte la existencia de motores a reaccion (simpaticamente montados sobre antiguos aeroplanos) o de anacrónicas lanzaderas de misiles montadas sobre los hombros de los robots tripulados resulta absurda. Sumado a esto que los guionistas han hecho su propia versión de los invasores marcianos – los cuales vienen con flota aérea y nave madre incluída, a lo Dia de la Independencia -, las inconsistencias terminan por resultar molestas al espectador detallista. ¿Para qué mandar hordas de gigantescos proyectiles tripulados – como ocurría en el libro original de Wells – si los marcianos tienen capacidad de construir potentes y veloces motores a reacción?. ¿Por qué usar gigantescos tripodes si su tecnología ya conoce métodos mas rápidos y eficaces de desplazarse (por ejemplo, por el aire)?. En general ésa siempre una inconsistencia que estuvo presente en la obra original – la idea de una civilización alienígena construida sobre el desconocimiento de la rueda como método más eficiente de desplazamiento -, pero aquí las diferencias quedan subrayadas. Incluso hay otros detalles que chocan por lo absurdo – ¿por qué toda esta gente insiste en disparar balas y cañonazos contra las naves alienígenas cuando saben que la única manera de acabar con ellos es usando rayos lásers y cohetes?; divisiones enteras de tipos armados con metralletas son devastadas en cuestión de segundos con el absurdo propósito de distraer a los invasores de sus blancos principales durante unos momentos (lo que en la práctica se traduce como un ejército compuesto por escuadrones enteros de kamikazes) -, y que queda en uno aceptarlos o no en beneficio del espectáculo.

Aún tolerando todas esas desprolijidades, La Guerra de los Mundos: Goliat tampoco es lo que se dice excitante en términos de acción o argumento. Los personajes son génericos y carecen de personalidad; el seteo histórico de 1914 comienza como un detalle exótico al comienzo del filme pero después es rápidamente olvidado e incluso, si un espectador casual comenzara a ver la película a partir de la segunda hora y sin conocimiento de la premisa, bien podría tomarla por una rutinaria aventura futurista seteada en el siglo XXI. Los combates entre mechas y tripodes son bastante genéricos y la cosa se pone algo mejor con los combates aéreos… hasta que el director Joe Pearson comienza a copiar secuencias enteras de Dia de la Independenciaincluida la persecución de Will Smith en el Gran Cañón o el sacrificio final para destruir la nave madre -. En un momento la historia hace un desvío realmente tonto al desplazar los combates al desierto: si a los invasores le urge la destrucción y la victoria, ¿para qué desembarcarían oleadas masivas en un lugar que no conoce nadie, y empezarían un lento desplazamiento hacia las ciudades, con el riesgo de detección y destrucción durante el viaje?. En realidad todo ello responde a una necesidad trivial del libreto de reservar el combate urbano para la gran batalla final en Nueva York (la cual, debo admitir, es impresionante y por lejos es lo mejor de la película), a la vez de darle un poco de espacio a los anónimos héroes para que salgan de susmechas y exhiban durante un rato sus rostros delante de cámara.

Aún cuando el país de origen sea Malasia, La Guerra de los Mundos: Goliat se siente como un chato emprendimiento de animación norteamericano. El casting vocal es aburrido, la animación es desigual – hay momentos en que se tratan de CGIs impresionantes y, en otros, es una deprolija animación artesanal en donde los movimientos van a los saltos -, y la historia es genérica. El equipo responsable de esto tiene como antecedente una aventura animada de Highlander – Highlander: The Search for Vengeance, la que tiene buenas criticas pero se trataba de un producto directo a video -, y aquí el sayo le queda algo grande. En lo personal creo que si hubieran reemplazado a los creativos por un equipo nipón – a la altura de Katsuhiro Otomo – hubiera tenido más vuelo, tanto en la historia como en la dirección de escenas.

La Guerra de los Mundos: Goliat es una aventura animada ok. Está lejos de todo el potencial que su premisa prometía, y sólo queda como un espectáculo pasatista bastante hueco. Es una lástima que, en medio de semejante despliegue de recursos y producción, el elemento más barato de toda la ecuación – la imaginación – se haya quedado corto, el cual marca la diferencia entre una obra maestra y un producto meramente rutinario.

LA GUERRA DE LOS MUNDOS DE H.G. WELLS

Algunas versiones de la obra de H. G. Wells La Guerra de los Mundos que comentamos aquí son: la versión radial de Orson Welles La Guerra de los Mundos (1938); la versión clásica La Guerra de los Mundos (1953), la versión de Steven Spielberg La Guerra de los Mundos (2005), la opera rock Jeff Wayne´s La Guerra de los Mundos (2006), y las versiones de la editora The Asylum: H.G. Wells La Guerra de los Mundos (2005) y La Guerra de los Mundos 2: La Próxima Ola (2008). La Guerra de los Mundos: Goliath (2012) es una secuela steampunk que tiene lugar 15 años después de la primera invasión marciana. La Gran Guerra Marciana (1913 – 1917) (2013) es un falso documental que ubica la invasión alienígena en las vísperas de la Primera Guerra Mundial.
The Night That Panicked America (1975) es un telefilme que recrea la transmisión (y las repercusiones) de la legendaria transmisión radial de Orson Welles de 1938.