Crítica: Troya (2004)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Alemania, 2004: Brad Pitt (Aquiles), Orlando Bloom (Paris), Eric Bana (Hector), Diane Kruger (Helena), Peter O´Toole (Priamo), Brian Cox (Agamenon), Brendan Gleeson (Menelao), Sean Bean (Ulises)

Director: Wolfgang Petersen, Guión: David Benioff, basado en La Iliada de Homero, Musica – James Horner

Trama: Troya y Esparta firman una tregua a la guerra; pero en mitad del agasajo el príncipe troyano Paris seduce a Helena, la esposa del rey espartano Menelao, y ambos se fugan. Helena es recibida como una princesa en Troya, mientras Menelao presiona una alianza con su hermano, el irascible rey griego Agamenon, para ir a la guerra. El mayor ejército del mundo antiguo es reunido y desembarca en las playas de Troya, pero el combate se complica por las fortificadas murallas de la ciudad que siempre han sido inexpugnables. Y el arma secreta con que cuenta Agamenon – deseoso de arrasar Troya, última ciudad griega que no se ha plegado a su alianza – es Aquiles, un invencible guerrero que cuenta con el favor de los dioses. Pero Aquiles mantiene una fuerte disputa interna con Agamenon, y decide apartarse de la guerra. Sólo cuando su primo Patroclo perezca en la lidia, será cuando Aquiles tome a la guerra con Troya como algo personal, sabiendo que las predicciones del oráculo pronostican que obtendrá la gloria en la batalla pero a costa de su propia vida.

Troya Troya está basada principalmente en el poema clásico de Homero La Iliada, aunque toma elementos de La Odisea (en especial, la secuencia del caballo de Troya). La Ilíada (por Ilión, que es otro de los nombres como se le conoce a Troya) es un poema épico, usado en la antigüedad como obra educativa para ilustrar la relación entre los dioses y los humanos, además de venerar a los héroes de la historia. Como obra es sumamente compleja: dioses y semidioses participan de uno u otro bando, y muchas veces el balance de la batalla tiende hacia una u otra facción de acuerdo a las alianzas y disputas entre las entidades divinas que moran en el Olimpo.

Es netamente una obra fantástica, cuyo espíritu en la pantalla sería el reflejado por el film Lucha de Titanes. Pero aquí Petersen y el guionista Benioff la han despojado de todo misticismo, lo cual no me parece un problema tan grave, y han desarrollado la historia como un conflicto sólo entre humanos, persiguiendo un espíritu épico similar al de Gladiador (2000) y no al de El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo (2001).

Pero hay algo que no funciona en el film, y resulta difícil de definir. La base de la historia de Homero está presente: el conflicto de Aquiles con Agamenón, las disputas entre éstos por Briseida, el rapto (o fuga) de Helena, el sitio y la caída de la ciudad. Afuera queda todo el universo fantástico de los dioses, y hay bastantes personajes que desaparecen por el camino u otros que en el film perecen pero no en la obra original (algo usual en Hollywood para dar una suerte de climax equitativo).

Quizás un problema que tiene el film es la de no tomar una posición definida respecto al conflicto. En los filmes épicos debe haber héroes y villanos, o posiciones contrapuestas de modo realmente claro. Pero aquí la mitad de las historias resultan algo blandas. Por ejemplo, el romance juvenil entre Paris y Helena es de una superficialidad abominable. No sólo no hay química entre Bloom y Krueger, sino que parecen ajenos a todo lo que sucede (especialmente el caracter de Helena, que debería tener profundos sentimientos de culpa). El guión esboza muy poco de ello, y los actores disparan las líneas sin demasiada convicción. Si ésta es una versión revisionista del poema de Homero, humanizando profundamente a sus personajes y conflictos, la peor parte le toca a los perfiles light de Paris y Helena.

La Iliada es una obra que todos hemos leído, aunque sea en parte, en la escuela o el secundario. Mi recuerdo es que los troyanos eran retorcidos y cobardes. Paris era cobarde, arrogante y desprejuiciado, mientras que Hector era algo más racional y valiente. La causa de Menelao era justa. Y la resolución final – la guerra de Troya dura varios años hasta que termina de caer por la treta que inventa Ulises – era la restauración del balance. Pero en cambio el film intenta mostrar equilibrio en ambos bandos, en especial que el amor (con mayúsculas) provoca la perdición de los hombres. Como lo plantea la película, el romance superficial de Helena y Paris no vale una guerra. Ya es un mal comienzo del film.

El otro punto es que no todos los personajes restantes están bien caracterizados. En vez de enfocarse en Paris y Helena, el film se centra en Aquiles (lo que hacía también el poema), pero le da un perfil anacrónico. Es un ninja adolescente, caprichoso y conflictuado. No están mal las líneas ni la interpretación de Brad Pitt, pero el tema es que el público no puede interesarse en él como carácter principal si resulta un egoísta obsesionado por la gloria. Es un problema del perfil que elige del guión; el personaje está bien pero no para esta historia. Como dice James Berardinelli, un héroe épico debe seguir el molde de Charlton Heston: ser estoico hasta la médula, mesiánico en su causa, incorruptible, y recitar sus líneas con voz de barítono. El Aquiles de Pitt, en cambio, es un héroe con profundos problemas sicológicos. Es un mercenario renegado y conflictuado, cuando lo lógico hubiera sido mostrar a Agamenón como un déspota (que el film lo hace) pero a Aquiles como un justiciero. Tampoco funciona demasiado el romance con Criseida – los libretos incluyen los romances como formas de humanizar a los personajes -. Uno podría decir que ninguno de los romances que muestra Troya están desarrollados decentemente ni funcionan como mecanismos de que el público pueda simpatizar con los personajes.

Y si las historias de Paris y Aquiles tienen problemas de perfil y desarrollo, el filme ya se ve dañado en su credibilidad. Es indudable que son brillantes las coreografías de lucha de Aquiles, pero el personaje no termina de enganchar a la audiencia. En donde Troya consigue mejores réditos es con Hector; repito que no es un problema de actores ni de lucidez de las líneas del guión (que están bien) sino del puesto y el perfil que el libreto se esfuerza en plantear. La interpretación de Eric Bana es excelente, y este Hector decide seguir adelante a pesar de saber que su causa es un error. Protege a su hermano, su familia y su ciudad aunque reconoce que estén equivocados. Hay un conflicto interno entre lealtad y causa justa que funciona muy bien. Y el otro que anda de maravillas es Peter O´Toole como Priamo: es un convencido del destino y un hombre justo. La escena en que Priamo va a pedir el cadaver de Hector a la tienda de Aquiles es uno de los mejores momentos del filme (sino el mejor). Quizás la película hubiera funcionado mucho mejor centrándose en Priamo con exclusividad, y dando perfiles muy secundarios al resto. En esa escena se transpira nobleza, que es lo que hace funcionar a los filmes de Peter Jackson.

Del lado de los héroes, solo Hector funciona; Priamo participa muy poco. Y del lado de los villanos – si los hay -, Brian Cox se relame con su Agamenón. El tema está en que gran parte de los personajes resultan ser cínicos o desprejuiciados, y sólo los papeles que transpiran nobleza funcionan, pero lamentablemente son muy pocos. Ulises era un personaje perfecto para esto, pero el libreto lo sepulta y le da muy poco tiempo de pantalla. Y si los perfiles de los personajes funcionan a medias, lo que pase en los combates masivos no termina por interesar demasiado. No están mal hechos, pero carecen del nervio que Peter Jackson ponía en las descomunales refriegas de El Señor de los Anillos. La cámara es muy externa al choque de fuerzas, no tiene protagonismo ni nos inserta en medio del combate. Si uno compara con otras grandes obras épicas recientes (la trilogía de Jackson, o bien Cruzada de Ridley Scott), ve que la carnicería aquí es muy descremada.

Es un buen filme, pero no uno memorable. La mayoría de líneas del guión son muy buenas, pero el problema es que la película carece de héroes, de individuos incorruptibles con causa justa. Los que hay son muy pocos y no son los principales, con lo cual a uno no le interesa demasiado el resultado de la guerra. Si el guión fuera menos anacrónico y cínico, y hubiera seguido los carriles habituales del peplum (como se denomina al género de sandalias y togas, y se le conoce a los filmes de romanos y griegos) en vez de intentar un experimento freudiano de los héroes de la antigua Grecia, podría haber resultado un clásico. Pero así como está, es un collage donde todos los elementos son de buena calidad pero resultan incompatibles al intentar unirlos.