Crítica: Hilachas (Threads) (1984)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorGB, 1984: Karen Meagher (Ruth Beckett), Reece Dinsdale (Jimmy Kemp), David Brierly (Sr. Kemp), Rita May (Sra. Kemp), Nicholas Lane (Michael Kemp), Jane Hazlegrove (Alison Kemp)

Director: Mick Jackson, Guión: Barry Hines

Trama: Ruth Beckett y Jimmy Kemp son una pareja de jovenes ingleses que están de novios y ahora deben afrontar el imprevisto embarazo de la chica. Mientras tanto, el mundo comienza a convulsionarse cuando fuerzas soviéticas invaden Irán y los Estados Unidos – junto con la OTAN – deciden replicar militarmente. Mientras que al principio la noticia pasa desapercibida en los diarios, muy pronto la escalada comienza a tomar un tono alarmante, especialmente cuando los norteamericanos empiezan a usar armas nucleares de corto alcance. En la isla británica comienzan a tomarse medidas de emergencia – racionamiento, organización en gobiernos locales, campañas masivas de instrucción a la población sobre la construcción de improvisados refugios atómicos – temiendo lo peor. Y súbitamente la guerra nuclear alcanza proporciones globales, siendo Inglaterra uno de los primeros países afectados. Ahora Ruth y Jimmy deberán pelear por sobrevivir en semejante escenario apocalíptico.

Threads (Hilachas) En los años ochenta la Guerra Fría había entrado en un pico de tensión entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Tal como había pasado con la crisis de los misiles cubanos en 1962, en el hemisferio norte se temió lo peor. Hubo un resurgimiento del temor nuclear – que en los 50 y 60 se tradujo en el cine en invasiones alienígenas y monstruos atómicos -, sólo que ahora el séptimo arte lo expuso sin ningún tipo de maquillaje. En Norteamérica la movida comenzó en 1983 con los telefilmes El Día Después y Testamento, lo que sirvieron para que Ronald Reagan pusiera los pies en la tierra. En la puritana Gran Bretaña, mientras tanto, recién se pondrían en campaña cuando empezaron a ver el principio del abismo. La moralista BBC comenzó a rehabilitar su mala fama de autocensura, y sacó del desván a la formidable El Juego de la Guerra – que esperaba turno desde 1965 para ser estrenada en televisión (!) -, y produjo el telefilm que ahora comentamos.

Los minutos iniciales de Threads son algo insulsos y poco originales. Habiendo visto The War Game, uno se lleva la impresión de que el director Mick Jackson se dedicó a hacer un docudrama lineal sobre el libreto del filme de Peter Watkins. Aquí hay otro conflicto armado – esta vez en Irán -, con el uso de armas nucleares tácticas (esas que se usan para masacrar ejércitos, no satisfacen a nadie, y terminan por disparar la escalada de los misiles intercontinentales); está la división el gobierno en alcaldías locales que actuarán en el caso de emergencia y que comienzan a aprovisionarse de comida y remedios; la difusión de manuales de construcción de improvisados refugios nucleares; incluso en diversas partes del filme está el alojamiento compulsivo de refugiados, la cremación de cuerpos, el holocausto (las tormentas de fuego) que extermina a los bomberos y las revueltas por alimentos. Ni siquiera la subtrama de la pareja joven y recién embarazada resulta demasiado interesante.

Pero donde Threads empieza a dispararse con carácter propio es al momento del ataque. The War Game era impresionante en lo emocional e intelectual, pero Threads es sencillamente visceral. Mick Jackson no escatima recursos en mostrar el horror – cadaveres prendidos fuego, gente terriblemente quemada; la muerte por radiación de cada uno de los protagonistas – y crea un abrumador clima de impotencia. Mientras que El Día Después funcionaba en el corto plazo – la visión de la América tradicional devastada por un ataque nuclear de un día para el otro -, Hilachas se encarga de explorar la proyección de los acontecimientos incluso hasta quince años después. Es sencillamente el fin de la civilización. Incluso los supervivientes están condenados por la esterilidad que provoca la radiación – en el cuerpo humano, en los animales, en la tierra -. No existe redención posible para la raza humana; su destino es desaparecer, ya que no hay manera de recuperarse de semejante golpe.

Una de las cosas más impresionantes de Threads es la visión del futuro postapocalíptico. Escasas cosechas acosadas por las plagas; comida insuficiente para los supervivientes, quienes empiezan a degradarse física e intelectualmente; falta de organización social, que culmina en la barbarie. Una escena impactante es ver a la hija de Ruth peleando por comida, y hablando en un lenguaje deformado – como no hay educación formal, se han perdido los verbos -. Es un regreso súbito a los principios de la Edad Media.

Threads es amarga e impresionante. El fotograma final es desesperanzador, y convierte al filme en un fortísimo alegato antibelicista. No se anda con medias tintas, y explora las peores posibilidades de la hipótesis de un conflicto nuclear global. Si usted se anima a verla, verá un filme brillante y perturbador; un juego intelectual sobre una situación que – gracias a Dios – ha quedado relegada a una posibilidad en los libros de historia.