Crítica: Estos son los Condenados (These Are the Damned) (1961)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1961: MacDonald Carey (Simon Wells), Shirley Ann Field (Joan), Oliver Reed (King), Alexander Knox (Bernard), Viveca Lindfors (Freya Nielson), James Villiers (Capitán Gregory), Kit Williams (Henry)

Director: Joseph Losey, Guión: Evan Jones, basado en la novela The Children of Light de H.L. Lawrence

Trama: El veterano empresario americano Simon Wells se encuentra de vacaciones en Inglaterra y, en una de sus conquistas callejeras, logra levantar a una bella veinteañera llamada Joan. Pero todo se trata de una trampa tendida por King, el hermano de la chica, y su banda de delincuentes juveniles para poder robarle. Aún a pesar de las circunstancias un vínculo romántico se tiende entre Simon y Joan, y ambos deciden darse a la fuga. Pero escapando de la banda de King, la pareja ha entrado accidentalmente a una instalación militar ultrasecreta del ejército británico, en donde un grupo de niños de once años es mantenido en aislamiento. El otro dato inquietante es que la piel de los chicos es anormalmente helada. Sobrepasado por las circunstancias, Simon decide intentar liberar a los chicos, pero terminará por descubrir que se tratan del fruto de un espeluznante experimento militar.

Estos son los Condenados Estos son los Condenados es otro experimento en el rubro de la ciencia ficción de la Hammer. Es un género al que el estudio abordaría en contadísimas ocasiones, con la excepción de la saga Quatermass, su clon X: Lo Desconocido o Luna Cero Dos, por poner algunos ejemplos relevantes. Al frente del proyecto se encuentra el director americano Joseph Losey, que venía a exiliarse a Europa tras haber sido incluído en las listas negras del Macartismo por su filiación con el partido comunista. Losey es el mismo de The Servant, Figures in a Landscape y el famoso fracaso de Modesty Blaise.

Uno no puede negar que el argumento central es interesante, y que desde el punto de vista de la fotografía es un filme sobresaliente. El escenario es espectacular, los encuadres de muchas de las secuencias son excepcionalmente modernos, y visualmente es una película excelente. El nudo central de la historia es un grupo de chicos aislados en una instalación secreta con un obvio propósito militar que se revela sobre el final, aunque uno puede anticipar de qué se trata. Estos niños tienen como figura paternal al coronel Bernard, quien les habla sólo una vez al día; se manejan sin presencia de adultos y son observados todo el tiempo. La realidad es que son un grupo de mutantes – individuos que han sido expuestos a la radiación durante el embarazo de sus madres, y que la han asimilado sin complicaciones – que se encuentran en cuarteles de invierno y a la espera de un conflicto nuclear. Cuando la Tierra sea arrasada, ellos serán los unicos capaces de sobrevivir el clima radiactivo posterior al holocausto. Y de por sí ellos mismos ya emiten radiación.

El problema es que a Losey le interesan tres pitos la historia de los chicos. Cuando el relato llega a ellos, sin dudas está filmado de manera competente; pero en cambio el director decide prestarle muchísima más atención y tiempo a todo el ensamble previo, lo que Losey entiende por desarrollo humano de los personajes … y que es abominable. Media película está dedicada al cincuentón Simon, la volátil Joan y el agresivo King & compañía; esto no sería problema si lo que tuvieran para decir resultara interesante. Pero Losey los embarca en un experimento de Nouvelle Vague, montando un circo de personajes idiotas, pedantes y castrados emocionalmente, y poniendoles parlamentos atroces y pretensiosos en sus labios. La chica que quiere / no quiere / quiere / no quiere al cincuentón, el americano que no tiene ni valentía ni presencia física pero se hace el galán, una banda de delincuentes juveniles que mezclan la moda de los motoqueros de los cincuenta con el clasicismo inglés (un antecedente prehistórico de la banda de Malcolm McDowell en La Naranja Mecánica?) y vive haciendo estupideces todo el tiempo… Los diálogos típicos son: “te quiero!”, “pero yo no”, “no importa, te amo y quiero casarme contigo”, “ah, bueno, está bien”. Dios me libre y me guarde de los directores con pretensiones intelectuales. Es una galería de personajes insufribles que merecen pasar por la moledora de carne algunas de sus glándulas más sensibles. Al menos, entre toda esa troupe de abortos seudo intelectuales que inventa el libreto, está Viveca Lindfords como una MILF devorahombres que le da algo de energía a la primera parte. Y en especial su ambigua relación con el Coronel Bernard – uno asume que se trata de una bizarra amistad entre una ninfómana y un gay pasivo -, lo que podría haber sido interesante pero que al libreto no le interesa en lo más minimo explorar en detalle.

Estos son los Condenados es un entretenimiento pasable si se logra sobrevivir a la primera mitad pretensiosa y seudo intelectualoide que se le ocurrió construir a Losey para matar el tiempo. Uno termina por odiar a los personajes, simplemente porque están escritos como el demonio, y con lo cual nos importa muy poco lo que le suceda después. Es como si hubieran pegado un competente relato de ciencia ficción con una historia pedante propia del cine arte francés… que es abominable y le quita una enorme cantidad de puntos a lo que debería haber sido un sólido thriller.