Crítica: Ted (2012)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2012: Mark Wahlberg (John Bennett), Seth MacFarlane (voz de Ted), Mila Kunis (Lori Collins), Joel McHale (Rex), Giovanni Ribisi (Donny), Sam J. Jones (como él mismo)

Director: Seth MacFarlane, Guión: Seth MacFarlane, Alec Sulkin & Wellesley Wild

Trama: De niño John Bennett era un chico muy solitario. En su desesperación decide pedirle al cielo un deseo – tener un amigo que lo quiera como ninguno, y nunca se separe de él -, el cual se concreta a la mañana siguiente cuando su oso gigante de peluche cobra vida y comienza a hablar. El oso – al que han llamado Ted – pronto se convierte en una celebridad y pasa todo el tiempo con John, alegrando sus horas. Pero ahora han pasado casi 30 años y John es un empleado mediocre de una agencia de alquiler de autos mientras que Ted se ha convertido en un mujeriego drogadicto que vive para enfiestarse. Para colmo Lori – la novia de John – ha comenzado a cansarse de la situación, especialmente porque ve que después de 4 años John no tiene ninguna intención de sentar cabeza y casarse. Ahora Lori ha llegado al límite y le ha dado un ultimátum a John: o se separa de Ted, o ella se va. Pero Ted es tan divertido y descontrolado que la decisión se torna casi imposible para John, dividido entre el amor de su amigo inseparable y el de su encantadora novia.

Ted Ted es el debut en la pantalla grande de Seth MacFarlane, el humorista responsable de las exitosas series animadas Padre de Familia, American Dad y The Cleveland Show. Acá MacFarlane se ha despachado con el concepto propio de una sitcom, y lo ha expandido al formato de largometraje. Ciertamente Ted tiene sus momentos divertidos, pero la historia de fondo es corta y rutinaria, y toda la premisa se ve innecesariamente estirada. A eso se suman problemas de casting y el ego del creador, lo cual termina por opacar la efectividad de la propuesta.

No soy un gran fan de Seth MacFarlane. He visto sus series animadas – y su trilogía de especiales que parodian a la saga Star Wars – y las encuentro divertidas… hasta que el mismo MacFarlane decide tomar el centro de la escena y se vuelve denso y plomizo. Es como una versión malhablada y descontrolada de Vince Vaughn – habla por demás y se despacha con las peores guarradas que puedan existir, vomitándolas por toneladas -. Como he dicho cientos de veces no tengo problemas con el humor procaz o políticamente incorrecto, pero pareciera que la procacidad fuera el único recurso que dispone MacFarlane. Los hermanos Farrelly, por ejemplo, son excelentes narradores de historias y tienen momentos inspirados en los que pueden emocionar; en el medio está South Park, el cual bombardea ácido sobre la típica moralina estadounidense; y, yendo al otro extremo, uno puede mencionar a John Waters con su pornografía naif cargada de ridiculeces cómicas. Pero lo de MacFarlane parece restringirse a pirotecnia verbal y nada más que eso (no hay otra idea de fondo ni otra intención); y, lo que es peor, el tipo insiste en acaparar pantalla la mayor parte del tiempo, en vez de repartir bocadillos por igual al resto de personajes e intérpretes. Pasa con sus series (en donde le pone la voz a los personajes principales), pasó con Blue Harvest (en donde su Han Solo / Peter Griffin ocupa más tiempo que el rechoncho Luke Skywalker, y arruina las bondades de la parodia), y pasa con Ted. El oso de peluche dispara cataratas de guarradas – el 50% de las cuales tiene su gracia; el resto, la pifia feo -, y apenas le deja algún que otro momento cómico al resto de los personajes, la mayoría de los cuales están interpretados por tipos con mucha más gracia que el mismo MacFarlane.

Pero aparte de eso, el filme tiene otros detalles importantes. Comenzando por el protagónico de Mark Wahlberg, un tipo que definitivamente no sirve para la comedia (bah, tampoco es que Wahlberg sea muy efectivo para el drama, o siquiera como héroe de acción). Wahlberg es blando y anodino, y uno piensa seriamente que su elección de casting depende de una cuestión egocéntrica del mismo MacFarlane, quien buscó a un actor no cómico para que no le cuestionara sus decisiones creativas (y para cortarle cualquier posibilidad de aporte personal); pero el rol de Wahlberg merecía haber caído en otras manos, tipo las de James Franco, Seth Rogen, Kevin Reynolds… cómicos de carrera que podían haberle dado más lustre al rol. Wahlberg es opacado por casi todo el mundo en el filme (el cual se supone que es su show) y, en especial, por Mila Kunis, la cual posee un rango interpretativo enorme y se despacha con una performance propia de una película infinitamente superior a ésta.

El otro punto es que la historia de fondo es sosa y estirada. MacFarlane tira por la borda las reglas de la premisa – “el pez fuera del agua”; la inclusión en una situación standard de un tipo que posee su propio (y bizarro) punto de vista sobre el mundo, y que ha sido la base de cientos de sitcoms, que van desde Mi Marciano Favorito hasta Tercera Roca del Sol, Alf o incluso The Big Bang Theory -, y nunca hace que Ted llegue a alguna conclusión interesante en vista de su situación inusual. Dejando de lado algunos chistes gruesos sobre un oso de peluche revolcándose con una rubia infernal, el resto de la comedia es bastante standard, algo así como una version bizarra y políticamente incorrecta de Tu, Yo y Dupree. ¿Cuál es el sentido de meter un oso de peluche parlante en el relato?. Todo lo que sigue lo podría haber hecho un amigote humano, un fumón mujeriego de esos que es preferible perder a encontrar. A lo sumo MacFarlane atina a disparar algunas bromas sobre la decadencia de las celebridades, empardando a Ted con algunas estrellas infantiles que terminaron en el tacho – cuando Ted termina trabajando en un supermercado, no es dificil relacionarlo con Gary Coleman empleado como guardia de seguridad en un Mall -.

Quizás el momento más gracioso del filme sea el encuentro con Sam Jones – el pétreo protagonista de Flash Gordon, convertido aquí en objeto de culto trash -, en donde Jones entra a full en el modo de autoparodia (similar a lo que ha venido haciendo últimamente David Hasselhoff, y con lo cual se ha creado su propio nicho). Pero el resto del tiempo es MacFarlane haciendo de MacFarlane y robándole aire de pantalla a un cast costoso, reducido a roles cuasi decorativos.

Como comedia procaz, Ted es bastante potable, pero hay filmes mejores. Acá hay una trama rutinaria que sirve de excusa para que el responsable de esto se despache con una caterva de chistes zarpados, y no hay mucho más que eso. El problema es que no todo lo zarpado tiene gracia, e incluso hay un par de situaciones chocantes – como la pelea entre Wahlberg y Ted, que es excesivamente violenta – que sólo contribuyen a desmerecer el esfuerzo, y muestran las limitaciones de la propuesta.