Crítica: Stealth, Amenaza Invisible (2005)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2005: Josh Lucas (Ben Gannon), Jessica Biel (Kara Wade), Jamie Foxx (Henry Purcell), Sam Shepard (Capitán George Cummings), Joe Morton (Capitán Richard Marshfield), Richard Roxburgh (Dr Keith Orbit)

Director: Rob Cohen, Guión: W.D. Richter

Trama: Los pilotos Gannon, Wade y Purcell están al mando de un escuadrón de cazas experimentales. Pero el capitán Cummings da la orden de sumar una nueva nave, la cual resulta ser un avion automatizado no tripulado, al que se le conoce como EDI. El equipo parte a cumplir misiones anti terroristas, pero están disconformes con la presencia del robot. Pero EDI comienza a sufrir fallas y pronto se encuentra fuera de control. En la persecución de EDI, Purcell se estrella y Wade queda varada en Corea del Norte. Ahora todo depende de que Gannon pueda evitar que el autómata desencadene una guerra, destruyendo blancos de misiones ficticias.

Stealth, Amenaza Invisible A muy poca gente le gustó Stealth, lo que terminó por demolerla en las taquillas. Sus 58 millones de dolares de recaudación no alcanzaron a cubrir los costos de producción (135 millones), y esto supuso una mancha negra en el curriculum del director Rob Cohen, el mismo de La Momia 3: La Tumba del Emperador Dragon y XXX.

Pero aquí somos defensores de causas perdidas. Eso no significa que Stealth sea un buen film, pero al menos es un entretenimiento competente. Cohen es realmente bueno al momento de dirigir acción y efectos especiales, y su mano se destaca aquí en algunas secuencias formidables como el salto de emergencia de Jessica Biel mientras su avión se le cae encima, o bien la carga de combustible en pleno aire, rodeado de nubes de gasolina que terminan por incendiarse y de las cuales Josh Lucas se escapa milagrosamente. Al igual que Paul W.S. Anderson, en los momentos de acción Cohen termina por brillar.

El problema es todo el resto. Es una catarata de clichés, malos personajes y diálogos horrendos, que mezcla cosas de 2001 Odisea del Espacio con Top Gun y un puñado de filmes más. El trío de pilotos protagonistas son unos palurdos cretinos que no nos despiertan el más mínimo interés; los romances se ven forzados; y todo el asunto es dramáticamente mediocre hasta que EDI se sale de control. Si al menos el libreto fuera consistente y se dedicara exclusivamente a cubrir sólo los eventos de este juego del gato y el ratón en las nubes, podría haber resultado un muy buen filme por encima de sus errores. El tema es que al guionista W.D. Richter se le terminan las ideas y, abruptamente, redime a EDI y lanza toda la sub historia de Jessica Biel tras las líneas enemigas. Ciertamente es un recurso que trampea la premisa y las expectativas de la platea, y que ni siquiera está bien resuelto.

La historia es un collage de ideas y malos caracteres. Hay algunas cosas que están bien, como los razonamientos de los pilotos acerca de la naturaleza de las guerras y el futuro de las armas de última tecnología, pero son gotas de agua en el mar. Si hubiera seguido en esa línea – y centrándose exclusivamente sobre el tema de EDI descontrolado -, Stealth podría haber sido un espectáculo serie B con cierta inteligencia. Pero al guionista no le daba la cabeza. Hay otros detalles que pueden resultar distrayentes – aún sin conocimientos, a uno le parece que aquí las leyes de la física están totalmente violadas con velocidades y maniobras completamente imposibles -, pero para quienes como nosotros vemos con asiduidad a Godzilla y otros mamotretos en pantalla y los aplaudimos, nuestra capacidad de tolerancia al ridículo es muy alta.

Lo que es notable es el punto de vista político que subyace bajo el film. Que se utilice un escuadrón de bombarderos para combatir al terrorismo es ridículo – el equivalente de utilizar a una bomba atómica para eliminar a un tipo con metralleta -, cuando en realidad la guerrilla sólo se puede combatir con guerrilla. El otro punto es la completa impunidad que ostenta el film en cuanto a las incursiones que hace EE.UU. sobre el país del mundo que se le plazca. Si considera que en determinado lugar hay una amenaza, los norteamericanos van allí a bombardearla sin medir consecuencias. Aún en el contexto de suspensión de la credibilidad de la película, uno se asombra de la idiotez que se esconde bajo su premisa; por ejemplo, el bombardeo a los terroristas en terreno de la confederación rusa es totalmente ilegal, y ni siquiera los mismos rusos lo habían pedido o se habían enterado (¿no era que Rusia era ahora un aliado? ¿qué explicaciones les van a dar sobre los cazas abatidos por Josh Lucas y sus amigos?). Aún dentro de lo absurdo de su premisa, Stealth esconde cierto caracter panfletario, mostrando a USA ya no como la policía del mundo sino como un vaquero prepotente que va a descargar sus balas donde se le cante sin pedir permiso. Es una muestra de la soberbia emanada de la política Bush después de setiembre del 2001. Cuando uno ve esas escenas (y la falta de explicaciones sobre las irrupciones claramente ilegales), a uno le regresan a la mente la frase del presidente norteamericano: “Dios y la Justicia están de nuestro lado; quienes estén con nosotros serán amigos; si no están con nosotros, serán nuestros enemigos”.