Crítica: La Guerra de las Galaxias: El Imperio Contraataca (Star Wars: The Empire Strikes Back) (1980)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1980: Mark Hamill (Luke Skywalker), Harrison Ford (Han Solo), Carrie Fisher (Princesa Leia Organa), David Prowse (Darth Vader), Billy Dee Williams (Lando Calrissian), Frank Oz (Yoda), Anthony Daniels (C3PO), Kenny Baker (R2D2), Peter Mayhew (Chewbacca), James Earl Jones (Voz de Darth Vader), Alec Guiness (Obi-wan Kenobi)

Director: Irvin Kershner, Guión: Leigh Brackett & Lawrence Kasdan, sobre una historia de George Lucas, Musica – John Williams

Trama: La destrucción de la Estrella de la Muerte ha quedado atrás, pero no el deseo de venganza de las fuerzas imperiales. Aislados en el helado planeta de Hoth, la rebelión no tarda en descubrir el paradero de droides exploradores, que delatan su posición al Imperio. En medio de una evacuación masiva y desesperada, Luke Skywalker recibe un mensaje de su desaparecido maestro, Obi Wan Kenobi, diciéndole que debe dirigirse al sistema Dagobah y encontrar al último Jedi, el maestro Yoda. Mientras, Han Solo, Leia, Chewbacca y los androides emprenden una fuga casi imposible, siendo acosados por las fuerzas de Darth Vader. En pleno escape logran llegar a la ciudad flotante de Bespin, donde esperan obtener la ayuda de un viejo amigo de Solo, Lando Calrissian. Pero las fuerzas imperiales llegan antes, atrapan a los rebeldes y le tienden una trampa a Luke, quien abandona su entrenamiento Jedi en pos de salvar a sus amigos.

Arlequin: Critica: La Guerra de las Galaxias: El Imperio Contraataca (Star Wars: The Empire Strikes Back) (1980)

Practicamente nadie en el planeta Tierra no ha visto o desconoce la trama original de la trilogía de La Guerra de las Galaxias. La epopeya imaginada por George Lucas es un hito de la historia de la cinematografía mundial, arrasando las taquillas y transformándose en un fenómeno de culto de enormes proporciones. Pocas veces un film (o una saga de filmes) han desarrollado una legión de fans que se mantenga y crezca a más de 30 años de proyección de la película original. Lo de La Guerra de las Galaxias ya pasa a ser un fenómeno cultural.

El impresionante éxito mundial de la primera película imponía forzosamente una secuela. Una secuela que ni siquiera los ejecutivos de la Fox o el mismo Lucas habían previsto. Ciertamente Lucas había desarrollado un boceto de no más de un par de hojas, que narraba la épica en 9 partes, de las cuales Star Wars era el episodio 4 de la historia. Pero no más que eso. A lo sumo, Lucas confiaba en que Star Wars tuviera algún tipo de éxito (y de grado de culto), ya que había tomado por sorpresa a la Fox en 1977, firmando un contrato con el cual se hacía con todos los beneficios provenientes del merchandising, algo que si bien no era nuevo en Hollywood, tampoco nunca resultó ser un negocio demasiado próspero (hasta ese entonces). La Fox no confiaba en el éxito del film; y entre su potencia en la taquillas, los genios de marketing que haya contratado Lucas para vender todo tipo de productos de Star Wars, el fenómeno de culto, y la pésima decisión de la Fox, para 1980 Lucas ya era millonario, y un poderoso empresario de la industria cinematográfica. Especialmente por el departamento técnico que él había creado – la ILM, Industrial Light & Magic – que impondría el standard en el terreno de los efectos especiales hasta nuestros días, amén de toda la furia de clones de Star Wars que surcarían las pantallas de aquellos años y que utilizarían los servicios de la empresa de Lucas, enriqueciéndolo aún más. Todo esto resultaba totalmente inesperado para un hombre que simplemente – en sus palabras – confiaba en vender algunas remeras y juguetes del primer film para financiarse posibles secuelas sin suplicar a los estudios de Hollywood.

Normalmente esta clase de éxitos inesperados no suelen ser bien correspondidos. Vale decir, uno imagina que Lucas desgastó las suelas de sus zapatos años y años, visitando estudios y haciendo innumerables reescrituras de la historia hasta encontrar uno que le diera luz verde al proyecto. Y ahora, de pronto, contaba con tiempo limitado y el apuro de todos – estudios, fans, etc – que deseaban ver como seguía (y recaudaba) esta historia. En la vorágine de la fiebre Star Wars, Lucas decide dar un paso al costado, dando los lineamientos generales y controlando creativamente al producto, mientras intentaba tomar las riendas del novedoso imperio comercial que le había significado éste. Sobre los conceptos de Lucas trabajan Leigh Brackett y Lawrence Kasdan – aunque Brackett fallecería al poco tiempo -, y dejaría el timón a Irvin Keshner, un experimentado pero rutinario director de cine comercial.

La trilogía original de La Guerra de las Galaxias es seminal en muchísimos aspectos. Trilogías posteriores – Matrix, El Señor de los Anillos, incluso Underworld – y otras sagas de culto tomarían el modelo de construcción impuesto por Lucas. Inclusive hasta sus golpes de efecto. Que, por ejemplo, el Hombre que Fuma sea padre de Fox Mulder en X Files no es más que una consecuencia directa del shock de la revelación de Darth Vader como padre de Luke en El Imperio Contraataca. Que las fuerzas de Tierra Media se encuentren casi vencidas en Las Dos Torres – si bien la obra de Tolkien es anterior, Jackson maneja los tiempos del relato -, o que Sion esté a punto de sucumbir en Matrix Recargado, es similar a los rebeldes acosados en Hoth. La segunda parte de la trilogía es muy oscura, y ha sucedido lo mismo con las instancias intermedias de otras sagas posteriores. Muchas cosas le debe el género a Lucas.

En este caso, el tono del film es pesimista. Pocas cosas salen bien para los rebeldes, y uno podría decir que prácticamente se encuentran al borde de la aniquilación. El escape de Hoth es angustiante, así como las peripecias del grupo a bordo del Halcón Milenario. Sin duda el espíritu de aventura sigue estando, pero no es un film triunfalista como la primera película. Y Luke se separa del grupo, cumpliendo con los mandatos que le impone el camino del héroe: descubrir sus poderes ocultos que podrán desnivelar la balanza a favor del bien en la contienda.

Uno no puede dejar escapar las comparaciones posibles con la última trilogía, y ver cómo esta funciona tan mal. Hay efectos especiales pero no un desborde de ellos. Hay largos momentos de exposición – como el entrenamiento con Yoda en Dagobah -, que atenúan su tono para no sonar ridículo (al menos, en extremo). Siempre el grado de credibilidad del relato queda en lo digerible. Los Jedis tienen poderes pero no son superhombres. E incluso las escenas románticas – algo que nunca funcionó en ninguna de las trilogías de Lucas – no lastiman el sentido común del espectador, si bien el supuesto romance entre Leia y Solo es muy entrecortado, carente de un mayor desarrollo, y hasta en cierto grado infantil. Las interpretaciones no son notables, pero cumplen con sus cometidos. Uno ve por ejemplo a Solo / Ford, y sólo tiene ráfagas de una buena actuación, mezcladas con situaciones en donde los actores se encuentran notablemente incómodos recitando lineas ridículas. Lo mismo pasa con Leia / Fisher, que sólo muestra una dureza de palabra pero en las escenas de acción resulta terrible. Pero en comparación con la segunda trilogía, esto es Shakespeare. Y Kershner genera un vertiginoso sentido de movimiento como para que los defectos pasen rápidos y no resulten demasiado notables.

Respecto a la historia de Luke, está bien desarrollada. Pero también uno se remite a la segunda trilogía, y no deja de olfatear que el golpe de efecto de la paternidad de Vader es simplemente un shock barato, de último momento e ilógico con la construcción del grueso de la historia. Por diálogos de Yoda y Kenobi, uno tiene la sensación que el padre de Luke debía ser un Jedi adulto que se desvió al lado oscuro de la fuerza, y no un adolescente caprichoso como se muestra a Anakin en los últimos filmes de la saga. El problema de la nueva trilogía es que Lucas intenta explicar y ampliar los golpes de efecto y las tonterías que había involucrado en la trilogía original. A fin de cuentas, que Vader sea el padre de Luke sólo corresponde a un recurso de los guionistas para que, en la tercera entrega, un ejército débil y diezmado como el rebelde pueda ganarle al Imperio, simplemente porque Luke es importante para el Emperador y acuerde un entrevista personal con él, descabezando al Imperio de un golpe.

El Imperio Contraataca es un gran film, a pesar de sus defectos que resultan menores. Es mucho más madura e intensa que La Guerra de las Galaxias. El mayor defecto a reprocharle sea su final – la captura de Solo, que deja un punto muy importante del film totalmente inconcluso -, pero el tono, los efectos, las actuaciones y el giro de la historia es superior al film original. La trilogía llegará a su fin en El Regreso del Jedi, un film desparejo en donde Lucas se desbarranca hacia el lado puramente comercial de la historia, además de comenzar a reciclar ideas, y sin darle el tono de grand finale que correspondía a la historia.

STAR WARS – LA GUERRA DE LAS GALAXIAS

Precuelas: La Amenaza Fantasma (1999) – El Ataque de los Clones (2002) – La Venganza de los Sith (2003)
Trilogía original: La Guerra de las Galaxias (1977) – El Imperio Contraataca (1980) – El Regreso del Jedi (1983)
Trilogía moderna de secuelas: Star Wars: El Despertar de la Fuerza (2015) – Star Wars: Los Ultimos Jedi (2017) – Star Wars: El Ascenso de Skywalker (2019)
Filmes ambientados en el universo Star Wars: Rogue One: una historia de Star Wars (2016) – Han Solo: Una historia de Star Wars (2018)
Series ambientadas en el universo Star Wars: The Mandalorian (2019) – El Libro de Boba Fett (2021) – Obi-Wan Kenobi (2022) – Andor (2022) – Ahsoka (2023)