Crítica: Star Wars Episodio I: La Amenaza Fantasma (The Phantom Menace) (1999)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1999: Liam Neeson (Qui-Gonn Jinn), Ewan McGregor (Obi-Wan Kenobi), Natalie Portman (Reina Amidala/Padme), Jake Lloyd (Anakin Skywalker), Ahmed Best (Jar-Jar Binks), Pernilla August (Shmi Skywalker), Ian McDiarmid (Senador Palpatine), Ray Park (Darth Maul), Brian Blessed (Nass), Kenny Baker (R2D2), Hugh Quarshie (Capitan Panaka), Frank Oz (Voz de Yoda), Samuel L. Jackson (Mace Windu), Anthony Daniels (Voz de C3P0), Terence Stamp (Canciller Valorum)

Director: George Lucas, Guión: George Lucas, Productor – Rick McCallum para LucasFilms, Musica – John Williams

Trama: La Federación de Comercio mantiene bajo sitio al débil planeta Naboo, y el Parlamento de la República Galáctica envía a dos caballeros jedis a negociar. Pero resulta ser una emboscada, y los jedis pronto se verán escapando a través de la galaxia conjuntamente con una comitiva de la Reina Amidala, intentando llegar a Coruscant, la capital de la República. En el medio, deberán hacer un alto en el desértico planeta Tatooine para reparar la nave, y se toparán con un chico que es mantenido como esclavo y que posee poderosas cualidades de la Fuerza. El chico, la comitiva y los jedis llegan al Parlamento, pero este solo argumenta rechazos a intervenir militarmente en Naboo. Dejados por su cuenta, el grupo deberá combatir el asedio de la Federación, descubriendo que fuerzas oscuras conocidas como los Sith se encuentran manejando como titiriteros a los líderes del sitio, procurando desestabilizar la democracia de la República.

La Guerra de las Galaxias - Episodio I La Amenaza Fantasma La trilogía original de La Guerra de las Galaxias es una piedra basal de la historia del cine. No sólo dió origen al concepto del blockbuster moderno, sino que revolucionó al género de la ciencia ficción cinematográfica – hasta ese momento, un rubro marginal en el celuloide -, haciéndolo potable para el consumo de las masas; y, de entre un sinfín de consecuencias que tuvo, fue el auge de George Lucas hasta el zenith como mago de los efectos especiales. Desde 1977 hasta la fecha no hay ninguna empresa de efectos especiales – siquiera la Weta Workshop de Peter Jackson – que asemeje al poder y perfección que ha desarrollado la Industrial Light & Magic de Lucas en todos estos años. Han brindado herramientas de tecnología a la industria del cine donde, hoy, cualquier cosa concebible es pasible de ser plasmada en la pantalla. Sin hablar del Imperio que Lucas ha construido como productor, técnico y empresario: produciendo filmes, generando merchandising, incursionando en los video juegos, etc. El único caso de self made man en la industria del cine comparable a Lucas es únicamente Steven Spielberg.

El gran problema de un hombre así, con semejante poder y visión, es el del control de calidad. Spielberg lo posee, internamente o quizás por asesores que le aconsejen, pero Lucas aparentemente no. Sería apresurado decir que Lucas es un hombre que tuvo dos ideas brillantes en la vida (Star Wars, Indiana Jones) y se dedicó a ordeñarlas hasta el hartazgo… o quizás no. Aún queda tiempo para ver si existen más ideas brillantes en la galera de este mago. Pero lo cierto es que, después de Star Wars y de Indy, todo lo que ha producido LucasFilms ha sido mediocre o terrible (Willow, Howard el Pato, la serie televisiva de Indiana Jones) o ha pasado anónimo (Tucker, el hombre y su sueño, dirigida por Francis Ford Coppola).

La idea de la nueva trilogía nace a mediados de los 90, cuando Lucas decide realzar digitalmente Star Wars, El Imperio Contraataca y El Regreso del Jedi. Con tecnología de última generación, el relanzamiento de los films culminó en los reestrenos más taquilleros de la historia del cine, y dando señales a Lucas de que aún el terreno estaba fértil para sembrar nuevas aventuras de La Guerra de las Galaxias. Es que en realidad, sería inocente por parte de Lucas desconocer que se trata de un mercado que él creó y se ocupó por mantenerlo vivo durante todos estos años (ya estamos hablando casi de 30 años desde el primer film), a través de los comics, los video juegos o el merchandising. Además, la construcción de la trilogía original resulta ser lo bastante sólida (y poseer la suficiente magia) como para vencer los rigores del tiempo y de las épocas, y de continuar siendo aceptada por nuevas generaciones. Por ejemplo, pensemos en la serie de films de El Planeta de los Simios (la serie de peliculas más taquilleras de la era previa a Star Wars), que no han generado el suficiente culto ni han resistido tan bien el paso de los años (en buena parte, estimo, por un error de los dueños de los derechos, que no los han explotado tan inteligentemente como Lucas), y que hoy el público prácticamente ignora.

Rick McCallum, después de la restauración digital de la trilogía original, comenzó a espolear a Lucas para embarcarse en una nueva trilogía. Y en ese caso, el enfoque sería de una precuela (palabra de Lucas, alabado sea Dios… y todo Hollywood comenzó a crear precuelas para lo que fuera, intentando resucitar sagas moribundas como Batman, Superman, El Exorcista, etc.). Pero McCallum, impulsor del desastre, no consideraba dos cosas: una, que Lucas se sintió apabullado por el éxito de la trilogía original y que desde 1977 no se sentaba en el sillón del director, dejándolo en manos de otros realizadores como Richard Marquand o Irvin Keshner. La segunda desventaja es que, al intentar establecer una precuela, implicaba que Lucas tendría que compatibilizar toda la sarta de incoherencias y culebrones que había creado – como golpes de efecto – en El Imperio Contraataca o El Regreso del Jedi. Hermanos desaparecidos, paternidades y padrinazgos, huecos varios de la historia… Hubiera resultado más lógico emprender una nueva trilogía desde el final de El Regreso del Jedi (y obviando el culebrón familiar de los Skywalker).

Pero Lucas siguió adelante con su proyecto de precuela. Y comete los peores errores posibles al encarar Episodio I. Si bien la trilogía original no es Shakespeare, al menos mantenía la historia en términos simples, lineales, y procuraba mantener el tono de la épica a toda costa. Era la emoción cargada en sus imágenes lo que le daba magia a Star Wars. Y si bien los diálogos no siempre eran brillantes, el poder de sus logros superaba ampliamente al de sus defectos.

Pero no Episodio I. Obviamente los efectos especiales son descomunales, pero la historia es hueca. Súbitamente algo tan épico y mágico como La Guerra de las Galaxias se transforma en pastiche clase B propio de los 50, con personajes diciendo diálogos totalmente absurdos, con una trama enredada en políticas que no le interesan a nadie, con escenas que fallan miserablemente ya que no nos importan sus personajes … inundado con un presupuesto millonario (quiten los fastuosos decorados, efectos y uniformes, y pongan a los mismos personajes en decorados de cartón y disfraces baratos, y verán bien de qué hablo). Y no hablamos sólo de la presencia de Jar Jar Binks (a quien todo el mundo odió); los diálogos de Qui-Gonn y Obi Wan son espantosos, así como los razonamientos y deliberaciones del consejo Jedi o del Parlamento de la República. Pareciera que nadie tiene dos dedos de frente o se le ocurran cosas lógicas sobre el sitio de la Federación, amén del increíble sacrilegio que hace Lucas al traducir los orígenes de la Fuerza en términos científicos (células que solo poseen los individuos con capacidades Jedi).

Al respecto, se me ocurre una imagen: un chico saborea un delicioso pastel cocinado por su abuela, y le consulta a esta por qué es tan rico. La abuela le contesta que tiene amor y dulzura, y es tan sabroso porque está hecho con cariño. En cambio, Lucas contesta acá con 100 gramos de chocolate, 250 de harina… y toda la receta y pasos a seguir, lo cual termina por matar toda la magia.

Es, sin duda, un Star Wars hecha por los números: ponga razas extrañas aquí y allá, algunos héroes poderosos llamados Jedi allí y añada una conspiración. Listo. Pero la realidad es que esto no funciona así. Comenzando por los Jedis, que ahora son verdaderos Supermans, dando saltos gigantescos y haciendo acrobacias inimaginables. No es lo que modestamente habíamos visto, por ejemplo, en El Regreso del Jedi.

Incluso, del lado del mal, las cosas no van bien. La Federación y su ejército de robots hechos con piezas Lego no asustan a nadie (¿no podrían haberlos diseñado de un modo más impresionante?). Malos diálogos, malas actuaciones, y ni siquiera la presencia de Darth Maul (más fashion que otra cosa) aportan algo de sabor a un Star Wars totalmente desabrido. Sin duda los efectos impresionan, pero tienen la misma vida que un gran y lujoso video game. Y recién Lucas comenzaría a corregir tibiamente su error en Episodio II.

STAR WARS – LA GUERRA DE LAS GALAXIAS

Precuelas: La Amenaza Fantasma (1999) – El Ataque de los Clones (2002) – La Venganza de los Sith (2003)
Trilogía original: La Guerra de las Galaxias (1977) – El Imperio Contraataca (1980) – El Regreso del Jedi (1983)
Trilogía moderna de secuelas: Star Wars: El Despertar de la Fuerza (2015) – Star Wars: Los Ultimos Jedi (2017) – Star Wars: El Ascenso de Skywalker (2019)
Filmes ambientados en el universo Star Wars: Rogue One: una historia de Star Wars (2016) – Han Solo: Una historia de Star Wars (2018)
Series ambientadas en el universo Star Wars: The Mandalorian (2019) – El Libro de Boba Fett (2021) – Obi-Wan Kenobi (2022) – Andor (2022) – Ahsoka (2023)