Crítica: Camas Blandas, Batallas Duras (1974)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1974: Peter Sellers (general Latour / mayor Robinson / Herr Schroeder / Adolfo Hitler / presidente / principe Kyoto), Lila Kedrova (madame Grenier), Curd Jürgens (general Von Grotjahn)

Director: Roy Boulting, Guión: Roy Boulting y Leo Marks

Trama: Francia, segunda guerra mundial. París ha caído bajo el poder de los nazis, y madame Grenier – junto con las chicas de su burdel – se las apaña para sobrevivir en la Francia ocupada. Pero el arrebatado mayor Robinson del servicio secreto inglés comienza a darle problemas, al empezar a liquidar a oficiales nazis dentro del prostíbulo. En medio de este lío, Grenier ha sido reclutada involuntariamente por las fuerzas aliadas; pero las actividades de espionaje del prostíbulo son seguidas de cerca por el implacable agente Schroeder de la Gestapo. Y no pasará mucho tiempo antes que Schroeder consiga pruebas, tras lo cual la banda de chicas deberá ponerse en fuga.

Camas Blandas, Batallas Duras (1974) En los sesentas Peter Sellers era un genio cómico sin igual, con Lolita, Dr. Strangelove, The Pink Panther, A Shot in the Dark y The Party bajo su cinturón. Pero a su vez el estrellato y los conflictos emocionales de su vida particular comenzarían a afectarle y generarían un rápido declive de su carrera; choques con directores y actores, turbulenta vida matrimonial, severos problemas de personalidad (los cuales están bastante bien reflejados en Mi Nombre es Peter: Vida y Muerte de Peter Sellers), y tempestivos criterios creativos para seleccionar sus trabajos. Después de The Party, Sellers haría una serie de desastrosas decisiones artísticas, eligiendo comedias mediocres, arriesgándose a papeles dramáticos y dejando su carrera en estado de coma hasta el salvataje que resultó ser El Regreso de la Pantera Rosa en 1974. Eso le daría un breve respiro aunque seguiría tomando decisiones bizarras hasta tocar fondo de nuevo con El Prisionero de Zenda y El Diabólico Dr. Fu Manchú en 1980. Para cuando había logrado reciclarse como actor de carácter (Desde el Jardín – 1980, con una nominación al Oscar), Sellers había muerto de un ataque cardíaco.

A principios de los 70 el nombre de Sellers era – según opinión especializada de la crítica – veneno para las taquillas. Y entre esa parva de filmes bizarros y mediocres, Camas Blandas, Batallas Duras es una muestra ejemplar de ello – filme que aquí comentamos porque es una rareza absoluta – . Desde hacía tiempo que Sellers venía probando de interpretar roles multiples en los filmes – posiblemente inspirado por Alec Guiness en Kind Hearts and Coronets 1949; y Sellers comenzaría con esa costumbre en The Mouse That Roared 1959, donde personificaba tres papeles -; y uno piensa que la elección de Camas Blandas, Batallas Duras debió darse por la opción de interpretar a seis personajes diferentes – un viejo general francés, un mayor inglés, Adolfo Hitler, un oficial de la Gestapo, un principe japonés, el presidente francés -. Para un hombre que clamaba que no poseía personalidad y que sólo vivía a través de sus interpretaciones, quizás estos roles le terminaran por servir como terapia.

Pero Camas Blandas, Batallas Duras es una comedia terrible. El problema con el film no es que tenga malos chistes, sino que apenas tiene algunos. Imaginen una historia no muy inspirada con un gag cada 20 minutos que, encima, no es muy gracioso. La producción es muy escueta, casi de film televisivo. Aquí hay un grupo de prostitutas que obtienen el favor de un general alemán y son seguidas de cerca por un oficial de la Gestapo. En el medio hay un mayor inglés – una versión light del inspector Clouseau – que vive metiendo la pata y no se hace cargo de los muertos que deja, con lo cual las prostitutas viven en apuros para esconder los cuerpos. El problema principal – además del escasísimo humor – es que en realidad la película le pertenece más a Lila Kedrova que a Sellers. El centro de atención está puesto sobre lo que le pasa a ella y a la troupe de chicas, y lo de Sellers son participaciones incidentales. Pero es un film dirigido de manera realmente tosca; hay un narrador pedante que intenta hacer observaciones supuestamente ingeniosas pero con la misma gracia que un ladrillo; las participaciones de Sellers están muy bien en cuanto a performance pero son tan sosas las líneas que debe decir que es imposible esbozar siquiera una sonrisa; los chistes no tienen timing cómico, e incluso las escenas que eventualmente construye para generar el gran momento humorístico – como la pildora que mata por flatulencia a los generales nazis – están rodadas del modo más chato posible. Decididamente es un film mediocre, con un Sellers contenido y un libreto totalmente sin inspiración.

Por todo ello es que Camas Blandas, Batallas Duras es una película para evitar, a menos que sea fan a ultranza de Peter Sellers. Son 90 minutos anodinos donde no hay nada interesante. Aún con el supuesto tono picaresco, los desnudos y el doble sentido, es tan puritana que bien la pueden pasar por cable a las cinco de la tarde. Sin dudas no era el mejor momento del cómico.