Crítica: Silent Hill (2006)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Canada / Francia, 2006: Radha Mitchell (Rose Da Silva), Laurie Holden (Oficial Cybil Bennett), Sean Bean (Christopher Da Silva), Alice Krige (Christabella), Kim Coates (Inspector Thomas Gucci), Jodelle Ferland (Sharon Da Silva / Alessa Gillespie)

Director: Christophe Gans, Guión: Roger Avary, basado en la serie de juegos Silent Hill publicados por Konami, Musica – Jeff Danna

Trama: Sharon, la hija adoptada del matrimonio Da Silva, tiene constantes pesadillas acerca de un lugar llamado Silent Hill. Su padre insiste en que debe ser tratada en un hospital pero su madre Rose cree que se tratan de recuerdos inconscientes acerca de su verdadero origen. Con el desconocimiento de su marido, Rose lleva a Sharon al pueblo fantasma de Silent Hill, un lugar que ha sido abandonado desde hace 30 años debido a un incendio subterráneo que lo ha vuelto inhabitable. Pero en la entrada del pueblo sufren un accidente y Rose queda inconsciente. Al despertarse descubre que Sharon ha desaparecido, y comienza frenéticamente a buscarla. Pero no pasará mucho tiempo antes que Rose descubra que Silent Hill oculta un secreto de origen sobrenatural.

Silent Hill Silent Hill es la adaptación del juego de Konami creado en 1999, un videogame que ha dado hasta la fecha cuatro secuelas y ha ganado un considerable status de culto. Con el suceso de otro juego de temática similar llevado al cine – Resident Evil -, resultaba inevitable que fuera adaptado a la pantalla grande tarde o temprano. Aquí la responsabilidad recayó sobre el director Christophe Gans (Pacto de Lobos) y el guionista Roger Avary (Pulp Fiction).

Silenti Hill es lo que se le suele llamar un survival horror game. Esto es, el jugador debe sobrevivir los tortuosos niveles del juego mientras es asediado por demonios de todo tipo. Resident Evil es del mismo estilo, pero a diferencia de su adaptación a la pantalla grande – transformada en un vehículo de acción para Millia Jovovich -, aquí Silent Hill conserva toda su esencia horrorífica. Existen cambios menores que diferencian al videogame del film, que tienen que ver con decisiones artísticas hechas por Avary para darle fluidez al relato. Pero sin duda la identidad del juego se mantiene, manteniendo intactas muchas escenas y diseños del original.

Como puesta en escena de un videogame, el film puede figurar tranquilamente entre el minúsculo grupo de adaptaciones exitosas. El director Gans logra crear un magnífico clima sobrenatural que pone al espectador al borde de la butaca. Si uno se atiene a la esencia de la historia, podrá ver que la misma es bastante pequeña, y el 90% del tiempo en escena es Gans puro, desarrollando una secuencia de tensión tras otra. Resulta imposible aburrirse en un film en donde todo el tiempo pasan cosas extrañas y uno no sabe que esperar de una escena a la otra.

Pero mientras que lo de Gans es un triunfo de estilo, el guión de Avary no resulta tan fácil de digerir. No se trata de un problema de ideas disparatadas, vómitos masivos de información o historias que trampean sus propias reglas – defectos frecuentes de los filmes de terror de los últimos tiempos -. El libreto está desarrollado de modo muy críptico y uno va precisando tiempo para ir resolviendo sus galimatías. La crítica ha hecho hincapié en lo superfluo de la subtrama de la búsqueda del marido (Sean Bean), pero considero que es el aire necesario para que la audiencia pueda seguir hilvanando lo que sucedió en Silent Hill momentos antes. Y aún así, uno termina por seguir armando piezas del rompecabezas después de finalizada la película. El final, enigmático, deja al espectador con la intriga de lo que realmente ha estado ocurriendo durante todo este tiempo en pantalla.

En realidad Silent Hill es una mezcla de ideas e influencias. Según Richard Scheib, parece un episodio de la Dimensión Desconocida escrito por Clive Barker – una excelente opinión con la cual coincido completamente -. (alerta: spoilers) Con cierta experiencia cinematográfica encima, uno puede deducir con cierta facilidad de que Rose y Sharon han muerto en el accidente a la entrada del pueblo, y ahora están habitando una dimensión paralela – el limbo, como lo llama Rose en un momento -. Eso resulta patente al momento que Sean Bean y el oficial encarnado por Kim Coates ingresan a Silent Hill, en escenarios similares a donde se encuentra Radha Mitchell, pero ellos yacen de día y ella se encuentra sumida en la niebla blanca producida por la lluvia de cenizas. Esto es algo que anticipa el enigma del final. Todo lo que sigue es una anécdota algo estirada que aprovecha el director Gans para hacer gala de su estilo y entretener a la audiencia. Pero la esencia de la historia es pequeña: Alessa Gillespie ha sido acusada por todo el pueblo de ser una bruja, lo que la llevó al maltrato, el desprecio e incluso el abuso físico. Viviendo en un pueblo de fanáticos religiosos, descendientes de los antiguos cazadores de brujas, termina en la hoguera como una de ellas. El guión nunca explica si ella realmente tenía poderes, pero si introduce a una presencia demoníaca – que se presenta como idéntica a ella -, que le brinda los poderes necesarios para quemar al pueblo y a todos los habitantes con él. Los pobladores no terminan en el infierno, como es de presumir, sino que con su fe se mantienen en ese limbo intermedio. Aquí, en todo caso, corresponde reprocharle a Avary (y a los autores del videojuego) un agujero enorme del guión, que es la ausencia de explicación de lo que ha sucedido durante estos treinta años; del mismo modo no queda muy claro como Alessa ha crecido y ha dado a luz una pequeña. Se podría asumir que la parte buena de ella – como se explica cerca del final – ha reencarnado, pero los límites entre la dimensión sobrenatural de lo que ocurre en Silent Hill y el mundo real no quedan muy claramente delimitados. También se puede inferir que en realidad Alessa ha generado un clon de sí misma en el mundo real para poder usarlo como instrumento para ingresar en la iglesia pagana y poder desatar su venganza. Como puede verse, algunas de estas explicaciones son traídas de los pelos, pero el nivel de exposición de la película las hace digerible al menos, al momento de presenciarlas. El final, en todo caso, es que Alessa ha conseguido una madre que la cuide (y que no la traicione), y por ello ha construído – con su poder – un mundo similar al que vivían (esto es algo parecido al episodio Es Una Buena Vida de la versión para la pantalla grande de la Dimensión Desconocida).

(siguen los spoilers) El diseño de arte es realmente bueno, y las imágenes del film se ven impactantes. En especial toda la galería de retorcidos demonios que parecen surgidos de la mente de Clive Barker – como dice Richard Scheib en su blog, ésta bien podría haber sido la adaptación del videogame de Hellraiser -, y fundamentalmente su final, con la visión de la chica ensangrentada flotando en el aire y manejando miles de alambres de púas como si fueran tentáculos. Es una escena propia de los desmanes habituales de Pinhead y sus congéneres. (fin de spoilers)

Aún con sus huecos argumentales y con su trama intrincada, Silent Hill es un film de horror que supera ampliamente sus propios defectos. A mi gusto personal no sabría afirmar si es la mejor adaptación de un videogame a la gran pantalla, pero sin dudas es una de las más logradas.

SILENT HILL

Silent Hill (2006) – Terror en Silent Hill 2: la Revelación (2012)