Crítica: Shaft Vuelve a Harlem (Shaft’s Big Score) (1972)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1972: Richard Roundtree (John Shaft), Moses Gunn (Bumpy Jonas), Joseph Mascolo (Gus Mascola), Kathy Imrie (Rita), Wally Taylor (Johnny Kelly), Julius Harris (capitán Bollin), Rosalind Miles (Arna Asby), Joe Santos (Pascal)

Director: Gordon Parks, Guión: Ernest Tidyman, basado en sus propios personajes

Trama: Cal Asby está metido en un apuro y decide llamar a su amigo, el detective privado John Shaft, para que lo ayude a salir de él. Lamentablemente Asby muere al explotar una bomba en su negocio, y Shaft decide investigar. Así es como descubre que su amigo llevaba una corrida ilegal de apuestas en su oficina junto con su socio Johnny Kelly, y ahora tanto la mafia de Harlem como los italianos de Queens están interesados en participar en la movida. A esto se suma que Kelly se encuentra sumido en deudas de juego, y ha comenzado a coquetear con uno y otro bando para que se asocien con él y le ayuden a saldar sus créditos. Pero Shaft ha comenzado a interferir en las jugadas de Kelly, y el apostador ha disparado una red de intrigas y traiciones para que los italianos se deshagan del detective privado. Y Shaft no descansará hasta descubrir quién asesinó a su mejor amigo.

Shaft Vuelve a Harlem (1972) Esta es la secuela del megahit Shaft (1971), el filme que dispararía la movida blaxploitation durante la siguiente década y que representaría una especie de redención cinematográfica de la raza negra en Estados Unidos. Aquí regresa el mismo equipo de la película anterior – protagonista, guionista, director -, y el resultado final se ve mucho más maduro. Es cierto que a veces se vuelve casi imposible seguir al rebuscado guión de Shaft Vuelve a Harlem, pero el director Gordon Parks compensa el defecto con enormes dosis de estilo.

Este es un policial hecho y derecho, con mejores tempos narrativos que el original. En la primera Richard Roundtree se pasaba la mitad del tiempo fanfarroneando y revolcándose con las chicas de turno, pero aquí hace una tarea investigativa mucho más madura. Shaft se debate entre mafiosos morenos, mafiosos italianos y policías corruptos. No sólo la víctima era su amigo, sino que estaba saliendo con la hermana de él – que, dicho sea de paso, se ve tan vieja que parece la madre de Roundtree -. Hay un dinero perdido dando vueltas que el libreto nunca termina por explicar con claridad de dónde salió, y el responsable del homicidio queda identificado prácticamente a los 20 minutos de iniciado el filme, con lo cual lo que sigue es un largo esfuerzo por estirar y complicar la trama. Esto hubiera resultado exitoso sino fuera que el último acto parece algo dilatado y carente de punch dramático. La compleja investigación y las impensadas alianzas que debe hacer Shaft con los mafiosos de turno para sobrevivir terminan por dar lugar a una extensa persecución en donde Roundtree se transforma en una versión negra de Harry el Sucio, liquidando a media mafia italiana él solito. A muchos en la IMDB le ha parecido fantástica la larga persecución del helicóptero – hay muy buenos planos, es cierto – pero a mi juicio le falta mucho nervio. Además deja sin conclusión a todas las subhistorias previas, como la suerte de la hermana de Asby, de la amante de Kelly y, por supuesto, del mismo dinero (aunque uno puede sospechar algo sobre su destino final si hace la traducción literal del título, “El Gran Golpe de Shaft”).

Pero si bien la historia tiene problemas, la estilizada dirección de Gordon Parks hace que la película rebose soul por los cuatro costados. Los mafiosos negros tienen sus códigos de honorabilidad; el ambiente de los garitos empapa la pantalla de tal manera que uno parece estar en ellos; hay unas bailarinas exóticas que aportan clase al filme; y los mafiosos italianos – encabezado por Joseph Mascolo, un tipo con un tupé enorme y más que evidente, y que recuerdo de la serie Bronk (1975) con Jack Palance – son más caricaturescos que otra cosa. En el caso de Mascolo resulta evidente que su papel era gay a todas las luces, algo que el guión se empeñó en emparchar a último momento agregándole una amante porque, si no, serían demasiadas minorías juntas en un solo personaje (italiano, mafioso, pelado con bisoñé y gay!). Eso no quita de que todo este circo se mueva de manera inteligente y bastante implacable, cosa que pone a Shaft en más de un aprieto.

Shaft Vuelve a Harlem es entretenida y capta la atención de la platea. Es un policial sólido al que le empardaron una persecución final que parece pertenecer a otro filme. Algunas desprolijidades no desmerecen su valor como show, y es una pieza de época que sirve para demostrar cómo antes hacían muy buenas películas con escasos recursos y mucha creatividad.

SHAFT

Shaft (1971) – Shaft Vuelve a Harlem (1972) – Shaft en Africa (1973) – Shaft (2000) es un reboot con Samuel L. Jackson como el sobrino del moreno detective – Shaft (2019) narra las aventuras del nieto de Shaft en tono de comedia