Crítica: El Rito (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2011: Colin O’Donoghue (Michael Kovak), Anthony Hopkins (padre Lucas Trevant), Alice Braga (Angelina Vargas), Ciaran Hinds (padre Xavier), Marta Gastini (Rosaria), Toby Jones (padre Matthew)

Director: Mikael Håfström, Guión: Michael Petroni, sugerido por el libro El Rito: La Celebración de un Exorcismo Moderno de Matt Baglio

Trama: Michael Kovak es miembro de una familia de funebreros y desea escapar de la tradición, sumándose al sacerdocio católico. Pero al poco tiempo desea abandonar el seminario y su superior, quien considera que el joven tiene aptitudes, decide mandarlo a Roma para que haga un curso de exorcismo y pueda reafirmar su fe. Allí es donde se encuentra con el padre Lucas Trevant, quien combate al demonio desde hace décadas, y se encuentra tratando el caso de una adolescente embarazada que lleva meses poseída. Pero el exorcismo no sale como debiera, y Lucas sufre una crisis de fe… una tan grande que termina por absorber al demonio de la chica. Y sólo el novato Michael podrá rescatarlo, siempre y cuando reafirme de manera sólida su fe en la existencia de Dios.

El Rito El Exorcista puso la palabra de moda en 1973 y, a partir de entonces, la historia del cine de terror jamás volvió a ser la misma. Quizás el impacto del filme pasara por dos aspectos: la inocencia violada de la protagonista, y la cercanía del mal a nuestro mundo, mucho mayor de lo que nosotros imaginábamos. Lamentablemente luego del filme de William Friedkin nadie ha podido hacer algo decente con el tema (a excepción de alguna que otra secuela oficial) y, en los últimos años, comenzaron a tantear con otros enfoques para intentar darle un punto de vista fresco al género. El Rito se suma a otros filmes – como El Exorcismo de Emily Rose -, que tratan el tema desde una perspectiva cuasi documental, afirmando que todo lo visto en pantalla está basado en hechos reales (ja!).

Aquí el filme se basa en un libro escrito en el 2009, en donde el periodista Matt Baglio cubrió parte de la vida del padre Gary Thomas, y registró numerosos testimonios de los exorcismos celebrados por el cura durante su iniciación en el tema. Lo que debe haber sido apasionante en el papel termina siendo destrozado bajo el peso del cliché hollywoodense. No sólo el personaje de Gary Thomas es transformado de un amable cincuentón a un bello mozalbete de veintipocos años (y el periodista sufrió un cambio de sexo y se transformó en la impactante Alice Braga), sino que todo el shock y todo el debate intelectual del tema ha quedado reducido a cenizas debido a la incompetencia del director y del guionista. Y eso que Mikael Hafstrom había dirigido algo tan potable como 1408

El primer problema del filme pasa por su identidad. El Rito se debate entre ser un relato autobiográfico, un filme de terror o una película de debate metafísico. Todo lo que pasa en pantalla es bastante anodino – la vida del héroe es aburrida, no hay shocks, y ni siquiera hay alguna discusión intelectualmente apasionante -, y uno espera que aparezca pronto en escena Anthony Hopkins como para ponerle un poco de pimienta a la cosa… pero la presencia del inglés tampoco termina por hacer despegar el relato. El otro defecto importante es la construcción de la credibilidad, la cual requiere tiempos que el filme no le permite. Nuestro héroe no quiere ser funebrero y se mete de cura. A los cinco minutos no tiene más fe y quiere abandonarlo todo … y alguien le dice: a) que todas las iglesias norteamericanas tendrán la obligación de tener un exorcista en sus filas (como si estuviera previsto que va a haber una epidemia de posesiones!); b) que nuestro héroe, el tipo más descreído del mundo y que lleva 5 minutos dentro del seminario, es el más adecuado para irse a Roma y tomar una seminario sobre exorcismo en El Vaticano. Es como si mandaran a mi primo de 8 años – al que le gusta jugar con naves espaciales – a que tome el curso de ingeniero nuclear de la NASA, por poner un ejemplo.

Los problemas de credibilidad interna del relato no termina ahí. Al curso secreto sobre exorcismo puede asistir cualquiera, inclusive una periodista que piensa publicar todo (!!!). Ella y nuestro aburrido protagonista van a parar a la casa de Anthony Hopkins… quien hace de Anthony Hopkins. El primer exorcismo es absolutamente insulso, carente de clima y, para colmo, es interrumpido por una llamada de celular. Ni los mismos curas respetan al demonio.

En realidad la gran falla de El Rito pasa por la falta de clima. En ningún momento sentimos que estamos entrando en terreno prohibido, o que estamos viendo algo shockeante o sorprendente. Ya no digo de reiterar cosas como vómitos verdes o cuerpos flotando en el aire (algo sobre lo que bromea el mismo Hopkins en la pelicula). Es cierto que la interpretación física del exorcismo está bien hecha y debió ser extenuante para los actores … pero todo esto está rodado sin misterio. El demonio no asusta sino que es un ventrílocuo malo y sin gracia. Y el climax bordea lo absurdo, simplemente porque el más curtido y experimentado cae en el lado oscuro y el novato descreído debe rescatarlo. Es un climax forzado y hollywoodense, pero ni aún así logra agregarle algo de adrenalina a la película.

El Rito es decepcionante. Todo lo que expone está a medio cocinar, y no termina de ser satisfactoria ni siquiera como un vulgar pasatiempo de hora y media de duración. Mi consejo: espere a que la den por cable, y ahórrese el dinero, tanto de la entrada como del alquiler de la película.