Crítica: Reptilian (Yonggary 1999)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Corea del Sur, 1999: Dan Cashman (teniente general George Murdock), Dennis Howard (mayor general Jack Thomas), Richard B. Livingston (Dr. Campbell), Donna Philipson (Holly Davis), Wiley M. Pickett (teniente. O’Neil), Brad Sergi (Bud Black), Eric Briant Wells (capitán Parker), Harrison Young (Dr. Wendel Hughes)

Director: Shim Hyung-rae, Guión: Shim Hyung-rae y Marty Poole, basados en los personajes escritos por Shim Hyung-rae para su film Yonggary (1967), Musica – Jo Sung-woo

Trama: El profesor Campbell se hace cargo de una excavación arqueológica que promete ser el descubrimiento del siglo. Guiado por su exceso de ambición, desentierra el fósil del que sería el primer dinosaurio, que data de más de 200 millones de años en la Tierra. Pero el Dr. Hughes intenta detener el proceso, afirmando que se trata de una criatura extraterrestre y que su descubrimiento podría desatar una hecatombe. Una nave alien ha detectado la presencia del fosil y lo revive en forma de una gigantesca creatura llamada Yonggary. Pronto el monstruo se encontrará desatando un sendero de destrucción, pero en un momento los aliens pierden el control sobre Yonggary. Ellos enviarán a una segunda criatura para abatirlo, y poder continuar con su plan de arrasar el planeta para conquistarlo.

Reptilian (Yonggary 1999) Yonggary (1967) es uno de los pocos films de monstruos de Corea del Sur que es relativamente conocido en Occidente. Como suele suceder, las filmografías de los países asiáticos suele ser realmente vasta, pero escasos productos logran cruzar para Occidente, y cuando lo hacen, casi siempre es a lomo de algún éxito internacional al que intentan clonar. En el caso de Yonggary, es un flagrante derivado de Godzilla, con individuo en traje de goma arrasando maquetas de cartón.

En 1999, posiblemente por la repercusión publicitaria de la version americana de Godzilla, los surcoreanos decidieron revivir a Yonggary. El autor de la idea original, Shim Hyung-rae, se encargó de este proyecto, que en realidad toma el nombre del film de 1967 y nada más que eso. El argumento es radicalmente diferente, y toda la trama descansa sobre un elenco de actores norteamericanos. El film, ahora llamado Reptilian, haría buena campaña como relleno en los videoclubes. Uno se imagina toda la escena típica: ¿Tiene Godzilla (1998)?… – No, pero tengo esta otra de bichos gigantes, que es igualita!

Considerando el altísimo listón de calidad que ha dejado The Host, que posiblemente sea el mejor kaiju eiga de la historia del cine (y que también proviene de Corea del Sur), resulta sorprendente ver que mala que es Reptilian. Ni siquiera entra en la categoría de “tan mala que resulta buena”. Es un inmenso bodrio cinematográfico, escrito y dirigido de la peor manera posible. Ni siquiera a los fans de la sci fi oriental – que estamos acostumbrados a las cosas bizarras – le resulta digerible semejante bosta.

Los filmes de monstruos japoneses suelen tener su encanto. En general, desde fines de los sesenta, los argumentos y las actuaciones terminan siendo francamente espantosos, pero siempre hay alguna buena idea rescatable, y en especial cuando aparecen los monstruos en escena, se terminan por redimir. Lo que distingue a los kaiju eiga de otros filmes de monstruos de otras partes del mundo (como el Godzilla de 1998 o este Reptilian), es que las criaturas suelen tener cierta personalidad. Godzilla tiene cierta conducta y ciertas actitudes que el espectador (o bien los actores del film) van revelando, y uno va descubriendo características nuevas. Por ejemplo, pueden salvar a alguien en un momento impensado, pueden estar heridos, o resulta que su derrotero de destrucción tiene una causa oculta. Además, uno termina por tomar partido por el monstruo en algún momento. Ese carisma de los monstruos japoneses hace que otros filmes como Gorgo (y un montón de películas occidentales sobre criaturas gigantes) resulten ser copias sin vida de Godzilla.

Acá pasa lo mismo, pero del peor modo posible. Para empezar, el elenco de actores americanos directamente apesta, con lo cual un teatro de amateurs de barrio es como la compañía real de Sir Lawrence Olivier a su lado. Richard B. Livingston es un villano realmente espantoso, sobreactuando a niveles patéticos. Todo el cast recita sus líneas sin demasiada convicción y, lo que es peor, toda la charlatanería es una catarata interminable de clisés que no explican nada. Por ejemplo, el profesor Campbell vive gritando que están frente al descubrimiento del siglo durante 40 minutos, sin explicar absolutamente nada. Sólo son amenazas y miradas malvadas hechas por el peor actor sobre la faz de la Tierra. El seudo héroe de la historia, el dr. Hughes, es otro que viven a los gritos advirtiendo sobre el riesgo de desenterrar a Yonggary, pero tampoco explica el por qué. Los diálogos son francamente vomitivos, tanto de los arqueólogos como el de los militares que descubren la nave alienígena en orbita sobre la Tierra. Si el guión es una bazofia sideral, esperen a ver al peor grupo de actores que haya poblado la pantalla del planeta.

Sin dudas, el libreto intenta reiterar las típicas rutinas de la saga de Godzilla sobre razas alienígenas que despiertan a monstruos legendarios para que arrasen todo y la conquista sea pan comido. Pero al menos en los kaiju eiga japoneses, estas tramas de relleno (hasta la aparición de la criatura) tienen comicidad, o bien van avanzando en su historia absurda. Acá los primeros 40 minutos están repletos de diálogo detestable y futil, que sólo sirve para dilatar la aparición de los FX y que la película no sea tan cara. Pero no explica nada, y puebla la pantalla con un villano idiota, heroína de carton que no se traga la historia, científico bueno que conoce la verdad, soldado canchero que cree lidiar con el monstruo, periodista tramposo que descubre los trapos sucios del villano, general inepto que no sabe lidiar con la invasión, etc., que tienen diálogos francamente aberrantes. Quizás si todo el casting fuera coreano, el resultado podría haber sido mejor – no sé por qué, los actores orientales pueden recitar los parlamentos más bizarros y resultar más creíbles, o al menos le dan un valor camp mucho mejor -.

Una vez que uno soporta toda esta tortura testicular durante 40 minutos, esperando que el film se redima un poco cuando Yonggary entre en acción, termina por descubrir que la criatura es un bicho CGI que posiblemente lo hayan diseñado en una Commodore 64. Es horrible. Todas las tomas del monstruo lucen extremadamente falsas, desentonando con los escenarios de fondo. En un momento, la pelea del bicho con los helicopteros (otros CGI realmente malos) luce tan patética que un videogame de los 80 se vería muchísimo mejor en pantalla.

Reptilian es un film bizarro y decididamente malo. Para nosotros, que hemos visto películas de todo tipo de calidad, nos resulta insalvable. Malos actores, mala dirección, malos FX, malos diálogos. Un bodrio sideral que uno debería evitar.