Crítica: Regreso al Planeta de los Simios (Beneath the Planet of the Apes) (1970)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1970: James Franciscus (Brent), Charlton Heston (George Taylor), Linda Harrison (Nova), Maurice Evans (Dr Zaius), James Gregory (General Ursus), Kim Hunter (Zira), David Watson (Cornelius), Paul Richards (Mendez), Don Pedro Colley (mutante), Jeff Corey (Caspay), Victor Buono (mutante), Natalie Trundy (Albina)

Director: Ted Post, Guión: Paul Dehn, sobre caracteres creados por Pierre Boulle, Música – Leonard Rosenman

Trama: Una nueva misión espacial se estrella en el planeta regido por los simios. Brent es el único superviviente. Mientras entierra a los cadáveres del resto de la tripulación, encuentra a Nova – la compañera humanoide de Taylor – vagando por el desierto, y con la placa identificatoria del astronauta. Nova guía a Brent hasta el poblado, donde descubre con horror a los simios parlantes. A través de Nova logra contactar a Zira y Cornelius, quien le proveen alimento y ropas, y le dicen que los simios van a ir a explorar la llamada Zona Prohibida, para expandir su poderío e investigar misteriosas desapariciones de exploradores enviados al lugar. Brent decide ir a la zona, ya que tiene la certeza que puede encontrar a Taylor allí. Pero lo que descubre son los restos de la ciudad de Nueva York, que mantiene ahora a una numerosa población de seres humanos mutantes con capacidad telepática viviendo bajo tierra. Interrogado y torturado por los mutantes, Brent les comunica los planes de los simios. Y entonces descubre que los mutantes se han organizado bajo un culto que adora a la última y más letal de las bombas atómicas sobrevivientes del holocausto nuclear – el dispositivo Alfa Omega, capaz de arrasar al planeta entero -. Hallando a Taylor en un calabozo, ambos intentarán detener el uso del artefacto antes que los mutantes lo detonen para defenderse de la invasión de los simios.

Regreso al Planeta de los Simios (1970) El Planeta de los Simios es lo más parecido a una saga moderna en la era pre Star Wars. La serie se inicia en 1968 y generaría cinco películas y dos series de TV. Fue un éxito totalmente inesperado: productores, guionistas y actores esperaban una tibia respuesta pero no el formidable blockbuster que terminó arrasando las taquillas. Era lógico que los productores pidieran a gritos la secuela.

En general la memoria le falla a la gente; y la verdad es que El Planeta de los Simios es un producto menos formidable de lo que realmente a uno le parece. Hay muchas cosas que funcionan, hay escenas memorables (como el clásico final de la Estatua de la Libertad), pero también hay enormes huecos de lógica, cuando no argumentos que se contraponen. Funcionaba muy bien como alegoría, lo cual permitía disculpar los errores de continuidad, amén de la frescura de su argumento.

Regreso al Planeta de los Simios es la primera de las secuelas; es un filme muy bueno en sus propios términos, aunque no es comparable a la primera entrega. Si El Planeta de los Simios era una alegoría, aquí es directamente un filme de aventuras que no se preocupa demasiado en profundizar aspectos de la primera película. Un aspecto muy particular de esta cinta (y de las siguientes) es que los guionistas terminan por desarrollar toda una epopeya basada en las premisas de la novela de Pierre Boulle. A diferencia de otras sagas (La Guerra de las Galaxias, El Señor de los Anillos, Matrix) no hay una continuidad directa de personajes e historias. Los protagonistas así como los escenarios cambian de una secuela a la otra, y existe una progresión narrativa que termina (en los cinco filmes) por cerrar el círculo de la historia y explicar los orígenes de este universo regido por los simios. Mientras que una saga habitualmente traslada toda su troupe de personajes (principales y secundarios) en cada entrega, y engancha la trama de una con otra – combatir a un imperio del mal, el regreso de los héroes, la aparición de nuevos retos, el desarrollo en un escenario único -, El Planeta de los Simios y sus secuelas se ha preocupado por cambiar de planetas, de protagonistas e incluso de épocas.

Esto no tiene que ver con decisiones creativas arriesgadas, sino que simplemente nadie pensaba en secuelas en aquella época. El Planeta de los Simios fue pensado como filme único. Al momento de que la Fox vió la taquilla, encargó la secuela (también pensada como única entrega). Y ya para el tercer filme empezó a pensarse en dejar finales abiertos y continuar enganchando la historia.

El productor Arthur P. Jacobs contactó originalmente a Boulle para escribir la secuela – llamada El Planeta de los Hombres -, que estaba pensada en términos épicos más tradicionales, con Taylor y Nova generando una raza de humanos parlantes inteligentes que terminaban por combatir a los simios. Entonces Jacobs terminó por acudir a Paul Dehn, quien terminaría por escribir ésta y todas las secuelas restantes.

Dehn no es Rod Serling, y decide narrar en términos de una aventura más tradicional. La primera parte del film es un clon de El Planeta de los Simios, con un nuevo astronauta llegado al planeta, deambulando por ahí, descubriendo a los simios y escapando de sus garras. James Franciscus tampoco es Charlton Heston, pero en su defensa se puede decir que tampoco la calidad de sus líneas tienen el impacto del primer film. El descubrimiento de Brent de los simios parlantes es bastante rutinario, y prácticamente no hay shock por entender semejante universo bizarro. Tampoco hay demasiada coherencia en algunos aspectos – si la expedición de Taylor estaba pensada para navegar infinitamente, sin importar el tiempo, ¿por qué alguien mandaría una misión de rescate, si cuando desapareció ya habían pasado 2.000 años terrestres? -. En cambio, están algo mejor desarrollados los primeros razonamientos de Brent acerca de ese planeta extraño donde se respira y hay agua.

La travesía por el poblado simio es bastante fútil, y sólo sirve para mostrar al villano de turno – el General Ursus -, cuyas causas de expedición a la Zona Prohibida no resultan demasiado claras. En un momento habla de investigar la desaparición de expedicionarios, pero también menciona la necesidad de expandir la nación simia. Esta escena es quizás el único momento en que el film se atreve a rozar algunas fibras alegóricas de la primera entrega – los parlamentos y las acciones de Ursus son claramente nazis, con frases como “no hay mejor humano que el humano muerto”; la necesidad de la supremacía de la nación simia y de expandir su territorio -, mientras que en la partida de las tropas se ven a los militares desbandando a una manifestación de pacifistas (¿ecos de las manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam?). Pero todo esto es demasiado breve.

Hay otros errores de coherencia narrativa como la confianza puesta por el Dr. Zaius en Zira y Cornelius (interpretado en esta ocasión por David Watson, ya que Roddy Mc Dowall tenía compromisos laborales para la fecha del rodaje), algo que contradice los momentos finales del primer filme (donde iban a ser juzgados y encarcelados por su pensamiento progresista). Es ridículo que Zaius – un defensor a ultranza del status quo – decidiera poner el mando los valores morales y científicos a aquellos a quienes ha descalificado por ser revolucionarios.

Pero donde el filme termina por desarrollar su verdadera personalidad es en la segunda parte, en donde Brent descubre la civilización mutante subterránea que vive bajo los restos de Nueva York. Es una secuencia hecha con mucho detalle, con enormes sets que representan la roca fundida por el calor atómico, fusionada con autobuses y edificios. El hallazgo de los mutantes es realmente impactante, con acciones bien pensadas que demuestran su superioridad como raza – la comunicación telepática, el control de mentes que ordenan a los enemigos matarse entre ellos, la proyección de hologramas para asustar a los simios -. Increíblemente la secuencia del culto a la bomba no resulta ridícula sino seriamente siniestra: los mutantes han sido creados por la bomba y la adoran como un Dios; ella les dio vida y ella puede acabarlos. Lo que no es tan claro es cómo éstos, que son descendientes de generaciones de humanos afectados por la radiactividad y que han evolucionado, han podido reproducirse ya que deberían ser estériles. Tampoco es claro cómo no pueden dominar las mentes de los simios, y toda la secuencia final termina por ser un holocausto de proporciones bíblicas – al estilo de Masada, con el líder ordenando al pueblo que se suicide -, amén de que Taylor desencadena el armagedón que termina por arrasar al planeta.

Es un muy buen filme en sus propios términos. Quizás no memorable pero superior a la media. Dehn recibiría al poco tiempo la orden de escribir la tercera secuela, que trasladaría la acción a nuestro tiempo con Zira y Cornelius haciendo de astronautas en la Tierra en Escape del Planeta de los Simios. Pero esa ya es otra historia.

THE PLANET OF THE APES

Los filmes de la saga de El Planeta de los Simios son: El Planeta de los Simios (1968), Regreso al Planeta de los Simios (1970), Escape del Planeta de los Simios (1971), La Conquista del Planeta de los Simios (1972), y Batalla por el Planeta de los Simios (1973). El Planeta de los Simios (2001) es la remake de Tim Burton del filme original. Posteriormente se iniciaría una nueva trilogía que reimaginaría el universo simio con El Origen del Planeta de los Simios (2011), El Amanecer del Planeta de los Simios (2014) y El Planeta de los Simios: la Guerra (2017). La Historia de El Planeta de los Simios es un artículo especializado de este portal, que narra la lucha del productor Arthur P. Jacobs para poder rodar el filme original de la saga.