Crítica: El Ratón en la Luna (The Mouse on the Moon) (1963)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1963: Bernard Cribbins (Vincent Mountjoy), Ron Moody (primer ministro Mountjoy), David Kossof (Kokintz), Terry-Thomas (Spender), Margaret Rutherford (reina Gloriana XIII), John Phillips (Bracewell), June Ritchie (Cynthia), John Le Mesurier (delegado británico)

Director: Richard Lester, Guión: Michael Pertwee, basado en la novela homónima de Leonard Whibberley

Trama: Se presentan serios problemas económicos para el Ducado de Grand Fenwick – un micropaís ubicado en el centro de Europa -. Sus principales recursos financieros provienen de la exportación de vinos pero ahora sus ventas han cesado, debido a que han descubierto que los mismos son sumamente inflamables y explotan por cualquier motivo. Debido a esto el primer ministro Mountjoy elabora un plan de emergencia, intentando compensar la falta de exportaciones con un incremento radical del turismo. Pero, para ello, es necesario construir baños y cloacas, y la gente de Grand Fenwick carece de dicho dinero. Por eso se le ha ocurrido a Mountjoy pedirle un préstamo a los Estados Unidos con la excusa que dicho dinero será utilizado para la investigación espacial que llevan a cabo en el ducado. Las autoridades estadounidenses, al recibir el pedido, se mueren de la risa pero deciden acceder, e incluso regalarles más dinero que lo solicitado con tal de dar una buena imagen de relaciones públicas. Pero las cosas se salen de control cuando los soviéticos se enteran del esfuerzo americano y deciden regalarles por su cuenta un cohete espacial; y a esto se suma la inteligencia británica, la que está convencida de que la gente del ducado está conduciendo realmente experimentos de avanzada sobre propulsión misilística y planean mandar en breve un hombre a la Luna. Decididos a develar la verdad – y enredados en sus disparatadas sospechas – las superpotencias confluirán sobre el diminuto ducado, en donde el científico de la corte está decidido a lanzar el cohete a la Luna… usando como combustible de propulsión su potente (pero inestable) vino.

El Raton en la Luna El Ratón en la Luna es la adaptación de una de las cinco novelas que publicó Leonard Whibberley entre 1955 y 1981, y que se trataba de una saga de sátiras basadas en el absurdo, las cuales terminaron siendo muy populares. De hecho el primer título – El Rugido del Ratón – fue llevado al cine en 1959, en una comedia dirigida por Jack Arnold y protagonizada por Peter Sellers (a cargo de tres de los personajes principales). Esta versión de 1963 es la secuela del filme de Arnold, ahora con la dirección de Richard Lester, quien más tarde terminaría por reafirmar su carrera con la película de Los Beatles Anochecer de un Dia Agitado (1964) y tendría una larga filmografía que incluiría algunas entregas de la saga de Superman.

La idea tras las novelas de Whibberley es extremadamente simple y efectiva: utilizar un micropaís ficticio para mostrar, en tono de sátira, las miserias de la política de las superpotencias. Por ejemplo, en El Rugido del Ratón la gente del ducado de Grand Fenwick decide declararle la guerra a Estados Unidos, convencidos de que van a ser aplastados y, de ese modo, recibir abundante ayuda financiera para la reconstrucción del país – con todos los dardos disparados hacia el plan Marshall y la reconstrucción alemana de las post guerra -. Lo más gracioso de todo el asunto era que la invasión a USA, a cargo de diez tipos, resultaba ser un éxito (!) y esa gente terminaba por apoderarse de los planos de una bomba mas letal que la atómica, razón por la cual el microscópico ducado pasaba a ser una super potencia de la noche a la mañana (!!).

Ahora el chiste de El Ratón en la Luna pasa por satirizar la carrera espacial y las tramoyas del espionaje entre superpotencias. Como siempre, las cosas en Grand Fenwick pasan por el vino – que no lo pueden vender, por un motivo u otro -, y entonces se les ocurren las cosas más disparatadas. El tema es que esas locuras encuentran cabida en las superpotencias – quienes mandan dinero y tecnología, confiados en que la gente del ducado es inoperante – y las cosas se salen de control cuando el defectuoso vino resulta ser un combustible propulsor de cohetes de alta efectividad. Allí comienza el choque de egos entre las potencias, las apuradas para disparar un misil que llegue a la Luna antes que el enviado por el ducado, y las futiles rencillas por quién (y dónde) clavará la bandera de su país en territorio lunar.

Esta es una comedia amable y simpática. No esperen risotadas porque no las hay, pero todos los personajes tienen un costado lunático que, a la larga, terminan por deleitar. Los redundantes americanos, los desconfiados ingleses, los envidiosos soviéticos o la gente del ducado, que se alterna entre los vivos que están por la plata y los tipos prácticos que apelan al sentido común para hacer funcionar las cosas. Uno podría decir que la gente del ducado gana la carrera espacial, simplemente por pensar de manera sencilla.

El Ratón en la Luna es una linda película. No esperen ver algo memorable. Como comedia está ok, aunque hay algún que otro personaje – como el espía que interpreta Terry-Thomas – que bordea lo molesto, pero su presencia en pantalla sólo dura unos minutos. Por lo demás, es un amable pasatiempo que se puede ver sin sentimiento de culpa.

LA SAGA DEL RATON… DE LEONARD WHIBBERLEY

El Rugido del Ratón (1959) – El Ratón en la Luna (1963)