Crítica: Rare Exports: A Christmas Tale (2010)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Finlandia / Suecia / Francia / Noruega, 2010: Onni Tommila (Pietari), Peeter Jakobi (Santa), Per Christian Ellefsen (Riley), Jorma Tommila (Rauno), Tommi Korpela (Aimo), Jonathan Hutchings (Greene)

Director: Jalmari Helander, Guión: Jalmari Helander

Trama: En la gélida región de Laponia, un equipo está realizando una enorme excavación arqueológica. Cerca del lugar vive el joven Pietari junto con su padre, quienes se dedican a la cría de renos como todos los pobladores de la zona. Pero un día todos los animales aparecen despedazados, y el padre de Pietari está convencido de que las explosiones de la excavación han atraído a los depredadores a la zona. Decidido a exigir un reclamo, los campesinos penetran el perímetro y se dirigen a las instalaciones arqueológicas… solo para descubrir un reguero de cadáveres y un gigantesco agujero en el suelo. Y, entre los papeles de los científicos, hallan pistas de que la misión habría encontrado un enorme glaciar en donde antiguos habitantes de la zona habrían sepultado vivos a un centenar de criaturas que asolaban el lugar hace cientos de años. El tema es que esos demonios – que parecen haber sido la base de la leyenda original de Santa Claus – ahora han quedado sueltos y están listos para destrozar a quien se le interponga en su camino, escudados bajo su inocente aspecto.

Rare Exports: A Christmas Tale (2010) De la península escandinava están surgiendo películas fantásticas cada vez más grossas. Se me ocurre Dead Snow y la original Déjame Entrar, amén de otros filmes de género como Insomnia y la trilogía Millenium. Ahora llega el turno de Rare Exports: A Christmas Tale (Extrañas Exportaciones: Un Cuento de Navidad), que tiene visos de comedia de terror. Oh sí, este es un relato que haría las delicias de una parva de directores americanos de la talla de Tim Burton, Joe Dante, Sam Raimi o Robert Zemeckis. En una temporada plagada de películas lamentables, Rare Exports: A Christmas Tale es un shock orgásmico de creatividad. Es cierto que no maneja la idea central con la prolijidad que debiera, pero ¿a quién le importa?. Es una bocanada de ideas frescas en medio de tanta mediocridad generalizada.

Aquí dirige Jalmari Helander, quien venía insistiendo con la idea desde el 2003 cuando rodó su corto Rare Exports Inc. (que, les ordeno, NO VEAN hasta que no hayan consumido esta película, así no arruinan el efecto; el corto está disponible en YouTube). Acá consiguió capitales internacionales, y expandió el concepto al formato de largometraje. Se nota que Helander es fan del cine fantástico americano de los ochenta, porque la investigación que realiza el joven protagonista es la típica que haría cualquier chico en una película de Joe Dante o Robert Zemeckis. Pietari se obsesiona con la leyenda de Santa Claus (Papá Noel) e investiga en viejos libros (esos que sólo abundan en la casa de los protagonistas de los filmes fantásticos y de terror, pero que son imposibles de conseguir en cualquier biblioteca pública; la pregunta Monty Python del día es: ¿por qué unos ignorantes criadores lapones de renos tendrían en sus casas decenas de libros sobre antiguas leyendas de Santa Claus?). Allí descubre que Santa en realidad era un antiguo demonio que destrozaba a los chicos malos y que, luego, los narradores de cuentos y la Coca Cola se encargaron de sanitizar la leyenda (lo cual no me parece disparatado; los hermanos Grimm tomaron sangrientas leyendas urbanas y las depuraron hasta convertirlas en cuentos infantiles como Blanca Nieves, Rapunzel o Hansel y Gretel).

El comienzo es excelente. Hay un clima fantástico notable y bizarro, en donde uno se da cuenta de que pasa algo extremadamente raro cuando el jefe de la excavación le da a los obreros una lista de las cosas que no pueden hacer, so pena de perder la vida: no fumar, no maldecir, etc. Como para que no queden dudas de que esto no es una película infantil, el padre de Pietari destaza venados en primer plano frente a la cámara, y tenemos una masacre generalizada de renos en otra escena. Y, cuando el equipo de la excavación abre el boquete en el centro del bloque de hielo en donde reside las criaturas, la gente empieza a morir. Oh sí, lo que estaba encerrado en esa cueva ahora se ha liberado y ha comenzado a atacar a la gente de la zona.

Durante el 90% de su duración Rare Exports: A Christmas Tale se sustenta en la formidable atmósfera que crea el director Helander. Hay cosas siniestras, hay cosas cómicas y hay cosas increíbles. Es un típico filme de Joe Dante – uno nunca sabe con qué va a salir la historia, o si se va a decantar por una comedia o un filme de terror -. Hay un gran climax en donde descubrimos una versión alternativa de lo que todos entendemos como “Papá Noel y sus elfitos”, que pertenece más a una pesadilla que a una postal cursi de Navidad. En todo caso el gran problema con Rare Exports: A Christmas Tale pasa por su final, ya que el director Jalmari Helander se obstina en empardarle el desenlace que figuraba en el cortometraje original (y que justifica el título de la película), sin comprender que el filme ya había tomado su propio camino y resultaba radicalmente diferente. Esto termina por darle un problema de identidad al último acto, mostrando que el director no sabía cómo redondear la historia o cúal era el tono adecuado para el clímax (para tener una idea de todos los giros posibles que disponía la trama, todo esto podría haber terminado de una manera completamente siniestra con una horda demoníaca suelta y arrasando el planeta).

Rare Exports: A Christmas Tale es muy muy recomendable. Quizás no sea completamente satisfactoria, pero vale la pena verla porque es diferente. Si a usted lo aburrían las anodinas comedias navideñas que inundan los cines todos los años (desde Vacaciones de Navidad con Chevy Chase hasta El Expreso Polar), aquí tiene un ejemplar que se sale radicalmente de la norma … y sólo por ello resulta más que festejable.