Crítica: El Hombre Puma (The Pumaman – L´Uomo Puma) (1980)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Italia, 1980: Walter George Alton (Profesor Tony Farms / Puma Man), Donald Pleasence (Kobras), Miguel Angel Fuentes (Vadinho), Sydne Rome (Jane Dobson)

Director: Alberto De Martino, Guión: Luigi Angelo, Massimo De Ritta & Alberto De Martino, Musica – Renato Serio

Trama: El malvado Kobras se ha hecho con la máscara del Dios Puma, una deidad azteca, y la especialista Jane Dobson se encuentra descifrando los jeroglíficos que tiene inscriptos. La máscara – entregada por los extraterrestres a los hombres hace miles de años – contiene una profecía: si sus poderes son utilizados para el mal, el guardián del artefacto – el Hombre Puma – despertará y destruirá a los sacrílegos. Inmediatamente Kobras comienza a utilizar los poderes hipnóticos de la máscara, primero para dominar a Dobson y después para controlar a importantes diplomáticos. Pero mientras Kobras se dedica a elaborar su plan – concretar una reunión de altos líderes mundiales en su castillo, y dominarlos con el poder de la máscara -, intensifica la búsqueda del Hombre Puma. El mismo resulta ser el americano Tony Farms, pero antes de ser emboscado por los hombres de Kobras es contactado por el sacerdote azteca Vadinho, el que le advierte sobre la historia de la máscara y le entrega un cinturón de poder. Vadinho terminará por entrenar a Farms en sus recién descubiertos poderes, y pronto el Hombre Puma se encontrará cara a cara con Kobras para detener sus planes y recuperar la máscara.

El Hombre Puma Las calificaciones que solemos dar en este sitio corresponden a un nivel de satisfacción como espectador. No sirven para comparar un filme con otro (salvo que sean de una misma saga), y me parecen más acertados que poner una valoración universal, la que siempre es polémica y mide a todas las películas con la misma vara.

Es por eso que, visto en perspectiva, aquí solemos calificar como excelentes a filmes realmente malos – pero gloriosamente divertidos – o catalogar de tibios a clásicos incunables que todos alaban pero terminan siendo espantosamente aburridos, soberbiamente crípticos o totalmente frustrantes, tanto como espectáculo así como intelectualmente. En general la opinión nuestra sobre los que usualmente se consideran “filmes malos” es bastante bondadosa – un filme es realmente malo cuando el espectador quiere salir corriendo a los gritos de la sala -, pero hay excepciones. Hay películas que son terriblemente espantosas en todo sentido de la palabra, y que no tienen el más mínimo valor (siquiera como comedias camp) que pueda redimirlos.

Y El Hombre Puma es un flagrante caso de esto último. En general la cinematografía italiana siempre fue exploitation – basada en explotar hasta la saciedad un tema o recurso y utilizarlo como argumento de venta comercial -; desde los filmes Mondo a los crueles giallos, desde el torpe erotismo softcore hasta la cruda pornografía… Pero con el paso de los años los niveles de calidad fueron descendiendo a niveles abismales. En los 60 el cine exploitation italiano – aún a pesar de copiar burdamente al cine de género americano – tenía obras meritorias, y generaba directores como Darío Argento, Sergio Leone o Mario Bava. Pero en los 70 y los 80 comenzaron un declive que los llevó hasta su casi total extinción. Antes era frecuente ver en las marquesinas filmes italianos; al día de hoy, han pasado muchos años desde que se tenga noticia de alguna película que provenga de la península. Con escasas excepciones – Fellini, Benigni – se puede decir que la filmografía italiana está prácticamente muerta.

El Hombre Puma es un ominoso ejemplo de la decadencia del cine italiano exploitation. La premisa es simple: aprovechar la furia de la moda de los super héroes iniciada con Superman dos años antes. Pero si hoy se critica al filme de Richard Donner por algunos efectos especiales no muy pulidos, es imposible imaginar algo más torpe que una película producida con la centésima parte del presupuesto de Superman, y que tiene un guión absolutamente idiota.

Los problemas del film son numerosos y enormes. Empezando por el guión, que es uno de los peores pastiches que uno jamás haya visto, donde se mezclan aztecas, extraterrestres, y superhéroes ridículos. Un chamán azteca con nombre brasilero (?) es el custodio de la paz y seguridad de la máscara del Dios Puma. Cuando la máscara es descubierta y usada para el mal, Vadinho se dedica a buscar al descendiente de los Hombres Puma – los guardianes de la máscara -, y para ello no tiene mejor idea que probar su identidad lanzándolos desde una ventana. Si vuelan (porque los pumas vuelan, ¿no?) entonces es el Hombre Puma. Entonces el chamán le explica acerca de sus poderes – sus manos son garras que pueden destrozar el metal; posee un sentido de peligro similar al sentido arácnido de Spiderman; puede ver en la oscuridad; puede atravesar objetos; y por supuesto puede volar -, pero el pétreo Tony Farms descree de los mismos hasta que se ve obligado a usar un cinturón de poder que le da Vadinho. Y si la película venía lenta y pesada, cargada de cosas increíbles y aburridas, cuando los FX entran en escena son tristísimos. Empezando por el traje de Puma Man (una capita que se hace poncho, unas botas vaqueras, una remera negra y unos pantalones deportivos) que es lamentable; y siguiendo por las escenas de vuelo, en donde el actor es colgado sólo de la cintura, queda aleteando con pies y manos, y es superpuesto sobre una proyección trasera que cambia de velocidad a cada rato e incluso alterna escenas de día y de noche, o ángulos en diagonal (tanto el traje como los horribles vuelos serían tomados en tono de parodia en la serie The Greatest American Hero de 1981). Incluso una serie de TV tan corta de presupuesto como la de Superman de los años 50 tenía mejores efectos que este film. El resultado es tan ridículo que uno se asombra que el director (o el encargado de FX) no haya tenido dos dedos de frente para saber que se veía realmente mal (y por lo menos poner un par de sogas más para colgar mejor al actor que vuela)..

Todos los efectos especiales se ven abominables. Y, lo que es peor, el director repite las mismas escenas una y otra vez, lo cual termina por ser soporífero. Y si la trama no terminaba de ser suficientemente aburrida y mal filmada, el guión la estira hasta la eternidad – antes de la hora Pumaman sabe de Kobras, la máscara y los planes del villano, pero aún restan 45 minutos de idas y venidas -, con el superhéroe cayendo bajo las garras del villano, perdiendo sus poderes y siendo rescatado por Vadinho que, a pesar de ser un simple mortal, es mucho más efectivo que el inepto Tony Farms.

Las actuaciones van de lo malo a lo pétreo. Donald Pleasence está en piloto automático, obviamente desesperado por cobrar el cheque. Walter George Alton es un desconocido que tenía un papelito en 10, La Mujer Perfecta y aquí tiene un protagónico para el olvido – actualmente gana mucho más dinero como abogado civil en Nueva York, y de seguro querría quemar todas las copias de esta película -. Y está Sydney Rome, otro objeto decorativo de carne que tuviera buenas épocas (y papeles) en los 70, pero aquí se ve que precisaba pagar el alquiler. El responsable de esta abominación es Alberto De Martino, un pistolero a sueldo que ha dirigido bodrios como OK Connery (Operación Kid Brother) y cosas más pasables (como Holocausto 2000), y que debería ser un hombre al que nunca debieron darle una cámara.

No es un filme malo; es malísimo. Aburrido, torpe, vergonzoso. Ni siquiera sirve para reírse de él, ya que se toma muy en serio a sí mismo.