Crítica: Oculus (2013)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2013: Karen Gillan (Kaylie Russell), Brenton Thwaites (Tim Russell), Katee Sackhoff (Marie Russell), Rory Cochrane (Alan Russell)

Director: Mike Flanagan, Guión: Mike Flanagan & Jeff Howard, basado en su propio corto Oculus: The Man With the Plan

Trama: Tim Russell ha recibido el alta de la institución mental en donde estuvo internado desde los 10 años. Su pasado es oscuro y trágico – cuando era un niño Tim se vió obligado a asesinar a su padre, quien en un arranque de locura había matado a su madre y se encontraba a punto de hacer lo mismo con él y su hermana mayor -. Afuera, es recibido con gran júbilo por parte de su hermana Kaylie, quien dice tenerle reservada una gran sorpresa. Y es que Kaylie ha recuperado el antiguo espejo que fuera propiedad de su familia, y que estaba instalado en la oficina de su padre la noche de los asesinatos. Ahora la joven tiene la firme teoría de que el espejo es un objeto maldito, el cual data de muchas centurias y que se ha cobrado la vida de al menos 45 personas – entre las que figuran sus dos padres -. Tim cree que su hermana ha perdido el juicio y, utilizando explicaciones racionales y aplicando los métodos de análisis que le han enseñado en el hospital siquiátrico, intenta convencer a Kaylie de que está viendo demonios en donde no existen. Pero, mientras ambos discuten, extraños sucesos han comenzado a ocurrir en la casa donde se alojan, y pronto los dos hermanos quedan atrapados en una especie de paradoja del tiempo y el espacio, reviviendo la noche del asesinato de su padre y co-protagonizándola con la versión infantil de ellos mismos. Y, en medio de toda esa pesadilla, deberán urdir algún tipo de método para acabar con el espejo maligno, el cual parece considerarlos una amenaza y está dispuesto a cobrarse sus propias vidas.

Oculus Oculus es un pequeño filme independiente que ha venido causando cierto ruido desde el 2013, el suficiente como para salir del ghetto del “directo a video” y conseguir ser estrenado en cine en diversas partes del mundo – incluyendo nuestro país -. Viene de la mano de Mike Flanagan, el cual ya había recibido buenas críticas con su anterior Absentia (2011). En sí, no deja de ser una película de casas embrujadas bien hecha con la diferencia de que, en vez de haber fantasmas, la cosa pasa por un tema de alucinaciones e – incluso – lo que se puede tomar como viajes en el tiempo. Hay un objeto maligno que cambia la percepción de quienes lo rodean, y que es capaz de hacerles revivir – e incluso hacerlos participar – de hechos trágicos ocurridos en su pasado. Es por ello que se siente más como un episodio siniestro de La Dimensión Desconocida en vez de una película tradicional de fantasmas, aunque ello no quita que haya un par de sustos realmente efectivos.

En muchos sentidos Oculus se siente en la misma onda que La Leyenda de la Casa Infernal (1973), ésa en donde Roddy McDowall y un equipo de especialistas se encerraba en una mansión embrujada, la inundaba de equipos de medición e intentaban explicar – por medios científicos – los sucesos paranormales que allí estaban ocurriendo. Aquí el tema pasa por un par de aficionados, los cuales tienen mas osadía que experiencia, y que intentan lidiar con las alteraciones que provoca un supuesto espejo maldito cuya influencia tiñó de tragedia sus vidas. Es por ello que se hacen del objeto, lo regresan al lugar de origen en donde provocó las tragedias – en este caso, lo culpan de haber enloquecido a su padre, quien mató a su madre y estaba a punto de despedazar a sus hijos hasta que fue asesinado por uno de ellos -, inundan el cuarto de instrumentos de medición y alarmas (las cuales sirven para sacarlos del trance y hacerlos volver ocasionalmente a la realidad), graban todo y montan un dispositivo de emergencia para destrozar el espejo en caso de que las cosas se vayan de las manos. Desde ya que toda la experiencia sale para el demonio – sino, no habría película – y el desenlace está cantado desde el principio, pero al menos el desarrollo está confeccionado con tal gusto que resulta interesante.

Los problemas de lógica abundan en Oculus. Uno no termina por entender por qué la muchacha decide documentar todo en vez de destruir de una el espejo sospechoso – ¿es para que encuentren pruebas por si le pasa algo? -, o cómo no se preparó mejor para semejante travesía: podría haberse asesorado con un parasicólogo o un demonólogo, o ver qué instrumento místico podría utilizar para reventar algo que parece no haber sido construido en este mundo. Iphones y camaras digitales no son lo que se dice las armas de un exorcista, y detrás de toda esa preparación hay un dejo de improvisación que no termina de cuajar. ¿Acaso la chica pensaba que podría traspasar el espejo, recuperar a su padre de sus garras, o exterminar al demonio residente en él con sus propias manos?. El otro punto es que, mas allá de la detallada investigación que hace la chica, no hay una causa de origen del objeto maligno. Al menos podrían haber dicho que era el espejo de la villana de Blancanieves, o algo así; acá es un objeto que apareció de la nada hace como 4 siglos, comenzó a matar gente y a recolectar almas, y carece tanto de origen como de final. ¿Recolectar almas hasta cuándo? ¿Hasta devorar el espíritu de todas las personas existentes en la Tierra?.

Mientras que las preguntas sin responder abundan en Oculus, al menos Mike Flanagan convierte esto en un excelente ejercicio de estilo. El tiempo y el espacio se doblan, y las versiones adultas de Tim y Kaylie se cruzan con sus pares infantiles. Basta con que miren a un costado para ver una escena del pasado – e incluso participen en ella -, o que aparezcan personas y animales provenientes de otras épocas – nunca se termina por explicar la obsesión del espejo por “devorar” las mascotas de sus dueños -. Y mientras que la historia tiene sus pegas, al menos cuando el espejo comienza a generar las alucinaciones el filme entra en un trance recargado de tensión que no culmina hasta el final. Es allí en donde Oculus se redime y consigue sus mejores bazas, ya que no descansa nunca en ofrecer algún sobresalto o un ambiente inquietante.

Aún con todas sus omisiones, el balance de Oculus es positivo. Intenta hacer algo nuevo convirtiendo al objeto maldito en un portal que lleva a los protagonistas a enfrentar sus propios temores. Quizás no sea el filme mas atecierto vuelo, lo que es mas que suficiente para obviar sus propias limitaciones.