Crítica: Número 9 (9) (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2009: con las voces de Elijah Wood (9), Jennifer Connelly (7), Christopher Plummer (1), John C. Reilly (5), Martin Landau (2), Crispin Glover (6), Fred Tatasciore (8), Alan Oppenheimer (científico)

Director: Shane Acker, Guión: Shane Acker

Trama: La Tierra en un futuro post apocalíptico. Un pequeño muñeco – con un 9 marcado en la espalda – vuelve a la vida y descubre al mundo devastado por la guerra. Pronto comienza a encontrar otros muñecos como él, quienes resultan ser los únicos seres vivos del planeta. Pero 9 posee un pequeño talismán cuyo uso le resulta desconocido. Cuando son atacados por un perro robot, 9 pierde el talismán y el mismo es capturado por el androide, quien se lo lleva a una gigantesca fábrica que figura en medio del paisaje arrasado. Y es que el talismán resulta ser la fuente de energía para reactivar a una monstruosa máquina, capaz de crear robots – y los cuales terminaron por exterminar a la raza humana -. Ahora 9 y sus pares deberán ir en una misión suicida hasta la fábrica, para robar el talismán y desactivar la máquina, antes de que ésta los masacre y los robots dominen la Tierra.

Numero 9 (2009) Número 9 está basada en el corto de Shane Acker del mismo nombre, que fuera nominado al Oscar de la Academia en el 2005. El filme impresionó de sobremanera a Tim Burton – el excéntrico genio detras de Batman y El Extraño Mundo de Jack, entre otra larga lista de títulos -, quien decidió financiarlo para expandirlo al formato de largometraje. Otro que se prendió a la movida es el director ruso Timur Bekmambetov, el mismo de Nightwatch y Wanted: Se Busca, quien terminó coproduciendo el filme.

En lo técnico es un filme de animación sorprendente y decididamente adulto. No esperen chistes ni macaquitos cantando canciones jingleras a lo Pixar / Disney, sino que se trata de un mundo cruel que no perdona la vida de nadie. Hay varias muertes – no violentas, pero impresionantes para los más pequeños -, amén de que el tono del relato pasa a miles de kilómetros por encima de la cabeza de los niños. En todo caso, es un uso racional de la animación digital para crear un filme adulto – o más concretamente, una alegoría para adultos -.

Todo en la película está hecho de manera impecable; lo único que se le puede reprochar a la historia es cierta falta de empatía con el público y un mensaje que recién termina por entenderse en los cinco minutos finales. Aquí hubo un imperio militar – claramente modelado al estilo de la Alemania Nazi de la Segunda Guerra Mundial – decidido a obtener la supremacía a cualquier medio, y para ello inventan una máquina inteligente, capaz de autoperfeccionarse y generar robots cada vez más inteligentes. Lo que sigue es un giro al estilo de Terminator, con los robots rebelándose contra los humanos, y terminando en una guerra de exterminio que no dejó a nadie vivo en ninguno de los bandos. Allí aparecen estos muñecos creados no por la ciencia sino por la alquimia – trasmutando una parte del alma humana del creador a ellos y dándoles vida -, quienes deben enfrentar su propia pelea por la supervivencia con los robots remanentes y aún activos que siguen en el planeta.

Desde el punto de vista del suspenso, Número 9 es excelente, ya que vamos obteniendo pedazos de la información sobre lo sucedido de manera muy gradual. Los diálogos son muy buenos y las situaciones creíbles. Pero el filme falla en otros aspectos en donde un director de carrera podría haber hincado más los dientes; si el imperio neo nazi es una representación alegórica de la Norteamérica armamentista, está sugerido tan al pasar que prácticamente no se percibe el mensaje. El otro punto es la anécdota que se convierte en el punto central del filme – la recuperación del talismán -, que es algo rebuscada (el mismo 9 es quien ha activado por error a la máquina infernal). Bien podría haberse resuelto de otra manera (como que la máquina ya poseía el talismán y se reactivó al absorber la energía vital de uno de los muñecos) que resultara más elegante y menos acusadora de las acciones del muñeco recién llegado.

El filme busca un tono épico que no termina por vender muy bien, en parte porque el público queda ajeno emocionalmente a lo que ocurre entre los muñecos y los robots. El problema allí pasa porque es una lucha por la supervivencia sin otras aspiraciones, y recién sobre el final se revela la verdadera misión de los muñecos – si esto hubiera sido explicitado de entrada, la platea hubiera alentado la misión de las criaturas desde el vamos, ya que vería que hay un motivo trascendental para recuperar el talismán -. Aún con esas fallas en la estructura de la historia, Número 9 resulta ser un filme notable. Lamentablemente el palurdo público yanqui no compró la idea, y terminó recaudando el 90% de su presupuesto a nivel local – aunque posiblemente haya recuperado costos con el estreno a nivel internacional -. Pero sin dudas será interesante ver lo que Shane Acker nos tiene reservados en el futuro, ya que aquí demuestra un promisorio talento.